sábado, 18 de octubre de 2008

Demagogia en tiempos de crisis

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce


La demagogia en tiempos de crisis, no engaña a nadie, se revierte contra quien la practica, exhibiéndolo, cuando menos, de torpe, como nos fuera dado observar en el Congreso local con la propuesta de Doña carolina, la diputada con aspiraciones de más, de reducir las dietas de sus colegas. Cuidándose, eso sí, de que no se toquen compensaciones, gastos de representación y gestoría, viáticos e ingresos extraordinarios por comisiones especiales, etc... ¿Usted estaría de acuerdo, Sra. Guillaumin, si la propuesta de la Sra. Gudiño aplicara a todos los ingresos que percibe un diputado, incluyendo aquellos que tienen asignados quienes participan en la coordinación del pacto para la gobernabilidad? Seguramente que no, es más, ya habría puesto el grito en el cielo y movilizado en su defensa a lo que queda del PRD.


Si realmente la diputación local, entendiendo el alcance de la crisis financiera internacional y como repercute esta en los bolsillos de sus representados, se dedicara a lo suyo, legislando en consecuencia para que la austeridad, la mesura y el buen juicio fuera aplicable a toda la administración pública estatal y municipal, eliminando lo superfluo en el ejercicio del gasto corriente y reorientando la inversión pública al rescate de la planta productiva, los veracruzanos no sólo revalorarían el papel del Congreso, le colgarían una medalla a cada diputado.


Pero no es así. Por más que se afirme que las señoras y señores diputados únicamente son “mandaderos” de sus representados, sacándose de la manga iniciativas que ni vienen al caso, que no son consultadas con los electores, ni contribuyen a mejorar la alicaída economía de la entidad, el valor que el pueblo le asigna a nuestro Congreso local deja mucho que desear; considerándosele simple extensión del poder ejecutivo estatal. En este marco de valoración, el desplante demagógico de Doña Carolina, en eso queda. Como medida tendiente a coadyuvar a hacerle frente a la crisis económica, ni perjudica ni beneficia, pero eso sí, socialmente confronta sin necesidad al Congreso con la ciudadanía en tanto exhibe la grosera distancia entre lo que gana un diputado y lo que perciben hombres y mujeres de a pie. Lo digo yo y no soy de ninguna manera “su vocero”.


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