sábado, 29 de septiembre de 2007

La naturaleza no espera. Políticas reactivas de prevención no bastan

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El futuro toca a la puerta. Las graves inundaciones en la desembocadura del Río Pánuco y sus consecuencias en una población inerme, son una llamada más a poner atención con toda seriedad en lo que nos depara el cambio climático que sufre el planeta. Como bien concluyeran los expertos internacionales reunidos hace unos días en el Instituto de Ecología, el tiempo del debate en torno a los orígenes y responsables del calentamiento global, pasó. Cediendo terreno al estudio de sus consecuencias y de las medidas para paliar lo que ya se considera irreversible e inevitable.

Por su ubicación geográfica, Veracruz, entidad federativa bañada por las aguas del Golfo de México, en el Océano Atlántico nor occidental, está amenazado por inéditos fenómenos naturales resultantes, por un lado, del deshielo de los Polos, que incrementan el nivel del mar y modifican su temperatura, y, por otro, el azolve en la desembocadura de los ríos en el Golfo. Amén del deterioro del medio ambiente a manos de los seres humanos, que contribuyen al incremento de la vulnerabilidad de nuestras regiones costeras, como el alto grado de deforestación en las zonas altas de las cuencas; el depósito de basura en los cuerpos de agua; la destrucción de bosques de mangle y relleno de humedales en el litoral, y el cada vez mayor número de asentamientos humanos, plantas industriales y desarrollos turísticos en las zonas costeras.

El riesgo es alto. Baste como ejemplo la destrucción de Nueva Orleans al paso del huracán “Katrina”. La combinación de los fuertes vientos de un meteoro de nivel cinco y la ola de tormenta que rebasó y destruyo parte de los diques de contención, dieron lugar al mayor desastre de que guarda memoria el pueblo norteamericano. Las imágenes de las miles de hectáreas bajo el agua en la Cuenca del Pánuco, tras la presencia del Dean, con apenas nivel uno de potencia destructiva, confirman la presencia de los altos niveles de riesgo a que nos enfrentamos, pero también el nivel de incompetencia de la sociedad, que aún no lo vislumbra como una amenaza, inédita y de mayúsculas proporciones, a la seguridad e integridad física de la población; sus bienes, la infraestructura existente, las fuentes de empleo y alimentación; y ni que decir de la pérdida de importantes recursos naturales y la modificación del habitat.

Aunque no hay plazo seguro ante lo imprevisible de la respuesta del planeta al calentamiento global, lo que hoy ocurre en las Cuencas y deltas del Pánuco y el Tamesí, es un aviso más del cambio climático en marcha y un llamado a tomar medidas de fondo para evitar o paliar una posible catástrofe. Sociedad y los tres órdenes de gobierno, no pueden ignorar el riesgo. Hay que actuar dándole la mayor jerarquía en el orden de prioridades a una política de prevención que nos prepare para lo que viene.

Hasta el día de hoy, las medidas de prevención ante posibles fenómenos naturales, en Veracruz han sido, en lo sustantivo, de carácter reactivo. Ya no bastan. Como tampoco bastan las medidas posteriores al desastre. Los paliativos coyunturales que se ofrecen a la población damnificada, ni son suficientes ni preparan a la gente para lo que vendrá después. Urge modificar tal esquema y afrontar con visión de largo plazo la necesidad de considerar, como prioritario y urgente, el tomar medidas estratégicas para enfrentar eficazmente el cambio y adecuación de la naturaleza a una nueva realidad que, a nivel planetario, ha rebasado ya la posibilidad humana de revertirlo. O se actúa ya con criterios intersectoriales e interregionales de supervivencia, o la naturaleza cobrará la factura a un altísimo precio.

El debate entre científicos y expertos han trascendido ya los muros académicos. El conocimiento cada vez más acucioso del comportamiento del planeta, se hace del dominio público. El avance de la ciencia y la tecnología permiten alertar al mundo de lo indeseable para el ser humano pero también de lo posible, a lo que no podemos escapar. Lo que está aconteciendo en el orden internacional como resultado del cambio climático, no puede tomarse como tremendismo mediático ni mucho menos falsa alarma. Tampoco como pretexto burocrático con estrechos objetivos políticos. Escuchemos la voz de alerta, ganando tiempo al tiempo. No hacerlo nos condena a lo irreparable. El litoral veracruzano está al borde del desastre total, no podemos quedarnos de brazos cruzados.

