miércoles, 22 de octubre de 2008

Es la terca realidad. Todos vamos en el mismo barco

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Quien mejor que el gobernador del estado para tranquilizar las encrespadas aguas de la incertidumbre frente a la crisis económico financiera global. Como bien señala en su mensaje difundido hoy miércoles por la tarde en “gobernantes.com”. Mal haría si con su sapiencia, experiencia y conocimiento a profundidad de los retos y oportunidades a que nos enfrentamos, se dejara llevar por el desánimo y la parálisis en la conducción de su gobierno.


Como el Maestro Fidel Herrera Beltrán lo destaca, la crisis económica y financiera cuyas ominosas señales indican que habrá de prolongarse más allá del corto plazo, requiere de gobernantes –presentes y futuros- con pleno conocimiento de la economía. Del presupuesto, de los ciclos financieros y de las estrategias que serán necesarias para darle certidumbre y viabilidad a las familias veracruzanas.


Entre estos gobernantes visionarios, el de Veracruz se anota. Enfatizando que está más que hecho para responder a los retos y los riesgos que a las condiciones bonancibles, porque conoce la historia y la fortaleza de nuestra sociedad y por haber tenido claridad en muchos temas de lo que ocurriría en los ciclos de la economía internacional y en la economía norteamericana. Bajo este supuesto, es que hace un llamado a los veracruzanos todos a mantener la calma y a confiar en su gobierno; sabedor de que Veracruz esta blindado por el buen manejo de las finanzas públicas, asegurando que vamos a salir bien librados de la contingencia financiera.


Acostumbrados la mayoría a ver el árbol ignorando el bosque, las palabras de optimismo y aliento del gobernador Herrera Beltrán deberían ser suficientes para no dejarnos vencer ante la adversidad, haciendo de la crisis en México y en el mundo aliciente para valorar nuestras fortalezas que son más que nuestras debilidades, así como nuestra entereza como pueblo tanto para enfrentar los retos como para salir avante. Desafortunadamente y sin ánimo de minimizar el obligado mensaje y compromiso de nuestro gobernante para con los veracruzanos, pesa más en el ánimo ciudadano una terca realidad que insiste en que todos vamos en el mismo barco, que hace agua y que no encuentra puerto seguro.


Más allá de nuestras fortalezas, la profundidad de la crisis y la amenaza nada velada de una recesión en los Estados Unidos de Norteamérica, no hace excepciones. Mucho menos cuando la economía de México está atada al centro económico financiero de un mundo que se derrumba. Baste saber, sin tener formación en las ciencias económicas, que los primeros efectos coyunturales en México se expresan en desempleo e inflación, una desatada especulación propiciatoria de la devaluación del peso frente al U.S. Dollar; en la reducción de las reservas, remesas, y divisas provenientes del turismo; la volatilidad en la bolsa de valores; la pérdida de más de 50 mil millones de pesos en el sistema de ahorro para el retiro, y la limitada oferta crediticia para atender restricciones históricas de liquidez de la pequeña y mediana empresa, urbana y rural. A lo que habría que agregar que frente a la crisis, el campo mexicano se encuentra desmantelado y sometido a políticas públicas que muy poco hacen para su recuperación. Si pese a todo, Veracruz es la excepción y cuenta con la fortaleza necesaria para revertir en provecho propio una tendencia que es general, que bueno, nos habremos salvado.


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