martes, 14 de octubre de 2008

La crisis mundial del capitalismo no es ilusión

En Perspectiva

J. Enrique Olivera Arce


“La cruda realidad es que los países en desarrollo deben prepararse para una disminución del comercio, los flujos de capital, las remesas y la inversión interna, así como una desaceleración del crecimiento”


Robert Zoellick, Presidente del Banco Mundial


En tanto que el Fondo Monetario Internacional advierte que la crisis es grave, será prolongada y que ya se está al borde de una recesión generalizada que podría desembocar en una crisis humanitaria, destacando que por su profundidad “no tiene soluciones domésticas, es de todo el mundo y tiene repercusiones en todo el mundo” (como ya lo prueba la caída en el precio del petróleo, el que un país entero como Islandia se haya declarado en bancarrota y otro, Inglaterra, haya estatizado de facto el sistema bancario), en México el Sr. Calderón Hinojosa a destiempo afirma que “si bien llevará tiempo revertir la crisis financiera a escala mundial, su gobierno enfrentará los momentos difíciles y, una vez que pasen, nuestra economía será más fuerte, generará empleos y crecerá más rápido”. Para ello sea posible, el residente de Los Pinos ha propuesto ampliar el gasto en obra pública, agilizar el ejercicio de los recursos gubernamentales, construir una nueva refinería, impulsar a las pequeñas y medianas empresas y quitar trabas al comercio con la desregulación y desgravación arancelaria.


De autorizar el Congreso de la Unión el plan anticrisis” del calderonismo, empezaría a operar en los primeros meses del próximo año, empatándose con el proceso electoral federal intermedio en el que el panismo en el gobierno está dispuesto a triunfar a como de lugar y por los medios que sean necesarios, para asegurarse una mayoría legislativa. Luego la pregunta obligada: ¿Cuál será el orden de prioridades a considerar por el gobierno federal para los próximos cinco meses? ¿Paliar los efectos en puerta de la crisis global con la unidad y consenso nacional? ¿El fortalecimiento de la estructura político electoral del PAN, para asegurar el triunfo que desea y necesita Calderón Hinojosa, profundizando la polarización de la sociedad?


Esto en medio de una realidad incontrovertible: el país que pretende gobernar el Sr. Calderón no es el que conocemos y vivimos la mayoría de los mexicanos y mucho menos el que contemplan los gobernadores priístas. Basta un ejemplo:


En este inquietante contexto de crisis global, el maestro Fidel Herrera Beltrán asegura que en Veracruz reina la confianza y la certidumbre, contándose con una economía fuerte y finanzas públicas saneadas; al mismo tiempo que el oficialismo priísta, al margen del escenario de la crisis y por todos los medios a su alcance, da por descontado que para la elección del 2009 obtendrá carro completo gracias a la acertada conducción del gobernador y sus altos índices de popularidad.


Lo cual indica, por lo menos en lo que se refiere a nuestra entidad, que el gobierno federal y el veracruzano transitan por caminos distintos y a ritmo diferente. Para el primero la ruta es escabrosa, incierta en sus primeros tramos, aunque espera sea tersa en el mediano y largo plazo. En tanto que para el segundo, no se vislumbran escollos en la ruta, se mantiene paso y ritmo y todo es miel sobre hojuelas, tanto en lo económico como en lo político.


¿Cómo espera entonces el Sr. Calderón homogeneizar y concentrar esfuerzos para que todo el país avance sobre la misma ruta y con el mismo ritmo? Esto lo deja ya en manos del Congreso de la Unión, que deberá encargarse de la distribución del pastel presupuestal privilegiando, en teoría, el interés más general de la Nación por sobre los intereses particulares de entidades federativas y quienes las gobiernan. Lo que nos remite a los próximos dos meses de intenso y complicado jaloneo político en torno al presupuesto de ingresos y egresos para el 2009, con el agregado de que ello se empata con el dictamen y aprobación, en su caso y con claros tintes privatizadores, de la controvertida reforma petrolera.


Por cuanto a hombres y mujeres comunes, la mayoría absoluta de este país, ajenos al ajedrez cupular, mareados por tanto triunfalismo mediático, y alimentados más con desinformación que con información veraz y objetiva, el único punto de referencia válido para palpar la profundidad de la crisis es el bolsillo. Indicador que ya anuncia que más allá de los planes anticrisis del gobierno federal y el optimismo absurdo de la clase política veracruzana, la realidad se impone. Por simple sentido común se infiere que a un país con 40 millones de seres humanos en condiciones de pobreza y una población ocupada que en promedio no percibe más de cinco salarios mínimos –muy mínimos por cierto-, no le puede ir mejor que a Islandia, en una crisis planetaria que rescata a los ricos y socializa las pérdidas castigando a los pobres.


En este escenario, ¿a cual México debemos acogernos en los próximos meses para mantener la paz y concordia a que se refiere el gobernador Fidel Herrera Beltrán en sus discursos? La crisis no espera y la desesperación domina, cuando el consejero más íntimo del pueblo es el estómago vacío.

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