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lunes, 24 de septiembre de 2007

El IVEA y los medios

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Xalapa, Ver., septiembre 20 de 2007.- Quienes en el pasado no tuviéramos la oportunidad de contar con instituciones como el IVEA, para continuar nuestros estudios y verlos coronados con una licenciatura o, en el mejor de los casos, una maestría, no deja de llamarnos la atención el que de manera reiterada compañeros reporteros que, en última instancia, sólo cumplen órdenes de sus redacciones, insistan en descalificar una iniciativa que no es precisamente del director de esa institución –que también cumple con instrucciones del titular del poder ejecutivo estatal-, con la que se pretende beneficiar a miles de veracruzanos, capacitándolos lo mismo para un mejor desempeño laboral que para contar con el herramental necesario para acceder en mejores condiciones al mercado del trabajo.

Posiblemente, los jóvenes reporteros, quizá egresados de una institución de educación superior, pública o privada, tengan su vida resuelta. Gocen de sueldos acordes con su preparación y calidad académica, y, a no dudarlo, de las prestaciones contempladas en la legislación laboral vigente. Por lo que no perciben la importancia de la labor que viene realizando el IVEA en materia de educación media, media superior, y superior que coadyuva –de manera limitada aún, es cierto- a la superación personal de aquellos veracruzanos que no gozan de iguales privilegios por no haber tenido acceso a iguales oportunidades.

Quizá estos reporteros no lo perciban de primera intención, ganándoles la inercia. Sin embargo, por el lugar que ocupan en la sociedad, como comunicadores, están obligados a conocer de este esfuerzo gubernamental y entender, para así darlo a saber a sus lectores, que constituye una enorme oportunidad para aquellos que por diversas causas, entre ellas las de índole económica, no tuvieran acceso en su momento al sistema de educación formal. Como lo señala el Profesor y Licenciado Guillermo Zúñiga Martínez, nadie puede afirmar que estudiar, leer, releer, superarse intelectualmente sea algo negativo. Antes al contrario, y en eso debemos estar todos de acuerdo, no sólo es un esfuerzo válido, también es digno de encomio; más cuando se trata de hacer del conocimiento herramienta útil en la brega por ganarse honradamente el sustento propio y de la familia.

Cierto que aún contamos desafortunadamente con muchos paisanos que no saben leer ni escribir, y que a estos debe enfocarse el principal esfuerzo del IVEA. Pero también es cierto que con críticas sin fundamento no se resuelve un rezago que responde a muchas causas que la mayor de las veces ni siquiera se tocan por los medios de comunicación. Sin olvidar que en el mercado laboral de nuestro tiempo ya no basta únicamente con saber leer y escribir, e incluso, contar con la educación primaria o secundaria.

Baste reconocer que frente al desempleo, los patrones se aprovechan de la necesidad, dándose el lujo de contratar como choferes, repartidores y hasta empleados de mostrador a jóvenes profesionistas, y no necesariamente egresados de una institución pública. Realidad esta frente a la cual no se vale descalificar a quienes pugnan por superarse y mucho menos a las instituciones gubernamentales que lo propician.

Otra cosa sería el cuestionar, con talante crítico y honestidad intelectual, la calidad de la oferta educativa del IVEA en el nivel superior y el perfil de los maestros asignados; los planes concretos de vinculación con el aparato productivo; la multiplicación de licenciaturas y la prisa por iniciarlas, sin al parecer contar con recursos materiales y académicos para ello. Valiendo la pena, incluso, el cuestionar si el IVEA responde a una clara intencionalidad de coadyuvar al impulso educativo ó si lo que pretende es dar cuerpo a una medida política de contrapeso a la presencia de la UV en la comunidad.

Para evitar especulaciones y facilitar la tarea del IVEA, restándole piedritas en el camino, sería prudente también que la institución aclare a la sociedad cual es el porcentaje de recursos presupuestales destinados a su labor sustantiva y los que se aplican a los nuevos proyectos de educación media superior y superior; dando a conocer también el origen y montos de la participación privada en los convenios establecidos, entre otras cosas, que apunten a transparentar el esfuerzo gubernamental, y a ello deben dar respuesta puntualmente las autoridades responsables.

