viernes, 27 de febrero de 2009

Fidel Herrera, primer violín no cuenta con orquesta

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Cuando el gobernador Herrera Beltrán, ante el asunto del presunto espionaje que se le atribuye a Reynaldo Escobar Pérez, secretario de gobierno, declara muy al estilo del ¿yo por qué? de Vicente Fox, "No tengo la menor idea, yo ando en la promoción de los empleos, los casos de espías en conflictos son de telenovela, eso no es de mi incumbencia", pareciera que entre su actividad personal y lo que hagan o deshagan sus colaboradores, hay distancia de por medio. Lo que obliga a la reflexión sobre un tema que conforme pasan los días va cobrando fuerza en la opinión pública.


Ser lambiscón no es mi estilo. No se me da. Sin embargo mentiría si no reconociera el intenso activismo político y el incansable y cotidiano trabajo del maestro Fidel Herrera Beltrán al frente de la administración pública veracruzana; los logros alcanzados en beneficio de la comunidad veracruzana a lo largo de casi cinco años en la brega, así como su permanente esfuerzo por trascender como un gobernante cercano a la gente le han ganado un especial lugar en el ánimo de la ciudadanía. Puede o no gustarme su estilo personal de gobernar, como no me gusta su proclividad a lo espectacular y muchas veces, sin sustento, afán mediático por trasmitir una imagen demasiado optimista de la vida política, económica y social de la entidad, que no todos compartimos y que la realidad suele desmentir.


El pueblo y la historia sin duda en su momento juzgarán su desempeño como gobernante. No dudamos que el balance arrojará resultados positivos, más tomando en cuenta las condiciones adversas a que se viene enfrentando. Le ha tocado gobernar en un escenario de crisis económica, crisis de seguridad pública, y una más que obvia crisis de la política nacional en un país con rumbo incierto.


Lo destacable. Fidel Herrera Beltrán gobierna solo. No tiene colaboradores que aporten capacidad e iniciativa; salvo muy contadas y honrosas excepciones, los miembros del gabinete asumen que son empleados del gobernador y no funcionarios públicos con toda la responsabilidad y compromiso que ello implica. Fidel Herrera Beltrán sin duda ha deseado ser un gran director de orquesta y ha tenido que conformarse con ser un magnífico primer violín. A mi modesto entender no ha sabido o no ha querido delegar, por formación o por desconfianza; los empleados de primer nivel reciben órdenes y las cumplen a medias, en el mejor de los casos, sin participar activamente en la toma de decisiones y mucho menos compartir el peso de la responsabilidad. Esto es la percepción y tema constante de debate público.


Se dice que al inicio del sexto año de gobierno de un presidente de la República o de un gobernador, la fulgurante luz que emiten tiende a languidecer, para dar paso a la luz propia de quien habrá de sucederles. En las condiciones actuales, la declinación de quien gobierna a Veracruz se dará de forma anticipada; pasada la elección de diputados federales, el paso político inmediato será la definición de precandidaturas para la elección de gobernador en el 2010 y con ello el inicio de la cuenta final para la administración a cargo de Herrera Beltrán.


El no lo acepta. Ha insistido en que hasta el último día de su gobierno mantendrá el control gracias al nivel de aceptación y popularidad hasta ahora alcanzado. Incluso trabaja al frente de su partido para proyectar su imagen con rumbo al 2012; el lema “Fidelidad por Veracruz” se modifica para dar paso a “Fidelidad por México”, reflejando sus aspiraciones futuras e intencionalidad de hacer de la gubernatura plataforma para alcanzar la candidatura a la presidencia de la República. En los círculos políticos se duda de tal posibilidad; observándose que las piezas del ajedrez empiezan a moverse, la correlación de fuerzas al interior del PRI busca reacomodo y nuevas querencias. La Fidelidad parece no ser tal, y no son pocos los que afirman que el maestro no decidirá sobre quien habrá de sucederle, truncándose sus legítimas aspiraciones.


Llamando la atención el que con su abúlico estado de ánimo y mediocre desempeño, el primer equipo no comparta con trabajo, entrega y compromiso, el proyecto personal del maestro Herrera Beltrán. Y ni que decir de la mayoría de los jóvenes a los que el gobernante diera oportunidad de aprender, foguearse y madurar en las difíciles artes de gobernar o destacar en las lides político partidistas. Es pública y notoria la conducta personal de muchos de estos que llegaran para medrar a costillas del erario. Sin disimulo, al amparo de la corrupción e impunidad, se alimentan de lo más oscuro del priísmo histórico, traicionando la confianza y esperanzas en ellos depositada. Estos mismos se señalan haciendo gala de un súbito enriquecimiento.


El que a dos amos sirve con uno queda mal, reza la conseja popular. No se puede gobernar para todos y al mismo tiempo conducir al PRI por los torcidos caminos de la simulación electorera. En la pedestre guerra sucia que impulsa el presidente del CDE del PRI, tendiente a evitarlerle a Miguél Ángel Yunes Linares se interponga en el proyecto de la fidelidad, se percibe la mano que mece la cuna.


Sin un equipo sólido y capaz que le acompañe hasta el último día de su gobierno, Herrera Beltrán tendrá que optar por trascender a la historia como el mejor gobernador de Veracruz, como ya lo propalan sus panegiristas, o hundirse, víctima de la anécdota popular de mal gusto o la interesada descalificación por parte de sus adversarios políticos, en medio de un escenario de descomposición social, corolario de elecciones amañadas.

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