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miércoles, 23 de septiembre de 2009

La Jornada, 25 años de paradigma

José Enrique Olivera Arce

Fue en el sexenio de José López Portillo cuando dio inicio el proceso de eliminación de la ley no escrita: “Mordaza” que, en oposición a lo dispuesto por la Constitución General de la República, como espada de Damocles, operara de manera eficaz para el viejo régimen priísta en su prolongada “dictablanda”; doblegando a la prensa y alejándola de su razón sustantiva de ser reflejo, vocero, y canal de la libre expresión de la sociedad.

Paradójicamente, fue en el mismo período en el que, con mayor sutileza, se encontrara la fórmula idónea para seguir haciendo de la prensa instrumento al servicio del gobierno y no al de la sociedad: la propaganda oficial, pagada con recursos públicos, el intercambio de favores y el abierto contubernio entre la autoridad y los propietarios de los medios, al margen de eso que delincuencialmente se conoce cono “conflicto de intereses”. Haciéndose famosa aquella frase de López Portillo ante la salida del huacal de algunos medios que no siguieran a pie juntillas la regla no escrita: “No les pago para que me peguen”.

La frase fue histórica y de ahí pal real tuvo su secuela: el ejercicio de la autocensura en los medios de comunicación de masas, como fórmula para no perder privilegios y canonjías. Con la implantación del modelo neoliberal en México, a partir del sexenio de Miguel de la Madrid, se institucionalizó el cinismo y la desvergüenza: para la mayoría de los medios de comunicación, impresos o electrónicos, el ejercicio periodístico dejó de ser servicio público, transformándose en el mayor de los casos en espurias empresas mercantiles privadas, regidas no por la ética e interés de la sociedad en su conjunto, sino por las leyes del mercado: la oferta y la demanda. La información se trocó en grosera mercancía. Sobre todo en aquellos medios marginales que sobreviven gracias a la propaganda política oficial u oficiosa, generosamente pagada con recursos públicos.

Entronizados en México el cinismo, la desverguenza, la corrupción e impunidad, la prensa, salvo honrosas excepciones, está en estrecho contubernio con los poderes formales y fácticos en la innoble tarea de saquear al país. “No se le pega al que paga ni se le paga al que pega”, es ahora el paradigma mediático.

Dentro de esas excepcionales y honrosas excepciones destaca el diario “La Jornada”, que si bien no puede substraerse del todo, por razones obvias, del carácter mercantil a que están sujetos los medios de comunicación, cumple y ha cumplido a cabalidad, 25 años al servicio de la sociedad; habiendo mantenido contra viento y marea tanto la ética que honra al buen periodismo como el carácter plural y de servicio a la comunidad que le distingue. Para quienes a lo largo de cinco lustros le hemos tomado como paradigma en el ejercicio del periodismo, o como lectores comprometidos con las mejores causas de México, mentiría, si afirmara en contrario, que a “La Jornada” la sentimos en lo personal como propia y, en lo colectivo, parte del patrimonio nacional.

Hace unas semanas, con motivo del primer número de La Jornada Veracruz, hice público mi beneplácito por el inicio de un proyecto que inyectaba renovado oxígeno a la prensa veracruzana, confiando en el aval ético y moral que bajo el nombre y el prestigio de eso que sentimos como nuestro, habría de respaldarle. Sólo espero que mi optimismo en ese momento desbordado, se mantenga en el tiempo y que las nuevas generaciones puedan, en su momento, sentirse orgullosas de que Veracruz cuente con su propia “Jornada”. De sus editores depende que en sus páginas se refleje el espíritu que ha animado a “La Jornada” nacional a lo largo de 25 fructíferos años.

Semanario Pulso crítico

pulsocritico@gmail.com

jueves, 27 de agosto de 2009

¿Ajuste económico sin combate a la corrupción gubernamental?

