miércoles, 17 de octubre de 2007

Fox y la estatua, pretexto a modo

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Lo que parecía una tormenta en un vaso de agua, amenaza con transformarse en tempestad. Los dimes y diretes en torno a la ya mundialmente famosa estatua con la que un dolido panismo veracruzano pretendiera honrar la memoria de Vicente Fox, no sólo ha alterado el clima político de la entidad, sino que ya se han salido de control; tomando peligrosamente el rumbo de la especulación, la sospecha, la intolerancia y el odio, tras un proceso electoral en el que el PAN fuera derrotado estruendosamente por un PRI que, a la fecha, no alcanza aún a valorar el significado del éxito logrado.

Aunque el gobernador insiste, pese a las pruebas existentes, de que no fueron militantes del tricolor los responsables del desaguisado, y menos servidores públicos de su administración, e insinúe que las autoridades municipales de Boca del Río comparten la responsabilidad por no haber anclado adecuadamente al monumento derribado, la opinión pública, con base en los videos difundidos, está más que convencida de que los hechos vandálicos fueron obra de conocidos priístas, entre ellos el diputado Federal y ex presidente del CDE del PRI, Adolfo Mota.

Si como afirma el priísmo veracruzano, la entidad se pintó de rojo tras su triunfo en las urnas el pasado 2 de septiembre, no había necesidad alguna de recurrir a un acto de barbarie para restregarle en el rostro al panismo el peso de la derrota. En su momento el gobernador llamó a la conciliación y a dejar atrás las rencillas derivadas de la elección. Pidiendo a tirios y troyanos sumar trabajo y esfuerzo por el bien de Veracruz. En el partido que se dice mayoritario debió haberse escuchado este llamado y tenderle la mano a la oposición en un acto democrático y civilizado de caballerosidad. No fue así.

Todo por la pugna personal entre el gobernador Herrera Beltrán y el director nacional del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes Linares, a la que lambiscones de toda laya agregan más leña al fuego, dentro del contexto de la pugna por la gubernatura en el 2010.

Confirmándose, con esto, la enorme debilidad existente al interior del PRI estatal, que no se asume como ganador y sí como temeroso ante la posibilidad, aún escasa, de que el PAN pudiera retornar por sus fueros y postular a Yunes Linares como candidato a la gubernatura. Exhibiendo impotencia, intolerancia y sectarismo, resultante de no haber digerido aún que la ciudadanía está con el partido tricolor y no con el panismo. Tan no están convencidos aún de la contundencia del resultado electoral, decidido por el voto popular y la modificación de la correlación de fuerzas a su favor que ello conlleva, que a estas alturas temen que el triunfo se les pueda revertir en la elección federal del 2009, y ya no digamos en la del 2010 en la que se definirá la gubernatura estatal.

De otra manera no se explica la actitud priísta en contra del PAN en Boca del Río y la insinuación del gobernador sobre una posible responsabilidad de Miguel Ángel Yunes Linares en los hechos referidos. Bajo esta óptica, cabe pensar que Vicente Fox y la estatua, han sido tomados por el priísmo como un buen pretexto a modo para, con prepotencia, hacer sentir quien manda en Veracruz.

Pero en tanto la clase política veracruzana juega una vez más al circo electoral, caldeándose los ánimos entre los estrechos círculos cercanos a la pugna por el poder y los beneficios personales y de grupo que éste propicia, los problemas que aquejan a la entidad crecen y se multiplican. El grueso de la población, ajeno a los dimes y diretes y sin sentirse parte de los intereses partidistas en juego, espectador pasivo pero al mismo tiempo preocupado, observa el deterioro creciente de su nivel de vida y expectativas de desarrollo. Tema este último que no parece figurar en la agenda de los políticos, pese a la insistencia en contrario del gobernador Herrera Beltrán y sus tan ilustres como ineficientes colaboradores.

0 comentarios: