domingo, 25 de octubre de 2009

La marcha del SME y los medios de comunicación de masas

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El fenómeno de la comunicación afecta en profundidad a toda la organización social y ésta debe ser aprehendida en términos de relaciones de fuerza y no de comunicabilidad o de incomunicabilidad. Los modelos comunicacionales no explican la sociedad, sino que es la estructura social la que explica los modelos comunicacionales.

Armand Mattelart

Son muchas las lecturas a que se presta el absurdo accionar de un Calderón Hinojosa que aparentemente de buenas a primeras, decide de un plumazo extinguir tanto a la paraestatal Luz y Fuerza del Centro como al Sindicato Mexicano de Electricistas y sus más de 45 mil agremiados. Cada interpretación depende de la posición que se tenga en la escala social, del conocimiento sobre el tema y del grado de compromiso para con este sufrido país. Los mismo tratándose de la marcha de reclamo del pasado jueves, objeto de todo tipo de especulaciones, que del rumbo que debería tomar el movimiento de masas que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Como ciudadano común, dependiente de la información y desinformación mediática a que estamos sometidos, quiero detenerme en una de las tantas aristas del tema que hoy es motivo tanto de preocupación como de posicionamientos encontrados, así como de una desparpajada indiferencia: El papel que en el conflicto han jugado los principales medios de comunicación de masas, lo mismo electrónicos que impresos que contribuyen a la construcción de la opinión pública.

A mi juicio, si algo de relevante ha tenido la marcha y mitin en el Zócalo de la Ciudad de México, en un país en el que el reclamo popular sólo queda en eso frente a la ceguera y falta de sensibilidad de las autoridades, es su contribución a la toma de conciencia de sectores importantes de la población y, específicamente entre los que se consideran de izquierda en un amplio espectro que va del radicalismo extremo al colaboracionismo sistémico, en torno al papel que le corresponde jugar a los medios de comunicación de masas, como soporte ideológico de un sistema político, económico y social tan corrupto e ineficaz como el que domina en México.

Y no me refiero a aquellas personas que de manera intuitiva descalifican a tal o cual medio, lanzando improperios en su contra o en contra de sus personeros más destacados que día a día atraen la atención del auditorio, bajo el considerando que es a mentadas de madre como habrán de resolverse los graves problemas de un país sin rumbo cierto y sin avezado timonel. No. Me refiero a los sectores más avanzados de la izquierda que percibiendo el fenómeno, hasta antes del actual conflicto se circunscribían a denunciar lo obvio considerándolo per se y no como expresión intrínseca del capitalismo, sistema social, económico y político dominante en el planeta.

Para estos últimos, si nos atenemos a la poca información difundida al respecto, ha quedado claro que no son los medios en sí los que juegan en contra de los movimientos populares, sino el sistema capitalista en su conjunto del cual estos son lo mismo parte que voceros y conformadores de una opinión pública que debe ser manipulada ideológicamente y sujeta a los intereses trascendentes del sistema dominante. Tarea en la que los López Dóriga, o un desdibujado Ciro Gómez Leyva, entre otros, son apenas simples y serviles peones al servicio del patrón y el gran capital. Combatir a tal o cual medio o a estos últimos con estériles denuncias y reclamos, carece de sentido; si hoy son estos mañana serán otros, prevaleciendo siempre la función central de respaldar ideológicamente al sistema del cual son parte activa.

A estas alturas del conflicto social desatado por Calderón Hinojosa, cuyas consecuencias a favor del régimen y del poder fáctico real a decir de los voceros calderonistas son irreversibles, tal toma de consciencia rebasa las expectativas generadas por la movilización del jueves último, haciéndose acompañar por la convicción de que el avance de la izquierda tanto social como electoral por el camino de una simulada democracia representativa, tiende a cerrarse. No es coincidencia el que entre las bases del movimiento que encabeza López Obrador, algunos presionen a este a dejar de lado el camino pacífico de la protesta, el reclamo y la denuncia en torno a un gobierno insensible, ineficaz y anti democrático, para avanzar por la vía de la organización, el programa y la acción consecuente en el combate al sistema capitalista en su conjunto, haciendo sentir el peso específico del descontento popular frente a un estado de cosas ya inaceptable.

Como tampoco es coincidencia el que el tema de la muerte de las ideologías y la lucha de clases, ocupen ahora lugar destacado en el debate entre amplios sectores de la izquierda. Tema que transversalmente pasa por el papel de los sindicatos y organizaciones de masas, en un retorno al marxismo como instrumento de análisis de la realidad concreta y guía para la acción.

En política las coincidencias no existen como tampoco la angelical caridad cristiana que muchos esperan de los medios masivos de comunicación. Todo gira en torno a los objetivos del sistema dominante, sus contradicciones y su capacidad histórica de supervivencia. Así lo están entendiendo aquellos que leyendo entre líneas se ocupan de obtener de la marcha del SME las mejores lecciones, sin detenerse en la interpretación simplista de la desgastante pugna intra e interpartidista por sacarle el mayor provecho electoral a una movilización social que busca respuestas en escenarios y caminos diferentes.

Que tanto influya lo anterior en el conjunto de la izquierda en México, está por verse. Lo relevante es que el tema ya está puesto en el centro del debate.

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