De Interés Público

Emilio Cárdenas Escobosa

jecesco@hotmail.com



Ahora que se discute hacia donde dar el golpe de timón que requiere el modelo económico y que se hacen cuentas y ajustes para ver de dónde salen los recursos que hacen falta en el boquete financiero que ahoga las finanzas públicas, poco se ha entrado en la cuantificación de lo que puede ahorrarse si de verdad se ajustan el cinturón nuestros gobernantes y, sobre todo, si se empiezan a cerrar los resquicios a la lógica de corrupción y negocios al amparo del poder, donde la danza de los millones es portentosa.

Si de que alguien cargue con el peso del ajuste se trata, bueno sería que se revisaran incontables casos de ejercicio patrimonialista del poder en las esferas federal o de los estados y municipios para corroborar que hay mucha, muchísima tela de donde cortar.

La cuestión es que algo debe de hacerse, ya que si algo agravia a los ciudadanos es enterarse de las trapacerías de los hombres de poder. Irrita el constatar día a día que las ofertas de cambio no pasan del fogoso discurso de campaña o de la ampulosa declaración del gobernante. En el sistema clientelar que es la esencia del funcionamiento del sistema político mexicano, se distribuyen recursos públicos y favores a cambio de apoyo electoral y se utilizan patrimonialmente las instituciones para servir a los fines de los particulares que invirtieron en un candidato. Por ello, oficinas del gobierno, organismos descentralizados y el ente público que usted quiera enlistar se han convertido en fuentes de ineficiencia y corrupción. Los ejemplos de enriquecimiento desmedido a costa de puestos o cargos públicos son infinitos. Y no se trata ahora solo de “meterle la mano al cajón”, sino de las onerosas prebendas que reciben o las abultadas comisiones a funcionarios públicos para la asignación de obra pública -con costos inflados, desde luego- o el lucrativo negocio del contratismo.

Por todo ello, la corrupción ha favorecido el crecimiento de la inestabilidad política y el persistente desgaste de las relaciones sociales e institucionales que amplían cada día más el abismo que separa a gobernantes y gobernados. En términos de funcionalidad del régimen y de su entramado institucional, en la corrupción podemos encontrar la fuente de la pérdida de legitimidad política y la ineficiencia burocrática, lo que explica la profundización de una brecha de grandes y graves dimensiones entre la voluntad popular y los actos de gobierno y, desde luego, buena parte del déficit en las finanzas públicas.

Porque no habrá medidas para incrementar los ingresos fiscales que funcionen cuando el ciudadano está convencido que las administraciones públicas se dedican a satisfacer intereses de grupos, sectores o individuos con quienes se mantienen relaciones de subordinación o de negocios y que los políticos viven a cuerpo de rey con el presupuesto público. Así, el contribuyente termina dejando de lado sus obligaciones bajo la lógica de que se hace mal uso de los recursos que se tributan o que se beneficia solo a aquellos que financiaron a quien detenta el poder.

Ya estuvo bien de que el peso de la crisis recaiga en los de siempre, mientras seguimos llevando el registro de gastos, negocios, fortunas y enriquecimiento de políticos, funcionarios o gobernantes que se sacan la lotería del poder y todavía lucen o defienden esos recursos mal habidos con total desparpajo y cinismo, mientras el hoyo en las finanzas públicas se ensancha. Así no hay programa de ajuste económico que funcione.

Crónica del Poder Martes, 25 de agosto de 2009

viernes, 29 de mayo de 2009

Jorge Camil: Espejo de un Estado fallido

Yo robo, tú robas, él roba… ¡todos roban! Acostumbrados a los escándalos políticos, y eufóricos por haber encontrado un argumento más (¡como si no tuviésemos suficientes!) sobre la calidad moral de Carlos Salinas de Gortari, todos nos enfocamos en los señalamientos de Miguel de la Madrid sobre el propio Salinas y su funesta familia. Quién robó. Quién no. Quién se aprovechó de los millonarios contratos de Pemex, y quién cobró tal o cual comisión. Quién, cuándo y dónde tuvo contactos (la palabra es demasiado vaga para ser acusación) con el narcotráfico.

¡Pobres de nosotros! Estamos tan acostumbrados a los escándalos banales que nadie, salvo Carmen Aristegui, se enfocó en ese momento en el fondo de la entrevista con De la Madrid. A la pregunta lapidaria de la periodista siguió la contestación devastadora del ex presidente: ¿La justicia estorba para ejercer el poder? A veces sí, respondió asombrosamente De la Madrid.

