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viernes, 26 de junio de 2009

Carro completo, triunfo pírrico

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“El ganador no toma todo porque, para gobernar, requiere del concurso de los demás. Es el fin de los gobiernos divididos y el inicio de los compartidos.”

Manlio Fabio Beltrones

Las encuestas electorales, como ya es públicamente sabido, arrojan aquellos resultados que benefician a quien las paga. Sin embargo, sin querer queriendo algunas veces suelen ser útiles. Reflejan la dinámica del proceso de reacomodo de las diversas fuerzas políticas a lo largo de un proceso electoral, la intencionalidad del ejercicio como instrumento propagandístico de manipulación social y, por qué no, también una aproximación consecuente a la realidad.

Bajo esta óptica, llama la atención la amplia difusión de un panfleto a todo color repartido en todo el Estado a través de la prensa escrita en donde vino encartado, con el que se divulgan los resultados de la última encuesta de Mitofsky, que a 12 días de la elección del 5 de julio otorga al PRI en Veracruz carro completo. Y no es para menos, pues apenas una semana antes tanto el PRI como el PAN daban por hecho que el carro completo era prácticamente imposible para ambos partidos, dado el clima de polarización que ha venido caracterizando al proceso electoral en marcha.

Folletín en mano, en los círculos políticos y tertulias de café se discuten los resultados apuntados; la sorpresa no es minúscula y la justificación de los mismos para quien se inclina a favor del priísmo, es atribuible, como siempre, al “efecto Fidel” y no a los candidatos, sus perfiles, propuestas o promesas de campaña. Para quienes no comulgan con la “fidelidad”, la encuesta está cuchareada y ven en ella mano negra. Los menos, analizan, echan números, recurren a rumores y comentarios que con anterioridad mencionaban que el PRI podría perder 5 o 6 distritos y, no cuadrándoles las cifras, llaman a tener paciencia y esperar los resultados finales de la elección, ante la posibilidad de sorpresas no esperadas como el triunfo del candidato del PANAL en Huatusco.

En términos de racionalidad democrática, si es que ello tuviera cabida en las actuales circunstancias del país, lo que debería estar a discusión no es la certeza o falacia de la posibilidad del carro completo para uno u otro partido; elementos como la legalidad y la legitimidad de la elección tienen mayor peso, ante el cuestionamiento de la representatividad democrática y rechazo creciente al sistema de partidos políticos en México. Esto no se da, prevaleciendo la fórmula calderonista del “haiga sido como haiga sido”, con un voto se gana.

Pasándose por alto que, estimándose a nivel nacional alrededor de un 60% de abstencionismo como escenario más optimista para el 5 de julio, en Veracruz sobre este mismo supuesto, los partidos contendientes se disputarían un máximo de 2.1 millones de votos, correspondiéndole al ganador con carro completo, si nos atenemos a los porcentajes expuestos en el panfleto de marras, apenas algo así como un poco más de 1 millón de sufragios. Lo que equivale a que la bancada priísta veracruzana en la Cámara de Diputados, habría sido electa por el 20 % del total de votantes registrados en el padrón electoral de la entidad.

Esto último sin contar con que de darse un muy posible incremento en el bajísimo y por tanto poco creíble porcentaje que la encuesta le asigna al PRD y Convergencia, este sería a costa de los dos partidos punteros.

Triunfo pírrico para el PRI y su carro completo, que podría ser legal pero no de ninguna manera legitimo; lejos de reflejar el más del 90 por ciento de aceptación del proyecto priísta de la Fidelidad, como presume el propio gobernador Herrera Beltrán, pondría en evidencia la pobreza de la representatividad democrática en la vida política de una sociedad plural como la veracruzana.

Y lo más preocupante. De acuerdo con la encuesta de marras, la votación a favor del PAN, PRD y partidos menores alcanzaría el otro 20 % restante, dando lugar a un empate entre el partido que gobierna en Veracruz y los que se le oponen, generándose un clima de polarización política que lejos de atemperarse una vez pasada la elección, se vería recrudecido precisamente en el punto de partida para el proceso electoral del 2010, poniendo en riesgo la gobernabilidad en la última fase de la administración a cargo del Maestro Fidel Herrera Beltrán.

¿Esto es lo deseable para el PRI en Veracruz en su aspiración a carro completo? Seguramente no, pero el triunfalismo desbocado suele ser mal consejero en un régimen en el que se rinde culto a la egolatría.

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sábado, 20 de junio de 2009

Veracruz. Diputado Yunes Landa fiel hasta la ignominia

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Con Fidel Herrera Beltrán, hasta la ignominia. Podría sacarse en conclusión de lo expresado el pasado viernes 19 de los corrientes por el coordinador de los diputados del PRI en el Congreso local, Héctor Yunes Landa, quien advirtiera que "quien habla mal del Gobernador Fidel Herrera, quien lo cuestiona, lo señala o lo denosta, tiene automáticamente el repudio de los veracruzanos”.


Es sano conocer a tiempo a aquellos que aspiran a gobernarnos. Cuando Yunes landa, que es uno de estos, afirma que “quien agrede (sic) a Fidel, “escupe para arriba”, se retrata de cuerpo entero ante la ciudadanía como simple lambiscón. A más de identificarse como un enemigo más de la libertad de pensamiento y de expresión, atribuye de manera por demás temeraria su particular punto de vista al sentir y el pensar de todos los veracruzanos.


