miércoles, 31 de diciembre de 2008

Veracruz. Decálogo y blindaje

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El pretendido blindaje de la entidad frente a la crisis, tras varios meses de minimizar esta, por fin se intenta concretar en un Pacto de Articulación Gubernamental al que deben sumarse tanto las diversas fuerzas políticas como los actores productivos en sus respectivos ámbitos de competencia. Sustentado en un decálogo que al igual que el Plan Estatal de Desarrollo, no pasa de simples generalidades y lugares comunes, destaca por un nuevo llamado a sumarse a las políticas neoliberales “anticíclicas” de Felipe Calderón Hinojosa. O lo que es lo mismo, un nuevo llamado a misa para más de lo mismo.


Paradójicamente, el día que el gobernador anuncia en Veracruz el nuevo “Pacto de Articulación Gubernamental”, llamando a cerrar filas en torno al “presidente”, el Sindicato Mexicano de Electricistas denuncia la política “anticíclica” y antipopular calderonista de reducción de las tarifas eléctricas a la gran industria, a costillas del consumidor doméstico que pagará los platos rotos.


Igual de paradójico resulta el que una vez más, el panismo veracruzano da la espalda a las iniciativas del gobernador; poniendo en entredicho la posibilidad de un acuerdo político para los fines buscados, entre el gobierno de Veracruz y el calderonismo en el poder. La proximidad de las elecciones intermedias, nuevamente se impone por sobre todo intento, por mínimo que sea, para encontrar alternativas tendientes a paliar los efectos de la crisis.


Llamando la atención en este nuevo esfuerzo de Fidel Herrera Beltrán por mantener su liderazgo, que, fruto de la costumbre, los miembros del gabinete y la mayoría de los medios de comunicación, simplemente y sin el más mínimo talante crítico, dan como un hecho que las medidas anunciadas en el largo discurso del gobernante del día 29, son las técnica y políticamente correctas para afrontar una crisis global, geopolítica, económica y social, que a estas alturas no tiene ni pies ni cabeza y mucho menos respuestas para enfrentarla con relativo éxito. Nadie cuestiona si el gobierno estatal y la sociedad veracruzana en su conjunto, están en condiciones de aterrizar tan buenas intenciones, superando la tendencia nacional e internacional al desastre.


Los rostros de los funcionarios, plasmados en las imágenes difundidas, hablan por si mismas, al igual que los comentarios de la mayoría de columnistas y analistas políticos de los principales diarios de la entidad. La inercia domina, reincidiéndose en la aceptación tácita y el halago fácil para con la estrategia fidelista, plasmada en el decálogo. En este escenario brilla con luz propia el Coordinador del COPLADEVER, que sin tapujos difunde su propio diagnóstico sobre esa terca realidad que se opone al discurso triunfalista. Entre el contenido del decálogo y lo expresado por el economista Rafael Árias, hay un mundo de distancia. No se puede seguir tapando el sol con un dedo cuando el creciente descontento popular que genera el sombrío panorama económico reflejado en el bolsillo de las mayorías, exige se afronte la crisis con seriedad, realismo y sentido social.


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martes, 30 de diciembre de 2008

México. Descuentos a tarifas de luz para industriales llegan a 50%: SME

Los usuarios domésticos pagan tres veces más que las fábricas y productores de gran nivel

Patricia Muñoz Ríos. La Jornada 30/12/08

Llegan hasta casi 50 por ciento las reducciones tarifarias que recibirán los industriales mexicanos del país en el pago del servicio de energía eléctrica, según el acuerdo que autorizó la Secretaría de Hacienda para la restructuración de los costos de suministro y venta de energía, determinada desde noviembre pasado.

El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) señaló ayer lo anterior y expresó que, si de por sí los industriales pagan ya tarifas menores que los usuarios de consumo doméstico y comercial, ahora saldrán todavía más beneficiados. Señaló que fue la Secretaría de Energía, a instancias de la Comisión Federal de Electricidad, la que propuso a Hacienda restructurar las tarifas que rigen este servicio, así como la modificación de las disposiciones complementarias al costo del suministro y venta de luz.

Ello con el fin de favorecer a los industriales de altos consumos, para los cuales se estableció la denominada “H-SF”, tarifa horaria especial para servicio general de alta tensión, la cual tendrá “cargos fijos” que se aplicarán a estos empresarios de todo el país.


Carlos Fernández-Vega: México SA

Incumple el personaje que prometió bajar el precio de la luz a “los más necesitados”


La Jornada. 30/12/08


Allá por los dorados tiempos de la campaña electoral, un candidato chaparro, pelón y de lentes (Manuel Espino dixit) aseguraba que “lo que no le cobren a la gente a través de tarifas se lo van a cobrar a través de más impuesto, o a través de más inflación, o a través de más deuda, que también son más impuestos a final de cuentas; la clave está en desenmascarar ese engaño”.