En ese momento Aristegui supo que estaba en el umbral de una mina de oro que jamás había sido explotada; porque ese tipo de cuestionamientos fueron tabú en los tiempos del PRI, y la cultura del presidencialismo continúa impidiendo el diálogo franco con los mandatarios. ¿La impunidad es condición necesaria para que la maquinaria siga funcionando en México?, preguntó Aristegui a un De la Madrid apabullado por la evidencia histórica, impulsado por la necesidad de limpiar su legado, o simplemente atrapado por la habilidad de una periodista que lo fue llevando de la mano hasta el momento de la verdad.

Sí, contestó a secas. Y con esa palabra destruyó el legado histórico del PRI; un partido que todos sabíamos o sospechábamos había gobernado 71 años al margen del estado de derecho y envuelto en un manto de impunidad (después vendría un lastimoso desmentido que nadie creyó, destinado a reivindicar a Carlos Salinas, no al país). Sí, y con esa simple aseveración De la Madrid destruyó la credibilidad del sistema político y reconoció la falla principal de nuestra fibra social.

Aristegui, tan segura siempre de sí misma, se quedó unos segundos sin habla: “Es tremendo lo que dice –balbuceó incrédula–. Es dramático”. Sí, volvió a asentir De la Madrid, revelando la triste realidad de nuestro Estado fallido.

Que me perdonen el presidente Calderón y los analistas que rechazan la teoría del Estado fallido con argumentos puntillosos de ciencia política. Un Estado en el que un ex presidente producto del sistema reconoce que la justicia estorba para ejercer el poder, y que la impunidad es condición necesaria para que funcione el Estado es, ¡aquí y en China!, un Estado fallido. Si la justicia estorba, es imposible instalar un Estado de derecho, y cuando la impunidad se vuelve condición necesaria para que funcione la maquinaria estatal se derrumban las barreras infranqueables que deben existir entre los poderes Ejecutivo y Judicial; los pesos y contrapesos diseñados para sostener la viabilidad de cualquier gobierno democrático.

En esas condiciones el Ejecutivo, cuya tarea primordial es vigilar el cumplimiento de la ley, se convierte en dictadura. Presidentes cómplices o delincuentes, mandatarios que actúan al margen de la ley, y ex presidentes que viven y mueren en la impunidad, son las coordenadas que fijan el mapa político de la República Mexicana. Echeverría fue exonerado de la matanza de Tlatelolco, y Salinas, acusado por tirios y troyanos de haberse robado la mitad de la partida secreta, está convertido hoy (merced a una inmensa fortuna y a su característico desprecio por la ley, que él pretende disfrazar de pragmatismo) en factótum de la política nacional. Fox, por su parte, traidor de la democracia y encubridor de su esposa y sus hijastros, viaja con desenfado a Emory University para recibir un doctorado honoris causa (¡Dios bendiga la inocencia de los gringos!) por sus dotes de diplomático (éstos jamás se enteraron del nomás comes y te vas), colaborador (¿de Marta?) y visionario (por poco me caigo de la silla).

Una segunda entrevista de Aristegui con Roberto Madrazo (que no es ninguna blanca paloma, pero conoce el modus operandi como pocos) le asestó el golpe de gracia a lo que él llama el sistema. El sistema vive y el país está muerto, declaró quien ha sido gobernador, presidente del PRI y candidato presidencial de ese partido.