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martes, 18 de septiembre de 2007

2008-2009. nuevo ciclo

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Digerida y asimilada por la mayoría de la población, la elección de alcaldes y diputados locales el pasado domingo 2 de septiembre concluyó con la entrega de constancias de mayoría. Cerrándose un ciclo y, tras un breve compás de espera salpicado desafortunadamente por los lamentables efectos colaterales del huracán Dean en el norte de la entidad y los también lamentables y condenables atentados en contra de instalaciones de PEMEX en territorio veracruzano, se abre un nuevo ciclo. Este, caracterizado por la consolidación del gobernador al frente de la administración pública estatal en lo que será su segundo trienio de gobierno, habrá de concentrar a las principales fuerzas políticas --o lo que queda de ellas tras el apabullante triunfo de la Alianza Fidelidad sobre sus oponentes--, en la preparación de lo que a partir del 2008 será el proceso de selección de candidatos a la elección de diputados federales en el 2009.


Y porqué no, también de los prolegómenos de la elección de gobernador en el 2010, que ya es tema de especulación en los círculos políticos y tertulias de café de los comunicadores, tras el indudable reacomodo de las piezas del ajedrez político veracruzano.


Si el ciclo que se cierra tuvo como componente favorable a la Alianza por la Fidelidad tanto la debilidad de un poder presidencial que no logra consolidarse, como la influyente permanencia a lo largo de tres años de la imagen de Fidel Herrera en los principales medios de comunicación de la entidad, el nuevo ciclo sin duda presentará escenarios inéditos en los que libre de contrapesos de importancia, el titular del poder ejecutivo quedará en libertad plena para asegurar tanto el arribo de un equipo sólido, profesional y a modo al Congreso de la Unión, como para designar a su sucesor.


Libre el camino, sin estorbos del calibre de un Miguel Ángel Yunes o de un Dante Delgado, hoy prácticamente eliminados en las urnas, las canicas están en manos del vencedor; debiéndose barajar nombres, perfiles y niveles de fidelidad, pero sobre todo pros y contras en el intrincado juego de intereses que pesa y determina. La interrogante que de inmediato salta a la vista, es de si entre los actuales colaboradores cercanos del gobernador se cuenta con un equipo de la calidad y experiencia requerida, y si de entre estos habrá de surgir el delfín que de continuidad a los logros del pro hombre de Nopaltepec.


En este nuevo ciclo, a no dudarlo, queda fuera del juego el pago de facturas. La intermedia sirvió para ello y con creces. También queda fuera el adornar el escenario con bellas jovencitas o el premiar a jóvenes dóciles e ineptos, sin mayor trayectoria ni merecimientos que el subirse al carro triunfador en el momento oportuno. El horno no está para bollos cuando de la sucesión y el trascender en la historia se trata. En esta nueva etapa que se inicia, con el poder consolidado, es el tiempo de cosechar lo sombrado y Fidel lo va a emprender como el sabe hacerlo. Sin la mano en el corazón y con la mente fría. Quienes resulten beneficiados como candidatos en el 2009, no podrán ser otros que aquellos que tengan en el morral experiencia y capacidad para negociar, para hacer amarres sustanciosos y para influir a favor de Veracruz en las decisiones del Congreso Federal.


En cuanto al delfín, no hay mucha tela de donde cortar. Los viejos, pese a sus merecimientos, están fuera. La pugna generacional va a darse entre hombres maduros de mediana edad y jóvenes con talento y luz propia. La alianza por la fidelidad, reducida por hechos irreversibles a lo que el PRI pueda ofrecer, no deja mucho de donde escoger. A lo sumo, quizá, dos personajes podrían ubicarse como los idóneos en esta pugna de generaciones: el Dr. Víctor Arredondo, Secretario de Educación, y el diputado federal, Adolfo Mota. Ambos leales a Fidel Herrera y conocedores de cómo mover el abanico en una corte que no admite deslices. El primero aventaja en experiencia, madurez y el contar con un equipo propio que pesa e influye en la comunidad. Adolfo Mota, también tiene lo suyo, aventajando en empuje, pero también en legítimas aspiraciones, sueños y ambiciones, propias de la juventud. La desventaja de Arredondo, su irreverencia; la desventaja del diputado, no inspira confianza. El tiempo y Fidel se encargarán de dar la última palabra.

Septiembre 18/07

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sábado, 15 de septiembre de 2007

Perdió la democracia

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Un rápido vistazo al proceso electoral y su culminación el 2 de septiembre en las urnas, y que de manera destacada ocupara la atención de la clase política, medios de comunicación, y de algunos círculos de intelectuales, proporciona algunos elementos que permiten concluir, en primer término, que independientemente de los resultados obtenidos entre los principales partidos políticos en contienda, no hubo ni ganadores ni vencidos. El triunfo o la derrota, más que adjudicársela a los institutos políticos debe atribuírsele a los poderes estatal y federal que, en los hechos, se asumieran abiertamente como beligerantes en un proceso en el que la ley les obliga a mantenerse al margen.