Para quien aspira a la gubernatura de Veracruz, no es válido cuestionar o señalar a quien en su carácter de mandatario se debe a sus mandantes, so pena de de ganarse en automático el repudio de todos. ¿Cuáles todos? ¿Los diputados del PRI que dicen representar la voluntad popular? ¿Los incondicionales que le deben obediencia a quien dicen es el que manda en Veracruz? O una ciudadanía plural que, independientemente de la filiación política de cada quien, está en su derecho de exigir eficiencia, eficacia y transparencia a aquellos que en su nombre y representación ejercen un cargo de elección popular; así como también está en pleno derecho de calificar, cuestionar, señalar, criticar e incluso de juzgar y condenar a los mandatarios que, a su juicio, no respondan al mandato ciudadano, sin que ello implique “escupir para arriba” o ser enemigo de la fe.


Por cuanto al hecho de denostar, injuriar, o bien calumniar al gobernador en turno, a sus colaboradores, o a cualquier hijo de vecino, ello no da lugar al repudio generalizado sino simplemente a la sanción que de conformidad con la legislación vigente, de ser ello procedente aplique en su caso el juez que corresponda. Así que mi estimado diputado, se pasa. Ignorando, por cierto, que sea cual fuere el gobernante en turno, este siempre será objeto de maledicencias y chascarrillos en las tertulias públicas o privadas, los mexicanos lo llevamos en nuestra naturaleza. Así que para que tanta alharaca y aspaviento, que no sea para tratar de agradar a quien hoy está a cargo del poder ejecutivo estatal. Lo cual habla muy mal de quien lejos de ejercer el mandato de representante de la voluntad popular, servilmente hace el papel de sumiso cortesano del titular del ejecutivo.


Sólo se descalifica, mi estimado. Su perfil expuesto, que por cierto raya en algo cercano al autoritarismo fascista, no se corresponde con lo democráticamente deseable, eso sí, por todos los veracruzanos.

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sábado, 10 de enero de 2009

Hermanos contra hermanos en nombre de la “fidelidad priista”

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En tanto se dilucida si el trámite más inútil del país es la atención en el IMSS o los procesos electorales conducidos por el IFE, en Veracruz el sectarismo, prepotencia e ignorancia de los “camisas rojas” de la “fidelidad priísta” dieron la nota el pasado siete de los corrientes, agrediendo a un grupo de obreros que se manifestaran en contra del gobernador Fidel Herrera Beltrán, durante la conmemoración de uno de los hechos históricos más emblemáticos de la Revolución Mexicana, como lo fuera la Huelga de Río Blanco.


La información en medios locales y nacionales fue breve, pasando casi desapercibida, pero la relevancia del vergonzoso hecho debería llamar a la reflexión, toda vez que resulta inaudito el que al conmemorarse una de las gestas más sobresalientes del movimiento obrero mundial, fueran trabajadores afiliados a la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), los que a palos y tubazos impidieran el que un grupo de hermanos de clase manifestaran su inconformidad para con un gobierno que sistemáticamente se ha negado a atender sus demandas.


(Ver nota)


Hecho que no es otra cosa que resultado del clima de intolerancia que reina en el priísmo veracruzano, que no alcanza a ver más allá de la bandera de color rojo que las 24 horas del día, a lo largo y ancho de la entidad, agita el régimen fidelista en su afán por uniformar el pensamiento y acción de todos los veracruzanos.


Lo que hoy parece un hecho aislado y menor, tomado en el contexto de la guerra sucia electoral que priva en la entidad, podría ser el anuncio de hechos mayores en los próximos meses; habida cuenta del enfermizo propósito del régimen estatal de borrar del mapa a toda expresión política que pudiera impedir el “carro completo”, en la elección de diputados federales en julio próximo, para con ello intentar asegurar la “tersa” imposición del candidato del titular del poder ejecutivo a la gubernatura del estado en el 2010.


Lo lamentable de ello es que el PRI en Veracruz contemple a sus opositores como enemigos y no como adversarios políticos, valiéndose de la violencia sectaria para imponerse por sobre quienes no comulgan con la “fidelidad” hecha gobierno. Más cuando de dientes para afuera, se llama a la unidad de los veracruzanos para enfrentar a la delincuencia organizada y a los efectos nocivos de la crisis económica. No puede construirse la necesaria unidad en un escenario de tal naturaleza, ni la paz social puede prevalecer cuando auspiciándose una elección de Estado desde la cúpula del poder político estatal, la fuerza y la intolerancia substituyen a las ideas y al espíritu democrático que debería animar a los veracruzanos en la búsqueda de una sana convivencia.


En su oportunidad lo señalé. La imposición del presidente del Comité Directivo Estatal del PRI en Veracruz, no era buena señal para la vida democrática del partido tricolor ni garantía de elecciones transparentes en el 2009. Los hechos parecen confirmar mi percepción. Lo último que cuenta es la vida en democracia en una entidad en la que hemos permitido que el rojo violento de la “fidelidad” y el culto a la personalidad del gobernante, estén presente hasta en los textos escolares de nuestros hijos.


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