Pero eso no debe regocijar al PAN, porque Madrazo, que conoció bien a Fox y negoció con él, acusó al panista de traicionar la transición y la reforma política. Fue un presidente perezoso e inestable, concluyó. Ha llegado el momento de abandonar el sillón de la tele para tomar cartas en el asunto. La impunidad es un cáncer que está devorando a la República. Vivimos, como sostiene Madrazo, envueltos en una delincuencia oficialmente admitida, donde el Estado mexicano es “un cártel más”, y el crimen organizado un Estado paralelo. El Estado está colonizado por el narcotráfico, terminó Madrazo, destruyendo con ese comentario cualquier posibilidad de triunfo en la lucha contra el crimen organizado. ¿Qué sigue?

http://www.jorgecamil.com

Tomado de: La Jornada 29/05/09

viernes, 15 de mayo de 2009

México. Confesiones de familia

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En mi apunte del sábado 11 del mes en curso, comenté que: Así como en el caso de la influenza los cerdos no tienen la culpa, puesto que los marranos han sido otros, el peligro real para el presente y futuro del país, reside en el contubernio evidente entre un empresariado contrario a los intereses de la Nación y la oportunista y desclasada partidocracia bajo el control del PRI y del PAN.

Sugiriendo la conveniencia de releer a Porfirio Muñoz Ledo, en tanto que “La Ruptura que viene”, de su autoría, “pone al desnudo al PAN y al régimen calderonista, hoy se hace imprescindible para entender medianamente un escenario en el que a la debacle de Acción Nacional se suma la del PRI, aliado en lo sustantivo de las fuerzas políticas y económicas retardatarias, internas y externas, que el primero representa”.

Todo esto en relación al escándalo a que diera lugar el libro de Carlos Ahumada “Derecho de Réplica”, que pone al desnudo las corruptelas de destacados personajes del PRI, PAN y PRD.


No pasó una semana para que mi percepción sobre la crisis al interior del PRI fuera confirmada. No sólo se iguala con la que vive el PAN en su rápido proceso de descomposición a partir del arribo a la presidencia de la República de un ranchero arribista y ramplón. Las “confesiones de familia” vertidas por Roberto Madrazo y las precipitadamente desmentidas del ex presidente Miguel de la Madrid Hurtado, dejan entrever que al interior del PRI no cantan mal las rancheras. La lumpenización de la cúpula de las dos fuerzas políticas más emblemáticas del país, pone de manifiesto el nivel de descomposición de la vida política de México.

Oscuros intereses de personajes de primer nivel de ambos partidos, aliados con lo más negativo del capital nacional y extranjero, en un entramado delincuencial que tiene por botín a México, se hacen públicos, confirmando lo que para el sentido común en la percepción de millones de mexicanos, era más que evidente. El país ha sido y es gobernado por una mafia. La democracia simulada acompañada del ya clásico gatopardismo, constituye apenas el telón tras el que se oculta, o se ha intentado ocultar la degradación ignominiosa de una mediocre clase gobernante al servicio del gran capital.

Palo dado ni dios lo quita, reza la conseja popular. Los esfuerzos por diferenciar al PRI del PAN, o viceversa, al calor de una contienda electoral ya calificada como “guerra sucia”, serán en vano, al igual que todo lo que se haga o diga por desmentir a Carlos Ahumada, Roberto Madrazo y Miguel de la Madrid. Las “confesiones de familia” han golpeado y calado hondo en la ciudadanía y ello se reflejará en las urnas.

Si en la Cámara de Diputados se estimara para antes del escándalo a que dieran lugar las “memorias” de un criminal confeso, un abstencionismo del 68 por ciento en la elección de julio próximo, el descrédito de la clase política, que habrá de incrementarse con dimes y diretes a lo largo de las próximas semanas, ofrece malos augurios, pudiéndose prever resultados electorales quizá legales pero con un alto contenido de ilegitimidad.

La población está ofendida, lastimada, sintiéndose engañada y manipulada, por lo que no sería de extrañarse su ausencia en las urnas. El negarse al sufragio se contempla ya como opción única para manifestar el repudio a la degradación de la política. Si hace unas semanas el abstencionismo o el voto nulo se contemplaran por muchos ciudadanos como un retroceso democrático, a estas fechas la incredulidad e indignación social se está encargando de generar una opinión en contrario: votar es tanto como legitimar un estado de cosas que nada tiene que ver con la democracia y la representatividad ciudadana en el ejercicio del poder público.

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lunes, 16 de febrero de 2009

Jacobo Zabludovsky: No creo

Bucareli. 16 de febrero de 2009


Asesinan a un general. Devalúan el peso. Ahora pierden lo que quedaba de credibilidad. Entonces, ¿de qué murió Mouriño?



