domingo, 25 de octubre de 2009

Sociedad y crisis del sistema de partidos políticos

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En nuestra isla de la fantasía el Congreso local por mayoriteo de la diputación priísta y a instancias del titular del ejecutivo aprueba sin mayor trámite restarle funciones a la Secretaría de Desarrollo Social, transfiriendo programas y recursos destinados al combate a la pobreza a la Secretaría de Gobierno. Sin más propósito que, por un lado, bajar del caballo a Ranulfo Márquez en su aspiración de alcanzar la candidatura del PRI al gobierno de Veracruz y, por el otro, centralizar la operación político electoral para los comicios del año próximo.

Esto en un escenario y contexto de un ambiente político en la capital de la República que se calienta y se enrarece a consecuencia del albazo calderonista en contra del Sindicato Mexicano de Electricistas y la aprobación por mayoría del PRI y el PAN de una Ley de Ingresos para el 2010 y su miscelánea fiscal correspondiente, a todas luces recesiva y contraria al interés de la Nación.

Lo aprobado por el Congreso local en nuestra ínsula, sin ruido, a la chita callando y sin el mayor asomo de una oposición responsable y consecuente, no puede considerarse como un hecho aislado y ajeno al ríspido clima que prevalece en la capital del país. Por ahora y en tanto no se pronuncia el pleno del Senado a favor de modificar la minuta de la Cámara de origen, el costo político de la aprobación del paquete económico recae en el PRI y su sumisa diputación federal. Interponiéndose en el camino del joven diputado federal y delfín a quien se pretende imponer como candidato priísta a la gubernatura de Veracruz, por lo que hay que poner las barbas en remojo, anticipándose a lo que viene.

De ahí que lejos de proceder a adelgazar el pesado aparato gubernamental estatal, se recurre a una medida coyuntural de “reingeniería”; poniendo en manos de Reynaldo Escobar Pérez, o sea las del propio gobernador, aquellos programas y recursos previstos para inclinar la balanza electoral a favor del partido de la fidelidad.

Y no se esperaba menos cuando ya el propio maestro Fidel Herrera Beltrán en días pasados pusiera en evidencia la incapacidad de su gabinete para seguir puntualmente las directrices emanadas del titular del Poder Ejecutivo Estatal, constatando de viva voz del Secretario de Desarrollo social, las aspiraciones de este de desbancar al delfín de su posición de candidato impuesto. Con la medida aprobada por el Congreso, se descobija a Ranulfo al mismo tiempo que se asegura que programas y recursos no se dispersen ni sean empleados para un destino diferente a lo que electoralmente conviene.

El PAN viene con todo en su pretensión de ganar la gubernatura de Veracruz en el 2010, encabezándolo Miguel Ángel Yunes Linares. El todo incluye programas y recursos federales asistencialistas con clara orientación electoral. El maestro Herrera Beltrán así lo percibe y actúa en consecuencia centralizando bajo su control personal lo que a programas y recursos estatales se refiere. Lo que estaría por verse es si Escobar Pérez y su paso de elefante como operador político, tocará baranda o fungirá como simple figura decorativa, sumiso firmón al servicio del patrón.

Y mientras en el aldeano ajedrez se acomodan alfiles y peones con una estrechez de miras estrictamente de corte electorero, el consenso nacional crece y se fortalece en torno a lo que para el futuro ofrece una clase política insensible y corrupta que conduce al país al despeñadero. Ya no es un secreto; la gran mayoría de la población podrá ser ignorante pero de ninguna manera pendeja; lo que esta percibe, es que cada vez es mayor el distanciamiento entre sus intereses cotidianos de supervivencia en los que se sustenta la vida económica y social del país, y los propósitos, objetivos y “buenos deseos de salvar a México”, de una nefasta partidocracia que tiene secuestrada a la endeble democracia representativa.

Clase política y sociedad civil marchan por caminos paralelos sin un punto de encuentro aceptable. Se mueven con ritmos diferentes y con grados de pertinencia y urgencia cada vez más contrapuestos para afrontar las crisis concurrentes que se agudizan. La crisis de credibilidad, sentido común e ilegítima representatividad por la que atraviesa el sistema de partidos políticos en México, está expuesta en el terreno de lo obvio; correspondiéndose con el modelo agotado de un neoliberalismo fracasado que el gobierno de México y la clase política en su conjunto se resiste a abandonar, como ha quedado asentado con la aprobación por la Cámara de Diputados de La Ley de Ingresos y Miscelánea Fiscal para el 2010, al ponerse en el tapete de la negociación el costo político partidista y no el interés de la nación.

El PRI y el PAN, mejor conocidos hoy por la agudeza del ingenio popular como PRIAN, no son los únicos que tendrán que afrontar el costo político de las canalladas del régimen calderonista. Es el sistema de partidos políticos en su totalidad el que en las urnas habrá de cargar con el costo electoral de dejar en manos del pueblo el pagar los platos rotos de más de cinco lustros de neoliberalismo despilfarrador. Ni sabe ni quiere reconocer la profundidad de su propia crisis y mucho menos su derrota como instrumento de interés público, mediador del permanente conflicto que genera el poder fáctico confrontando al interés superior de las mayorías subordinadas.

Constituido en juez y parte, el sistema de partidos políticos en nuestro país se ha privado a sí mismo de legitimidad democrática. Sirviendo a dos amos, queda mal con aquel a quien se debe, traicionándolo. El mal que ello acarrea a México en su presente y futuro, está a la vista. En el terreno de lo estrictamente electoral no podría estar peor; debiendo recurrir, para mantenerse, al manido expediente de la simulación, la manipulación mediática y el grosero manejo de programas y recursos asistencialistas a cambio del voto, capitalizando en su provecho la miseria que dice combatir.

Lo mismo en el ámbito federal que en nuestra insular aldea, el obligado costo electoral se cubrirá con dinero de los propios contribuyentes. Diputados federales y locales, expresión concreta de la nefasta partidocracia, así lo entienden actuando en consecuencia. En tanto que el grueso de la sociedad civil, hasta ahora paciente, conservador, conformista y la mayor de las veces indiferente, está al límite de su resistencia.

Suele decirse que el hilo se revienta por lo más delgado. Esperemos por el bien del país que la cauda de contribuciones fiscales directas e indirectas que habrán de descarnar la espalda de más de 50 millones de mexicanos en condiciones de pobreza y pobreza extrema, entre los que se cuenta a 2.5 millones de desempleados que sin tener ingresos deberán pagar impuestos por lo que consumen, no sea la gota que derrame el vaso.

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