jueves, 2 de octubre de 2008

¿Dónde quedó la política?

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Perdidas esencia y formas, en Veracruz la política política brilla por su ausencia. En el desorden administrativo, el rumor, el chisme y la calumnia, laten con fuerza en Veracruz. No hay político, servidor público o tema que se libren de la especulación, la maledicencia o el correveidile con oscuras intenciones. Lo que se publica en los medios es una cosa y otra, muy diferente, lo que corre de boca en boca en comederos y cantinas. El propio gobernador del estado ha denunciado que en la internet, es víctima de rumores y calumnias con la aviesa intención de demeritar su desempeño.


La normalidad política en la que se respetan tiempos, se guardan las formas y se atiende al acomodo de las diversas fuerzas sociales en conflicto, es cosa del pasado. La incongruente y anticipada contienda electoral deja a la política en segundo término, privilegiándose el chisme en una cruenta lucha de todos contra todos. Nadie está a salvo, víctimas o victimarios se confunden en una cada vez más manifiesta tendencia al vacío de autoridad que lo mismo va del centro a la periferia que de la periferia al centro.


Se pensaba que el poder y el control del gobernante en turno por sobre todas las fuerzas políticas de la entidad, era omnímodo. No se mueve una hoja sin el conocimiento o la determinación del Maestro Fidel Herrera Beltrán y sin embargo, la realidad veracruzana desmiente tal supuesto. Ni se vive en una isla en la que no pasa nada, ni todas las fuerzas y corrientes políticas, lo mismo en los partidos de oposición que en el seno mismo del oficialismo priísta, responden a control alguno. Cada quién para su santo, es la consigna y, frente al desorden existente y una división de poderes diluida, la vida política en la entidad es caldo de cultivo propicio para el crecimiento desbordado del chascarrillo de mal gusto.


El fenómeno no es privativo de Veracruz, el desorden, el triunfalismo sin sustento, y el vacío de poder que se origina en el núcleo panista del (des)gobierno federal, repercute en todas las entidades federativas. La corrupción, la impunidad y la desinformación, campean por doquier. Se perdieron las formas, y, con ello, el respeto, confianza y credibilidad de las instituciones. Nunca como ahora en los últimos 50 años se presentara tan endeble el estado de derecho y la gobernabilidad.


Mal de muchos, consuelo de tontos. Si al Sr. Calderón se le denigra a mansalva, no debe sorprender que a Fidel Herrera Beltrán se le haga víctima de calumnias, chascarrillos y chismes mal intencionados, se dice en los corrillos cortesanos. Cuanti más a funcionarios estatales de primero y segundo nivel, cuya ineptitud y proclividad a ser diligentes mandaderos, lo justifica.


El chisme sustituye a la política. Frente a la ausencia de información veraz y de compromiso para con el país y la entidad, se evade el debate, las propuestas fundadas, la autocrítica y crítica constructiva; el quehacer político se encierra en el círculo vicioso del auto elogio mediático, quien paga más, más aparece. La imagen mediática substituye a la acción consecuente, lo mismo del político que del servidor público. El perro se persigue la cola tras perder la brújula, y el mordisco falaz de la diatriba cierra el círculo perverso. Así se hace y se vive hoy la política en Veracruz.


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