El señor Luis Téllez, secretario de Comunicaciones y Transportes, afirma que “Salinas se robó la mitad de la cuenta secreta”. Su declaración es grabada accidentalmente porque colgó mal la bocina, pero reconoce su voz y algo más importante: “Lo dije de manera indebida… sin sustento… nunca tuve ni he tenido evidencia alguna sobre acciones ilícitas del ex presidente Salinas”.



Es el mismo funcionario encargado de informar a la opinión pública de las causas del accidente en que murieron Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación, y otras 14 personas. Al dar a conocer el peritaje que a nadie dejó satisfecho, ¿no lo dijo de manera indebida?


Es el mismo funcionario que zanjó una controversia con Cofetel mediante un reglamento interior de su secretaría atribuyéndose facultades que conforme a la Ley Federal de Telecomunicaciones pertenecen a la Cofetel. ¿Lo hizo sin sustento alguno?


Es el mismo funcionario que por causas oscuras aceptó la renuncia de su subsecretaria, apenas nombrada, en medio de sospechas sobre licitaciones de espectro y más de 100 refrendos pendientes de concesiones de radio y televisión. ¿No ha tenido evidencia alguna sobre acciones ilícitas?


Ingratitudes aparte, la cercanía del señor Téllez con Salinas, de quien fue subsecretario de Agricultura, y su membresía en el gabinete actual dan a su declaración una relevancia singular aunque niegue tener pruebas que sustenten la grave acusación de peculado. Un funcionario público a cuyo cargo están las comunicaciones, todas, y los transportes, todos, de un país, ¿puede lanzar una acusación de tal magnitud y seguir firmando contratos, concesiones, pagos, leyes, reglamentos, cancelaciones, favores y castigos?


La grabación casual coincidió con la publicación en internet (ver EL UNIVERSAL del viernes 13, página 12) de ocho conversaciones telefónicas entre el señor Téllez y el abogado Juan Velázquez en las que el secretario ordena: “Usen el nombre del Presidente”. “El escenario de esos audios, dice EL UNIVERSAL, se dio a raíz de una resolución para bajar las tarifas de interconexión telefónica”. ¿Autorizó el Presidente el uso de su nombre en una controversia en que se decide el destino de telefonía en México? El martes en el Diario Oficial se publica una resolución de Cofetel que obliga a Telmex a permitir la interconexión, manzana de la discordia en las pláticas grabadas. ¿Así se entregan, niegan o modifican concesiones o permisos?


La pérdida de credibilidad ocurre en medio de crisis que se agravan, como la económica y la de inseguridad, y controversias que dejan mal parado al gobierno. Lejos de acatar los llamados a la unidad que repite con insistencia, el presidente Calderón provoca o tolera hechos que dividen a los mexicanos.


La reacción desatada ante las opiniones del ingeniero Carlos Slim, son una muestra. En vez de llamarlo a exponer con detalle sus puntos de vista que según encuestas son compartidos por la mayoría de los mexicanos, llamada que sería una manera de unir, ordena lo ataquen. Subordinados entusiastas se relamen al insultar a Slim como “individuo de mala leche” y desearle “que la boca se le haga chicharrón”. Viva la unión.


A fines de este año llegaremos a la mitad del sexenio. Según pintan las cosas, estaremos peor. No debido a los pronósticos del ingeniero Slim, sino a causas evidentes en México y el mundo. Es hora de recomendar prudencia.


El fracaso en la lucha contra la delincuencia y en poner en orden nuestras finanzas, en lograr seguridad económica para millones de ciudadanos, en crear esperanzas para jóvenes desconcertados, está derivando en actitudes preocupantes.


A la hora de escribir esta columna, el señor Téllez despacha en su ministerio quitado de la pena. Si fuera otro país ya estaría en su casa o ante quien pudiera explicarle que acusar a alguien de un delito es asunto delicado, agravado si se carece de pruebas.