Lo cual implica ya, consecuencias futuras con efectos en el orden doméstico y en el ámbito político nacional.

De lo anterior se desprende otra conclusión, quizá la más importante y trascendente que tras los comicios deja un amargo sabor de boca. Democracia y ciudadanía en la llamada fiesta cívica, fueron los grandes perdedores. Ni una ni otra tuvieron la más mínima oportunidad frente a un instituto electoral cuestionado de inicio, en un proceso amañado, preñado de irregularidades, salpicado lo mismo de lodo que de un cuantioso dispendio de recursos públicos y presumiblemente también privados.

La realidad, reflejada en la percepción que se tiene del proceso electoral, nos dice que la elección siendo legal en la forma, en su esencia tuvo visos de una legitimidad cuestionada; destacando a ojos vistas una grosera manipulación de la voluntad popular desde las altas esferas del poder; lo mismo que una insensible y demagógica utilización, como mercancía política, de condiciones de pobreza y pobreza extrema de amplios grupos marginados.

El sólo hecho de la existencia de controvertidas acusaciones entre los diversos partidos en contienda, del reparto lo mismo clandestino que a la luz pública, de dádivas entregadas por servidores públicos de los tres órdenes de gobierno a cambio de una interesada inclinación del sentido del voto, lo confirman. No habiendo necesidad de recurrir a argumentos manidos del retorno a viejas prácticas fraudulentas de secuestro de la voluntad popular en las urnas.

En la democracia se gana por un voto, dicen quienes se regodean de pírricos triunfos tras señalar con desparpajo que lo que cuenta en la política son los fines, no los medios para alcanzarlos. Sin parar mientes en que los medios son en sí mismos los que niegan o validan el sentido democrático del proceso electoral. Al ladrón, al ladrón, claman quienes se dan por robados, sin ocultar la mano con la que en igualdad de circunstancias y de motivaciones que sus oponentes, con los mismos medios ensuciaran el circo comicial. Bendita democracia que en su nombre todo se vale, hasta la ignominia.

Si como se afirma, en el 2000 se iniciara un proceso de transición democrática, lo cierto es que lejos de avanzar en la construcción de la democracia, estamos viviendo un proceso de retroceso político que, para la mala fortuna del país, se refleja en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Lo mismo en el terreno económico que en el social, la crisis del sistema político se deja sentir con toda intensidad. Sin percibirse cambio alentador alguno, el deterioro y el retroceso pesan más en el ánimo de la ciudadanía que toda la carga específica de la demagogia y simulación oficial con que pretende el aparato del Estado convencernos de lo contrario. El descaro manifiesto y el cinismo grotesco con el que se manejara la elección de diputados locales y alcaldes en Veracruz, no se diferencia en modo alguno de las elecciones en Oaxaca y Baja California, confirmando la tendencia.

El obsoleto sistema de partidos no oculta su crisis terminal. Pero poco o nada se hace para superarla. La iniciativa de reforma electoral que se cocina en el Congreso de la Unión, ni apunta a un intento serio por hacer avanzar la necesaria reforma del Estado, ni aporta nada que enriquezca a la llamada transición democrática. Los partidos políticos en sus negociaciones anteponen intereses espurios a los intereses legítimos de la Nación. Reproduciéndose el esquema mediante el cual, secuestrando la voluntad de los mandantes, desde el seno del Congreso de la Unión las fracciones parlamentarias, se despachan a su antojo; recreándose los viejos vicios que en el discurso dicen se proponen superar, poniendo a tono al sistema político con los grandes retos, desafíos a que se enfrenta la sociedad mexicana en el siglo XXI.

El gatopardismo es el común denominador. Cambiar para seguir igual ó, lo que es peor, para retroceder. Las consecuencias de tal incongruencia está a la vista de todo el mundo: estancamiento y pertinaz deterioro de la economía; pérdida de soberanía alimentaria; bancarrota de PEMEX, IMSS, ISSSTE, Industria azucarera; decremento del empleo, del salario y pérdida de derechos y conquistas laborales; incremento galopante de la pobreza, la migración, la inseguridad y la delincuencia organizada; cuestionada gobernabilidad y como constante, la violación de los derechos humanos básicos de connacionales y extranjeros en territorio nacional. Todo en el marco de una manifiesta corrupción e impunidad.

