viernes, 6 de noviembre de 2009

Demasiado futurismo electoral y muy poca inteligencia

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Conforme y en apariencia se van asentando las aguas tras el golpe dado a la economía popular con la aprobación de la Ley de Ingresos y la Miscelánea Fiscal para el 2010, para la clase política la atención sustantiva sigue puesta en la sucesión presidencial y no en la crisis que sigue profundizándose.

Para el PRI y el PAN la prioridad es recuperar su mermado capital político, y para la oposición de la autonombrada izquierda electoral, el como aprovechar la oportunidad en la coyuntura y llegar al 2012 con un candidato de unidad, como afirmara ayer jueves Marcelo Ebrard.

En Veracruz aunque se coincide en dejar de lado la atención a la crisis concurrente, la clase política gira en torno a la “guerra de bacinicas” entre los dos partidos mayoritarios, con vías a la sucesión del Maestro Fidel Herrera Beltrán. La tesitura de la contienda cobró su nivel más álgido con los pedestres y ridículos dimes y diretes entre las bancadas veracruzanas del PRI y el PAN en la Cámara de Diputados, exhibiendo los trapos sucios que deberían orearse en casa.

Del PRD, poco se puede decir al respecto. Ni la crisis ni la contienda por la gubernatura y mucho menos por la búsqueda de la presidencia de la República, está en el ánimo e intencionalidad del rupestre conglomerado de clanes menores presuntamente vinculadas a las tribus nacionales cuya mayor expresión se hace sentir en la Ciudad de México. Hasta donde es dable observar entre el polvo del reborunbio que levantan quienes aspiran a presidir al partido del sol azteca en Veracruz, la prioridad es pragmática, inmediatista, y gira en torno al manejo de las prerrogativas, acceso al maiceo y manipulación de aquella militancia de una casi absoluta carencia de conciencia social.

Mañana sábado, entre mutuas acusaciones de corrupción, tendrá lugar un nuevo intento por oxigenar al cadáver con una elección más, de claro corte fallido ¿Qué tanto podrá volver a ser el clásico cochinero?, está por verse. Lo cierto es que para la ciudadanía da igual si se elije una nueva directiva estatal, repiten quienes detentan los cargos por interinato o se opta por cancelar la elección y que sea un enviado del Comité Ejecutivo Nacional quien se haga cargo del tiradero. En el imaginario popular el PRD en Veracruz dejó de existir como opción electoral, permaneciendo latente la nada lejana posibilidad de que las bases reconozcan que su partido está muerto y enterrado y busquen nuevas opciones de participación política.

Mal o bien el perredismo veracruzano cumplió su ciclo histórico y a otra cosa mariposa.

Lo destacable es que así como el PRD devora sus propios restos, el PRI y el PAN se revuelven en su propio cochinero perdiendo ambos compostura, credibilidad y visión de futuro. Inmersos como están en su mutua y absurda guerra de descalificaciones, lanzándose todo tipo de detritus de espaldas a los acuerdos alcanzados a nivel central bajo las banderas del PRIAN, así como en la intestina que tiene lugar en el jaloneo por la candidatura a la contienda por la sucesión en el 2010, se manifiestan ajenos al clamor popular tanto por la aprobación de incrementos en los impuestos como por el deterioro creciente del sustento económico de la mayoría de las familias veracruzanas como consecuencia de la profundización de una crisis que, cuando menos en nuestro país, a juicio del gobernador del Banco de México no tiene para cuando amainar.

Lo que a su vez coincide con el también creciente deterioro del régimen fidelista; pese a la audacia, esfuerzos y palos de ciego del gobernador por generar confianza y mantener en alto las expectativas de una sucesión aterciopelada, sustentada en finanzas públicas sanas y un aparente crecimiento económico que salpica positivamente en lo social a los sectores más desprotegidos de la población, el deterioro es evidente. El control absoluto conforme pasan las semanas, es cada vez más relativo; el poder unipersonal del gobernador con mayor frecuencia es puesto a prueba y quien está llamado a pagar los platos rotos es Javier Duarte de Ochoa, novel diputado federal ubicado como el llamado a ser impuesto como candidato del PRI a la gubernatura, quien no logra atemperar con derroche de recursos y bombardeo mediático, el natural rechazo que sus aspiraciones despiertan en amplios círculos de la clase política veracruzana.

Para la mayoría de los que dicen saber como es el juego, el deterioro del régimen fidelista y la pérdida creciente de autoridad e imagen del gobernador no es de extrañarse; históricamente es repetitivo tal fenómeno, bajo la premisa de que “muerto el rey, viva el rey”, enfocándose los reflectores en el último año del sexenio en curso hacia quien habrá de ser el elegido para gobernar a Veracruz, con la salvedad de que, en esta ocasión y como una última concesión, sea el gobernador saliente quien imponga a su sucesor.

Sólo que la historia es dinámica, nadie se baña dos veces en el mismo río. Hoy vivimos circunstancias diferentes y específicamente inéditas frente a una crisis que no tiene ni pies ni cabeza; la vida política no es ajena a ésta y el comportamiento de los partidos políticos en los últimos tiempos da cuenta de que el descalabro sistémico les tomó con los dedos tras la puerta. Todo puede pasar y no precisamente lo que así se observa en esotérica bola de cristal. Veracruz no es la excepción como se afirma.

El haber optado por la propuesta menos peor y menos costosa en términos de capital político, aprobando el bodrio tributario, es muestra fehaciente de que tan tiene perdido el rumbo nuestro sistema nacional de partidos políticos que Calderón Hinojosa y los poderes fácticos se levantan como los ganadores, sin que se escuche otra cosa lloriqueo y arrepentimiento tras la mascara de un falso triunfalismo. Veracruz no está al margen de la ausencia de rumbo cierto y de respuestas certeras frente a una crisis que transversalmente trastoca toda la vida nacional, su aldeana clase política así lo manifiesta dándole la espalda también a una terca realidad que como bien lo expresara Narro Robles, Rector de la UNAM, en todo el país exige con carácter de urgente el refundar la República.

Demasiado futurismo electoral y muy poca inteligencia de la clase política son la constante. Es de desearse que los festejos del Bicentenario de los prolegómenos de la Guerra de Independencia y el centenario del inicio de la Revolución Mexicana, frente a tal pequeñez de miras no resulten infausto anuncio de un desborde de violencia popular.

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1 comentarios:

Fernando Winfield dijo...

Muy buen análisis, Enrique.