sábado, 13 de octubre de 2007

Justicia, no turbamultas manipuladas

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Xalapa, Ver., 13 de octubre de 2007.- La política es una verdadera rueda de la fortuna. Quienes desde arriba escupen a los de abajo, tarde o temprano serán víctimas de los escupitajos cuando les toque en suerte estar en la parte inferior del artefacto. Todo lo que sube tiende a bajar y nadie escapa a esta ley física.

Hace apenas escasos doce meses, la clase política y gran parte de los medios de comunicación, festinaban las constantes visitas de Vicente Fox y su esposa a la entidad. Todo mundo quería salir en la foto y casi sin excepción a cual más festejaba las falsas promesas del ejecutivo federal. Al término de su mandato, no faltó quien expresara a voz en cuello que se extrañaba al ex presidente.

Hoy, a diez meses de distancia, las mismas voces vituperan y condenan a quien mal gobernara por seis años al país. Muerto el rey, viva el rey y los reflectores mediáticos se concentran en una nueva pareja presidencial, en declaraciones y promesas de una justa bonanza para Veracruz, vertidas por el presidente en turno y la satisfacción plena se refleja en el rostro de quienes ahora tienen la oportunidad de salir en la foto, arrimados o a la sombra, de los personajes centrales de un México que no logra desprenderse del culto al poder omnímodo de los Tlahtoani que gobiernan.

Sí, la misma clase política que gobierna a Veracruz y los mismos medios de información, se olvidan de su ignominioso papel jugado apenas hace unos cuantos meses y claman al cielo por una justicia a toro pasado, indignados por lo que en el pasado reciente celebraran. Como coincidencia, también son los mismos que desgarrándose las vestiduras no tenían ningún pudor para señalar a López Obrador, candidato entonces a la presidencia de la República, como un “peligro para México”. Condenándole a la hoguera por atreverse a callar a “la chachalaca”, y mandar al diablo a las corruptas instituciones republicanas. Los mismos que sin escrúpulo alguno, califican de provocación al hecho de que un alcalde panista se tomara la libertad de erigir un monumento en memoria de quien fuera adalid de los veracruzanos, sumándose a la gritería que exige que el bocón hombre que no gobernara ni a su queridísima esposa, guarde silencio.

Sin juicio de por medio, no hay duda de que Vicente Fox es presunto responsable de los delitos que se le señalan, entre otros el de haber amasado cuantiosa fortuna de manera ilícita e impúdicamente exhibida. Pero su responsabilidad para con el pueblo de México es aún mayor al haber defraudado la confianza en el depositada, dejando al país en condiciones peores que las que recibiera. Sin embargo, no es con intolerancia ni con actos bochornosos por parte de una turba manipulada, como habrán de restañarse las heridas. Lo que de manera consciente, organizada y pacífica debe prevalecer, es el sentido de justicia y el imperio de la ley. Si Vicente Fox es responsable porque así jurídicamente lo determina la autoridad, que pague, como cualquier ciudadano, en los términos que procedan. Sentándose con ello un precedente que ratifique y haga valer el que nadie está por encima de la ley.

Pretender hacerse justicia por propia mano, no se justifica ni resuelve el problema de fondo: el imperio de la corrupción y la impunidad a la sombra del poder por sobre el estado de derecho que norma la convivencia civilizada de la sociedad mexicana. Sin resolverse esta lacra que lastima e impide el desarrollo del país, pueden derrumbarse mil estatuas con las que se rinda culto a la personalidad de falsos héroes, pero el pueblo seguirá postrado, empobrecido y manipulado, siempre víctima de los escupitajos de quienes ahora en suerte están arriba.

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