jueves, 15 de noviembre de 2007

Las dos caras de la moneda

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce


Los contrastes no se dejaron esperar. Durante el diálogo que con motivo de su Tercer Informe de Gobierno, sostuviera el gobernador Herrera Beltrán con los diputados que integran la XLI Legislatura local, estos fueron más que manifiestos. Partidizada la representación popular, al triunfalismo priísta que insiste en dividir a los veracruzanos, separándolos entre fieles e infieles, se opuso la estupidez de un panismo retrógrada y la incongruencia perredista que no hace acompañar al discurso con hechos concretos y palpables, que le distingan como una oposición política responsable.

Como era de esperarse, las intervenciones del mandatario veracruzano no aportaron nada nuevo. A lo largo de su gestión y en especial en el tercer año de su mandato, se ha dicho todo. La efectiva labor propagandística de su gobierno se ha encargado de dar a conocer con oportunidad todos y cada uno de los logros alcanzados por la administración pública veracruzana, que no son pocos por cierto y que sin duda hablan por sí solos de los avances que registra la entidad en diversos rubros de la vida económica y social de la entidad. Lo único novedoso, fue el formato adoptado y el optimismo desbordado de un priísmo que sin mayor esfuerzo tiene hoy el sartén por el mango en la XLI Legislatura.

Y digo que sin mayor esfuerzo, porque a la luz de los hechos, el PRI recupera la hegemonía política sin necesidad de mover un dedo en la tarea que se echara a cuestas de reconstruir o reinventar democráticamente al partido. Para tener la mayoría absoluta en el Congreso local, ha bastado el singular esfuerzo por trascender de Fidel Herrera Beltrán, cuyo despliegue de inteligencia, colmillo político, disciplina y capacidad impresionante de trabajo, ha puesto en evidencia a una oposición miope y corrupta.

Señalo también el optimismo desbordado del priísmo veracruzano. Porque este se hace acompañar de soberbia y prepotencia. Para la mayoría de los círculos cercanos al poder, la oposición al partido tricolor no existe en Veracruz. Confundiendo la estupidez de un Alejandro Vázquez Cuevas o el pragmatismo y oportunismo pedestre de un Arturo Herviz, con el pluralismo político de una sociedad en la que amplios sectores de la población, ni comulgan con el priísmo ni cuentan con un liderazgo auténtico a través del cual expresar su sentir.

Espectáculo teñido de rojo y de simulación histriónica, en el que sólo se hablara de triunfos, sin destacar las derrotas. Veracruz late con fuerza al calor del titular del poder ejecutivo y los logros de tres años de gestión, calificándose con diez a sólo una cara de la moneda. Si bien los avances son significativos, no han sido suficientes para hacer retroceder ancestrales rezagos en la calidad de vida de la mayoría de los veracruzanos. La pobreza y la desigualdad siguen campeando por sus fueros. La otra cara de la moneda, ignorada en el evento, oculta de los reflectores mediáticos, sin nadie que se atreva a calificarla, sigue determinando en la vida presente y futura de la entidad. Sólo la voz solitaria de Margarita Guillaumín Romero, vilipendiada y descalificada por una galería de porros, puso el dedo en la yaga. Centrando su discurso de posicionamiento partidista en lo que más duele y lastima a los veracruzanos. Sus palabras se perdieron en el vacío. El discurso no tuvo eco; la incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace en el PRD, restan la mínima autoridad política necesaria para hacer prevalecer la idea de que la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, la corrupción, la impunidad, y la deshonestidad intelectual, también laten con fuerza en Veracruz.

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