Las causas profundas del deterioro y la insoslayable desigualdad en el seno de la sociedad mexicana, no pueden más que atribuirse a un sistema político caduco, que insiste en sostenerse en partidos políticos inconsistentes y proclives a la manipulación y el engaño. Ha llegado la hora de una revisión a fondo y de actuar en consecuencia. Sin embargo, esta tarea no puede sustentarse en una clase política que legisla y actúa en su propio beneficio, de espaldas a una ciudadanía que se mantiene al margen.

La reforma del Estado, que implica un nuevo pacto social con el consenso de todos, no va hasta sus últimas consecuencias sin la participación de la sociedad en su conjunto. De ahí la urgente necesidad de romper el círculo perverso, rescatando la secuestrada voluntad popular hoy en manos de falsos representantes, haciendo valer una sana relación entre mandantes y mandatarios por los medios que la ley establece; partiendo de un esfuerzo por democratizar la vida política de la Nación desde el seno mismo de los partidos políticos. Sin este esfuerzo, con elecciones más o menos legales y legítimas, o sin estas, el gatopardismo seguirá dictando las reglas del juego, invalidando el futuro de nuestros hijos.

Bajo esta óptica, poco o nada tenemos que celebrar, antes al contrario, las circunstancias y condiciones en que se diera el proceso concluido debería ser motivo de reflexión y de compromiso colectivo por aprender de nuestros propios errores como sociedad. No se puede soslayar que tras pírricos triunfos electoreros, la democracia clama por su reivindicación.

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miércoles, 5 de septiembre de 2007

¿Quién pagará los platos rotos?

Pulso crítico

J, Enrique Olivera Arce

Lo que para Calderón Hinojosa se reducía a un mero trámite administrativo en el Congreso de la Unión, para el país ha resultado ser un bodrio sin pies ni cabeza, rechazado tanto por las distintas fuerzas políticas como por el sector empresarial. Lejos de acercarse al logro de una cuando menos miscelánea fiscal consensuada, la iniciativa de Reforma tributaria del calderonismo encuentra cada vez más rechazo en todos los ámbitos de la vida productiva, especialmente por aquellos sectores económicos que, como los empresarios, actuaran como sostén propiciador del cuestionado triunfo electoral del candidato de la derecha.

Quienes veían a López Obrador como un peligro para México, hoy son los primeros en alzar la voz en contra de las medidas fiscales propuestas por el régimen del panista del empleo; argumentando que el remedo de reforma fiscal frena la inversión, limita competitividad e imposibilita el sostenimiento y ampliación de la planta laboral.

Pese a la simulación y evasión fiscal amparadas en un sistema tributario proteccionista e inequitativo, es más que sabido que nuestra burguesía nacional --ramplera y cuentachiles como en su momento la calificara el presidente López Mateos--, siempre se ha manifestado reacia a su contribución al desarrollo del país vía pago justo de la carga impositiva a que la ley le obliga. Resultando hoy paradójico que estando a favor de un neoliberalismo que pugna por la reducción del Estado, al mismo tiempo exige que sea este el que se haga cargo de la mayor parte del costo de las tareas del desarrollo.

Y por si esto fuera poco, ahora es la Cámara Americana de Comercio que representa a las empresas estadounidenses en nuestro país, por voz de su director general, la que se suma a la gritería criticando, a manera de chantaje, la iniciativa de reforma fiscal del gobierno mexicano, que considera el cobro de la contribución empresarial a tasa única (CETU) del 19 %, cuando “para no perder el atractivo de la inversión la tasa máxima debería ser del 12 por ciento”.

Entre la espada y la pared, el gobierno ni va para adelante ni recula en la medida de lo deseable por sus principales críticos, la iniciativa privada. Tanto la Secretaría de Hacienda como el Congreso de la Unión están empantanados. Ni unos ni otros encuentran el justo medio que concilie los distintos intereses en juego para alcanzar el anhelado consenso. Gobierno, partidos políticos y empresarios nacionales y extranjeros, en lo oscurito, discuten un tema toral para la Nación sin alcanzar acuerdo alguno.

Y a eso, para tener el cuadro completo, agreguémosle el beneplácito del PRI y del PRD para con la propuesta calderonista de incrementar el impuesto a la gasolina y los efectos colaterales de esta medida.

Así, el interés de clase de quienes tienen todo y quieren más, hace sentir su peso específico; pretendiendo salvaguardar sus pingues ganancias a costa de los recursos de la Nación y de la mayoría de los causantes cautivos del ISR, que como siempre, terminan siendo quienes pagan los platos rotos.

En el inter, el pueblo llano, hombres y mujeres de a pie, ajeno al debate y al bombardeo mediático con el que se pretende legitimar el argumento de unos y otros, simplemente espera. Al fin y al cabo sabe que, como siempre, terminará llevando sobre sus espaldas el peso de una carga tributaria injusta y contraria al interés nacional. Verdad de Perogrullo que no puede ocultar ni la demagogia gubernamental ni la simulación partidista. En una sociedad profundamente desigual y a cargo de una clase política sometida a oscuros intereses, no se puede esperar otra cosa que no sea el sacrificio de los más en beneficio de los menos.

La insepulta Liga Agraria

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

A escasas 40 horas de que el huracán Dean impactara la costa veracruzana y ya velándose en Tlacolulan el cuerpo del campesino que en vida llevara el nombre de Salvador Velasco Mendoza, solícita la dirigencia estatal de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos, ajena a los efectos del meteoro en el sector agropecuario, organizaba en la colonia 6 de enero un foro proselitista en apoyo a David Velasco Chedraui, candidato de la alianza fidelidad a la alcaldía de Xalapa.

Confirmando con hechos concretos el tenor de nuestra colaboración anterior en la que expresáramos nuestra percepción de una absoluta indiferencia frente a lo que al campo depara el TLCAN. “ocupados en el proceso electoral y preocupados por sus posibles resultados, políticos, servidores públicos de todos los niveles, ni sudan ni se acongojan frente a la traición y la suerte que con esta le depara al campesinado veracruzano, ubicándose en la misma tesitura todos aquellos que se dicen líderes agrarios; los mismos que en la arrebatinga de las parcelas de poder están recibiendo ni más ni menos que lo que se merecen: limosna política.”

Insensible frente al dolor de aquellos que en el pasado fueran sus hermanos de clase, ajena a las miles de hectáreas de cultivos siniestrados, de los que depende la maltrecha economía agraria veracruzana, e indiferentes ante lo que el propio gobernador calificara de un desastre de gran magnitud, el inexistente liderazgo que encabeza Bertha Hernández Rodríguez enseñaba una vez más el cobre. Cuidando más de alcanzar la ansiada limosna política que por cuidar, cuando menos las formas, frente a un evento de la naturaleza cuyos daños colaterales en el sector agropecuario habrán de sentirse con toda crudeza a lo largo de varios meses.

La Liga de Comunidades Agrarias, atendiendo a su historia, estaba más que obligada a actuar en consecuencia frente al embate de la naturaleza. Antes, durante y después del paso del meteoro por tierras veracruzanas, su presencia en las comunidades rurales debió haberse sentido. Como en todo momento debería haberse sentido frente a las amenazas confirmadas de las consecuencias del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). No ha sido así y el campesinado sabrá en su momento cobrarse el desaire.

Más no sólo es la Liga la que deberá cargar con este estigma. También el candidato de la Alianza Fidelidad, pagará en las urnas el costo de su carencia de sensibilidad social y desparpajo político; más que lucirse en mítines y foros, como aspirante a la alcaldía de Xalapa debió asumirse solidario con los sectores más pobres y desprotegidos del municipio. Palpando de primera mano las medidas previas de protección civil tomadas por las autoridades responsables, y los efectos del temporal en una ciudad infraestructuralmente rezagada, casi en franca indefensión frente a fenómenos meteorológicos, para así normar su criterio frente a obligaciones futuras, caso de ser elegido como alcalde. David Velasco Chedraui no actuó así y deberá enfrentar el costo de su ligereza.

Desprendiéndose como colofón de lo anterior lo que ya de antemano es sabido: cualquier manifestación --sea cual fuere su origen partidista-- de una falsa solidaridad expresada en medidas asistencialistas de auxilio a la población damnificada, frente a la magnitud del impacto en la economía campesina y de la población urbana más desprotegida, de un huracán que, parafraseando al señor Calderón Hinojosa, gracias a Dios apenas toco tierras veracruzanas con grado dos de intensidad, no podrá calificarse más allá de una oportunista manifestación demagógica con fines estrictamente electoreros.

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