No me extrañaría que continúe como si aquí no hubiera pasado nada. No sería el único caso de político en la esfera del poder a quien ser boquiflojo, ofensor o mentiroso no le ha hecho daño alguno. Y no ha movido al señor Calderón a distanciarse de ellos. Hasta el Papa, para citar a alguien que respeten, reprueba de vez en cuando a los obispos que se portan mal, para que no se crea que piensa o hace como ellos.


Dicen que la credibilidad es como la virginidad: cuando se pierde, se pierde. No tanto. El “no te creo” puede corregirse, cambiarse con hechos concretos. Uno valioso sería respetar las opiniones ajenas. Otro, barrer la casa.


domingo, 15 de febrero de 2009

“Catastrofismo”

En Perspectiva

J. Enrique Olivera Arce

Parafraseando a Marx, decimos que los pueblos no pueden regresar a ser niños, a menos que caigan en el infantilismo.

Alejandro Nadal

Si de algo puede estar segura la humanidad, es que frente a la crisis sistémica del capitalismo nadie sabe como enfrentarla. El sistema está enfermo y nadie sabe de qué y que tan grave es la enfermedad. Diagnósticos van y vienen y los presuntos médicos sólo atinan a formular pronósticos que van, desde un simple catarrito hasta una tormenta perfecta. Sin faltar los merolicos que ofreciendo remedios caseros de negro historial, un día niegan la existencia del mal y al siguiente se desdicen, según la audiencia y el lugar. Sin faltar los dimes y diretes entre quienes le apuestan al “catastrofismo” y los que califican a tal estado de ánimo como traición a la patria.

Ante tal incertidumbre, son pocas las voces que cuando menos ofrecen lo que a su alcance tienen a mano, como sería el caso de Barack Obama que contempla al gobierno de su país y a su disponibilidad monetaria, como el último bastión que en el mundo existe para frenar la debacle.

Y si nadie sabe, nadie cree. Imponiéndose la incredulidad como otra faceta más de la crisis global que el planeta está viviendo. Ya nadie confía ni en su vecino más próximo, mucho menos en el gobierno y los banqueros, en tanto crece el clamor popular dejándose escuchar en varios países del orbe, la consigna que en el 2001 se pusiera de moda en Argentina “Que se vayan todos”.

Llama la atención entonces, que en México el Senado de la República realice un foro de notables cuyo propósito es el dilucidar cual debería ser el mejor camino para “crecer” en el marco de la turbulencia recesiva de una crisis cuya profundidad no sólo se desconoce, sino que se insiste en minimizar para no incurrir en “condenable” catastrofismo. Cuando es de todos sabido, y en eso si existe certeza, que históricamente el germen del mal viene de lejos y que el modelo de país adoptado e impuesto a lo largo de los últimos cinco sexenios presidenciales, apenas abonó las raíces de la simulación, engaño, corrupción e impunidad, de una realidad que hoy, sumada a los efectos de la crisis planetaria, padecemos los mexicanos.

De todo lo ahí expuesto, sólo se salva la intervención de la Dra. Denise Dresser, con su retrato hablado del México que todos conocemos pero que todos negamos. “Somos Víctimas de un sistema económico disfuncional, institucionalizado por una clase política que aplaude la aprobación de reformas que no atacan el corazón del problema. Presidentes, secretarios de Estado, diputados, senadores y empresarios que celebran el consenso para no cambiar”. “País de cuates y cómplices”, fue su sentencia. Reiterando lo que con magistral visión nos ofrece Sara Sefchovich, en su libro “País de mentiras”

.

“Torrente implacable, duro, amargo, corrosivo y certero de la realidad mexicana”, afirmara Sergio Aguayo Quesada respecto a la crónica dura del México de siempre.

Se dice hasta el cansancio que crisis es oportunidad. Ojalá y el catastrofismo de quienes quieren ver la realidad con otros ojos, lejos de condenarse a priori, sea escuchado y valorado como un grito de alerta digno de ser atendido. México no aguanta más simulación, engaño y gatopardismo. Hagamos de la crisis oportunidad para cambiar.