Más de dos años después, ese candidato, impuesto como inquilino de Los Pinos, a esa misma gente le ha cobrado más impuestos, le ha incrementado la deuda, le ha duplicado, cuando menos, la tasa inflacionaria comprometida y, para redondear, no se ha cansado en eso de aumentar precios. Es el mismo personaje que en campaña prometió reducir tarifas eléctricas a “los más necesitados” (“los que menos tienen” era una frase de la competencia).


Pues bien, para no ser tan estrictos hay que decir que cumplió esa promesa de campaña, aunque con un pequeño desvío de objetivo: no ha reducido tarifas eléctricas a “los más necesitados”, sino a quienes más tienen, o lo que es lo mismo a los grandes industriales del país, los que menor empleo generan, pero se quedan con la gran tajada. “No se trata de sacarle a la gente de una bolsa para metérsela en la otra”, decía en campaña. Y también cumplió, con el matiz de que “la otra” bolsa pertenece al gran capital industrial, que suele serlo, también, de las finanzas y los servicios.


De acuerdo con cifras de la Secretaría de Energía, los consumidores de energía eléctrica que dan cuerpo a la gran industria no pasan de 700, o lo que es lo mismo, 0.002 por ciento del universo. A quienes en tiempos de campaña prometió reducirles las tarifas eléctricas no les ha cumplido, por mucho que represente, cerca de 90 por ciento de dicho universo.


La empresa mediana, según la misma estadística, consumidora de energía eléctrica agrupa a 223 mil establecimientos, 0.7 por ciento del citado universo, con el agravante de que este sector es un gran generador de empleo, junto con la mediana y pequeña empresa.

Si se atiende el “argumento” de campaña, 99.998 por ciento de los consumidores de energía eléctrica en el país no son candidatos a que el ahora inquilino de Los Pinos cumpla su promesa de campaña. En cambio, 0.002 por ciento sí, y lo es tanto que el gobierno decidió –sin utilizar el aparato propagandístico, como suele hacerlo con sus “obras para que vivamos mejor”– retirar subsidios a los consumidores domésticos para rencauzarlos a los siempre democráticos barones de la industria.


Leemos en La Jornada de ayer: “en forma subrepticia, el gobierno federal modificó en el último bimestre de este año las tarifas del servicio eléctrico para beneficiar a los grandes industriales y mayores consumidores del país y darles mejores condiciones de pago, e incluso está trasladando a los empresarios subsidios que tenían los usuarios domésticos, mientras para los ciudadanos en 2009 las tarifas de luz se incrementarán en forma mensual… En cuanto a la modificación de las tarifas a escala nacional, información de las secretarías de Hacienda y Energía revela que desde la última semana de noviembre se cambió el esquema tarifario para ‘eliminar el efecto de la volatilidad de los precios de los combustibles y (evitar) que las variaciones inflacionarias’ afectaran a los industriales del país que tienen elevados consumos. Según Hacienda, se trata de ‘atenuar’ el impacto del mayor costo de la energía para los grandes productores del país –nacionales como extranjeros–, ampliar las opciones de pago y adoptar un esquema de cargos fijos para los usuarios industriales de alta tensión… Para el líder del Sindicato Mexicano de Electricistas, Martín Esparza, de nueva cuenta se trata de beneficiar a las empresas privadas y darles mejores condiciones de pago, e incluso se trasladan subsidios que tenían los usuarios domésticos a los industriales. Sin embargo, para los consumidores domésticos durante 2009 seguirá incrementándose el costo de la energía eléctrica, ya que los cobros se determinan tomando como referente el costo de la unidad de medición del gas internacional y no el costo de producción nacional” (nota de Patricia Muñoz).


En dos años de “continuidad”, siempre según la Secretaría de Energía, los hogares consumidores de energía eléctrica se incrementaron alrededor de 8 por ciento; los comerciales cerca de 7 por ciento; los agrícolas 3.6 por ciento; los de la empresa mediana casi 14 por ciento y los pertenecientes a la gran industria cero por ciento; es decir, son los mismos quienes, un año sí y el siguiente también, son receptores de un beneficio que en tiempos de campaña fue comprometido para el grueso de los mexicanos. Y tiene razón: no es lo mismo el voto de los habitantes de casi 28.5 millones de hogares, que los de 700 grandes empresarios; tampoco los tiempos son iguales: una vez instalado en Los Pinos, los importantes son los segundos, y los primeros que arreen.


Mientras a unos les reducen las tarifas eléctricas, al resto se las incrementan, porque de alguna parte hay que sacar los recursos para que la gran industria –igual de grande cuando de financiamiento de campañas políticas se trata, no sin olvidar su grueso altero de facturas bajo el brazo– sea es timulada” y pueda alcanzarse el objetivo de “atenuar” el impacto inflacionario (Hacienda dixit).


