lunes, 9 de febrero de 2009

La crisis, vista a lomo de caballo

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce



Para la clase política no hay indicios de que el mundo haya cambiado. Montada en el corcel de siempre lo mismo, cabalga una vez más a contracorriente del necesario y urgente cambio de rumbo que el país demanda. La farsa de las precampañas financiadas con recursos públicos de quienes, sin distingo partidista, aspiran a una curul en San Lázaro, es el rasero con el que hay que medir la mediocridad, ausencia de visión de Estado, y carencia de compromiso para con la democracia y demandas populares.


Con el mismo rasero, hay que medir también el show mediático de tres gobernadores que con recursos públicos, no faltaba más, a horcajadas en costosas cabalgaduras proponen declarar como patrimonio cultural a la llamada “cabalgata de las huastecas”, haciendo de este evento circense escenario para hacer llegar un mensaje de aliento a Felipe Calderón, sumándosele en la tarea de vencer a cualquier crisis que pueda afectar a Veracruz, San Luís Potosí y Tamaulipas. Ignorando o pretendiendo ignorar que México no requiere más de jinetes improvisados, cuando lo que demanda es cambio de cabalgadura y nuevo rumbo en el modelo de país, para medianamente enfrentar y paliar los efectos de una crisis que va más allá de lo que la ceguera de una clase política insensible percibe.


Los de a pié, hombres y mujeres comunes, sumidos en la cultura de la derrota y desesperanza que históricamente la simulación y la corrupción le han impuesto, nada les dice la cabalgata de marras ni mucho menos le contemplan como patrimonio cultural. Los únicos jinetes y sus cabalgaduras que guardan en su memoria histórica, son aquellos que pretendieran mediante una revolución inconclusa y traicionada, devolverle al pueblo voz y esperanza de un México mejor. O si acaso, la mítica figura de los llamados “charros” sindicales, señores de horca y cuchillo (y lo que queda de estos), que durante décadas jinetearan el patrimonio de los trabajadores, poniéndolo al servicio del poder autoritario del presidencialismo priísta.


Para estos, mexicanos sencillos, habla más de la crisis social y política, del estancamiento y recesión económica, el constante re etiquetar de los precios de los productos de subsistencia en el supermercado, que los pantagruélicos desayunos de diez mil jinetes beneficiarios de prebendas y tráfico de influencias. “Ya empezamos a trabajar para vencer cualquier crisis que pueda afectar a nuestras entidades", aseveró Fidel Herrera, gobernador de Veracruz, sin tener la más mínima idea de que el precio del kilogramo de frijol ya ronda los 25 pesos. “Ya empezamos a trabajar...”, afirma, cuando nuestra clase política debió hacerlo desde hace tres décadas coadyuvando en el fortalecimiento del mercado interno, expansión del aparato productivo, salvaguarda de la economía familiar, y abatimiento de la desigualdad y la pobreza.


No se puede vencer a un enemigo que no se conoce o al que no se le valoran méritos, fortalezas y debilidades. La crisis ya está presente y está afectando más allá de lo que la verborrea oficial reconoce. La población lo sabe y la vive en carne propia, sin necesidad de contemplarla desde el lomo de un caballo.


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