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miércoles, 26 de noviembre de 2008

Función Pública: “Corrupción mató a Mouriño”

Morelia.- Salvador Vega Casillas, secretario de la Función Pública, reconoce sin vacilaciones que la corrupción mató a Juan Camilo Mouriño, y revela que apenas dos horas después del mortal accidente, la dependencia a su cargo intervino la Secretaría de Gobernación para evitar sustracción o fuga de información.

En entrevista con MILENIO, el político michoacano asegura también que en México las prácticas de corrupción equivalen por lo menos a uno por ciento del producto interno bruto y constituyen un cáncer igual de grave que el narcotráfico, aunque para la mayoría de la gente constituye un hábito normal.

¿La corrupción mató a Mouriño?

Por supuesto que sí. Es un tema que nosotros estamos investigando. Estamos revisando perfectamente todo. Estamos arrancando desde el primer día del accidente. Ese día del evento, ese día en la noche, ya teníamos la investigación para asegurarnos que no fueran mal usados los documentos, los antecedentes, y de ahí partimos con las investigaciones. La SCT nos ha hecho conocer la parte de las investigaciones que tienen ellos; nos hemos sumado con nuestras propias investigaciones para saber a fondo qué fue lo que pasó.

Ver nota completa en: Milenio 26/11/08


SCT denuncia ante SFP a funcionarios por avionazo

México, DF. Como parte de la investigación del desplome del avión en que murieron varios funcionarios federales el 4 de noviembre, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) presentó hoy viernes ante la Secretaría de la Función Pública (SFP) una denuncia, al haber detectado presuntas responsabilidades de funcionarios públicos, referentes sobre todo a la certificación de los pilotos.

“Hoy presentamos ante la SFP una denuncia y los documentos en que se funda por haber detectado elementos que pueden configurar responsabilidades de servidores públicos al avalar posibles conductas irregulares de terceros”, informó el titular de la SCT, Luís Téllez en conferencia de prensa.

La Jornada: 26/11/08

Bravo Mena remplaza a César Nava como secretario particular de Calderón

César Nava Vázquez dejó su cargo como secretario particular del presidente Felipe Calderón y su lugar será ocupado por el ex embajador de México en el Vaticano Luis Felipe Bravo Mena, informó Maximiliano Cortázar, coordinador de Comunicación Social de la Presidencia.

Funcionarios federales revelaron que César Nava se convirtió, junto con Daniel Cabeza de Vaca, actual subsecretario de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Gobernación, en candidato a suceder al fallecido José Luis Santiago Vasconcelos como secretario técnico de la Comisión para la Implementación de las Reformas en Seguridad Pública y Justicia Penal.

La Jornada. 26/11/08

jueves, 21 de agosto de 2008

Inseguridad: consideraciones necesarias

Editorial de La Jornada. 21/08/08

El Consejo Nacional de Seguridad, que se reúne hoy en una sesión que bien puede considerarse de emergencia, aunque oficialmente no lo sea, tendría que considerar, asimismo, que la violencia, el desgobierno y el desasosiego que generan los cárteles de la droga, las organizaciones de secuestradores y las bandas dedicadas a los delitos contra la propiedad tienen como condición de existencia, caldo de cultivo y telón de fondo la ilegalidad histórica en la que operan segmentos enteros del aparato estatal en sus tres niveles y sus distintos poderes, ilegalidad que se asocia con la sustracción sistemática de bienes públicos –los robos de gasolina en gran escala son un ejemplo–, los desvíos de recursos, la extorsión a los ciudadanos, las concesiones fraudulentas de contratos de obra pública, el contrabando, el lavado de dinero y la exasperante impunidad con la que se cometen la mayor parte de las violaciones a los derechos humanos. Esos actos ilícitos, al igual que los que se realizan en el ámbito de las grandes empresas privadas –van desde defraudación a los consumidores hasta evasión de impuestos– o en el espacio del charrismo sindical –heredado del pasado y asumido como aliado político por la actual administración–, son, por sí mismos, mucho menos violentos y más discretos que el narcotráfico, el secuestro y el asalto, pero incapacitan moral y funcionalmente al poder público para emprender una lucha creíble contra la criminalidad más visible.

Ver Texto completo