De acuerdo con el Banco de México, desde que el gobierno federal registró, así sea en silencio, que el “catarrito” carstensiano (de Agustín Carstens) tenía dimensiones de pulmonía doble, el crecimiento del índice de precios en electricidad ha sido superior a 34 por ciento (junio-noviembre), una proporción soberanamente alejada de aquella promesa de campaña sobre la reducción de tarifas.


Lo mejor del caso es que ya se aproxima una nueva etapa electoral, y el único consuelo que queda a los mexicanos es pasar la factura a los candidatos y partidos políticos incumplidores de promesas de campaña. De ser así, el problema resultante es que México se quedaría sin unos y otros.


cfvmexico_sa@hotmail.com y mexicosa@infinitum.com.mx


Pedro Miguel: Israel

El problema no es que Israel sea un Estado judío, sino que es un Estado terrorista. Aunque hubiese sido fundado y habitado por otomíes, por pashtunes o por noruegos, sus prácticas genocidas merecerían algo más que la condena universal: la intervención inmediata y enérgica de la comunidad de naciones para defender a las víctimas de su barbarie y para llevar a sus gobernantes ante tribunales internacionales de justicia y procesarlos por crímenes de guerra.

Dos razones explican que ello no haya ocurrido aún y que, posiblemente, no ocurra jamás: el (justificado) sentimiento de culpa de las potencias occidentales por no haber impedido el exterminio de judíos que llevaron a cabo los nazis y, mucho más importante y decisiva, la condición de Tel Aviv como aliado estratégico de Europa y Estados Unidos en una región predominantemente árabe, islámica, y por mucho tiempo reacia a uncirse a los dictados colonialistas de las metrópolis. De no ser por esos factores, hace mucho tiempo que Israel habría sufrido un férreo bloqueo económico, habría sido hostigado en forma sistemática y, posiblemente, habría sido arrasado por los bombarderos de Occidente, como les ocurrió a Irak, a la extinta Yugoslavia y a Afganistán.

Y es que el régimen israelí no sólo es culpable de delitos de lesa humanidad, como éste al que asistimos en el fin de 2008, cuando los aviones de Tel Aviv ejecutan sanciones colectivas contra las mujeres, los hombres, los niños y los ancianos de Gaza, sino también de la fabricación de armas de destrucción masiva: las bombas atómicas de Israel, producidas ante las narices de Washington y de Bruselas son, para el mundo, una amenaza mucho más real que las supuestas armas iraquíes cuya existencia inventó George W. Bush para dar justificación a su guerra de negocios. Adicionalmente, el Estado fundado por Ben Gurión y Weismann (vinculados a Haganá e Irgún, organizaciones sionistas célebres por sus represalias sangrientas contra los árabes, y no menos terroristas que las islámicas Hamas y Hizbollá) ha aplicado en Cisjordania y en la porción palestina de Jerusalén una política sistemática de limpieza étnica semejante a la que el extinto régimen de Milosevic puso en práctica en Bosnia; ha saqueado y devastado los recursos naturales de los palestinos, ha reducido a las poblaciones de Cisjordania y Gaza a la explotación inmisericorde, a la miseria y a la humillación y ha implantado, en el territorio israelí, un régimen racista de discriminación y apartheid sobre los ciudadanos árabes.

A estas alturas, el Estado israelí no corre ningún peligro de ser arrasado ni destruido por sus vecinos árabes y musulmanes, y menos por los puñados de desesperados harapientos que de cuando en cuando realizan atentados terroristas contra el sur de Israel. Sus vastos recursos bélicos –obtenidos en buena medida gracias al respaldo incondicional de Washington– le aseguran una ventaja irreversible y aplastante sobre el resto de los países de la región.

Los principales enemigos del régimen de Israel son su propia arrogancia, su impunidad, hasta ahora absoluta, su desprecio hacia la legalidad internacional y la aplicación racista y facciosa de sus propias leyes. Por esa vía, el Estado hebreo (lo mismo daría si fuera mixteco, druso o armenio) se encamina hacia una bancarrota moral irreparable. Occidente debe intervenir, no para destruirlo, como hizo con Irak y con Afganistán, sino para contenerlo, para reformarlo, para rescatarlo de sí mismo y, desde luego, para impedir que siga rindiendo tributos a la barbarie y ofreciéndole al mundo regalos horrorosos como este año nuevo ensangrentado en Gaza. Pero no hay que mezclar las cosas: llegado el momento, cuando suene el shofar, muchos gentiles, con el mismo afecto de todos los años, diremos shaná tobá a nuestros amigos y conocidos judíos, sean israelíes o no.

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