sábado, 10 de enero de 2009

Hermanos contra hermanos en nombre de la “fidelidad priista”

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En tanto se dilucida si el trámite más inútil del país es la atención en el IMSS o los procesos electorales conducidos por el IFE, en Veracruz el sectarismo, prepotencia e ignorancia de los “camisas rojas” de la “fidelidad priísta” dieron la nota el pasado siete de los corrientes, agrediendo a un grupo de obreros que se manifestaran en contra del gobernador Fidel Herrera Beltrán, durante la conmemoración de uno de los hechos históricos más emblemáticos de la Revolución Mexicana, como lo fuera la Huelga de Río Blanco.


La información en medios locales y nacionales fue breve, pasando casi desapercibida, pero la relevancia del vergonzoso hecho debería llamar a la reflexión, toda vez que resulta inaudito el que al conmemorarse una de las gestas más sobresalientes del movimiento obrero mundial, fueran trabajadores afiliados a la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), los que a palos y tubazos impidieran el que un grupo de hermanos de clase manifestaran su inconformidad para con un gobierno que sistemáticamente se ha negado a atender sus demandas.


(Ver nota)


Hecho que no es otra cosa que resultado del clima de intolerancia que reina en el priísmo veracruzano, que no alcanza a ver más allá de la bandera de color rojo que las 24 horas del día, a lo largo y ancho de la entidad, agita el régimen fidelista en su afán por uniformar el pensamiento y acción de todos los veracruzanos.


Lo que hoy parece un hecho aislado y menor, tomado en el contexto de la guerra sucia electoral que priva en la entidad, podría ser el anuncio de hechos mayores en los próximos meses; habida cuenta del enfermizo propósito del régimen estatal de borrar del mapa a toda expresión política que pudiera impedir el “carro completo”, en la elección de diputados federales en julio próximo, para con ello intentar asegurar la “tersa” imposición del candidato del titular del poder ejecutivo a la gubernatura del estado en el 2010.


Lo lamentable de ello es que el PRI en Veracruz contemple a sus opositores como enemigos y no como adversarios políticos, valiéndose de la violencia sectaria para imponerse por sobre quienes no comulgan con la “fidelidad” hecha gobierno. Más cuando de dientes para afuera, se llama a la unidad de los veracruzanos para enfrentar a la delincuencia organizada y a los efectos nocivos de la crisis económica. No puede construirse la necesaria unidad en un escenario de tal naturaleza, ni la paz social puede prevalecer cuando auspiciándose una elección de Estado desde la cúpula del poder político estatal, la fuerza y la intolerancia substituyen a las ideas y al espíritu democrático que debería animar a los veracruzanos en la búsqueda de una sana convivencia.


En su oportunidad lo señalé. La imposición del presidente del Comité Directivo Estatal del PRI en Veracruz, no era buena señal para la vida democrática del partido tricolor ni garantía de elecciones transparentes en el 2009. Los hechos parecen confirmar mi percepción. Lo último que cuenta es la vida en democracia en una entidad en la que hemos permitido que el rojo violento de la “fidelidad” y el culto a la personalidad del gobernante, estén presente hasta en los textos escolares de nuestros hijos.


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