sábado, 21 de marzo de 2009

PRD. No aprenden de sus propios errores

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En la elección interna del PRD en el D.F., Nueva Izquierda se impuso ampliamente a la corriente de “los chuchos”, sin embargo a mi juicio no es tiempo aún de echar las campanas al vuelo. Estructura y prerrogativas siguen bajo el control de Nueva Izquierda.


En las condiciones actuales de crisis profunda del sistema político mexicano, sin rumbo definido, sin liderazgo, sin objetivos concretos, sin claridad ideológica y compromiso programático para con el país, en el ramillete de partidos políticos legalmente constituidos la corrupción y el pragmatismo dominan por sobre todo intento de democratización. De ahí que los intentos fallidos de elección interna abierta del PRD, si bien constituyen un avance frente al autoritarismo e imposición del resto del espectro partidista, no escapan de las reglas del juego impuestas por el sistema en su conjunto. Cochinero tras cochinero es la constante y ello debería ser motivo de reflexión y lección para la izquierda institucional mexicana.


Al margen del escándalo mediático auspiciado por la reacción, que insiste en maximizar cualquier desliz de la izquierda institucional, así como en dar por muerto políticamente a Andrés Manuel López Obrador, no puede pasarse por alto que es el mismo PRD el que da pie a la descalificación mediática y a la constante pérdida de credibilidad ante una opinión pública mayormente desinformada, pues es del dominio público que la diversidad de corrientes o tribus que, al interior del PRD se disputan estructura, cargos de elección popular, cotos de poder y manejo personalista de las prerrogativas que les asigna el Estado, hace poco menos que imposible el que pueda tener lugar una elección interna abierta y democrática cuyos resultados sean por todos ampliamente aceptados.


A estas alturas el sol azteca debería entenderlo así, aceptando que una elección interna abierta, sin previo consenso de la militancia y prevalencia de cultura política democrática, a lo que se suma el nivel de polarización y confrontación existente, no puede jugar a la democracia sin salir lastimado. Las consecuencias están a la vista poniéndose en riesgo la propia existencia del PRD como expresión institucional de la izquierda.


A mi juicio, Izquierda Unida en la coyuntura electoral le apostó y apostó mal, a recuperar desde dentro a una estructura partidista viciada, sujetándose a las reglas impuestas por Nueva Izquierda y corrientes afines, resultándole fallido el intento. Aún habiéndose impuesto en la definición de candidaturas a la diputación federal, gobierno de las delegaciones y asambleístas del Distrito Federal, la estructura nacional del partido seguirá bajo el control de “los chuchos”. Debiéndose pagar, ahora, el altísimo costo político que representa la pérdida de credibilidad del instituto en su conjunto, ante una opinión pública que por principio y gracias a la campaña mediática, descalifica el nuevo descalabro. Sin parar mientes en que, con ello, el PRD deja paso libre al bipartidismo de facto que buscan tanto el PAN como el PRI valiéndose del resultado de las elecciones en puerta.


Por otra parte, tal intento fallido multiplica la confusión en los simpatizantes de izquierda al interior de las entidades federativas. ¿Por qué partido votar? Es la interrogante generalizada. ¿Es válido sufragar a favor del PRD o hay que inclinarse a favor de la “Coalición Salvemos a México”?. A escasos meses de las elecciones considero que ni en el Distrito Federal se sabe a ciencia cierta.


Lo grave y en perjuicio del necesario avance democrático, la desinformación existente está dando lugar a que en amplios segmentos de la izquierda institucional y social, prospere la idea del abstencionismo o el voto en blanco (nulo), más que el voto de castigo en contra del PRI o del PAN. Izquierda Unida apostó mal en la coyuntura y estas son las consecuencias. Otra cosa sería si, oportunamente en tiempo y forma, la disidencia hubiera marcado distancia deslindándose del PRD y se hubiera sumado a los partidos que integran la Coalición Salvemos a México”, como un paso transitorio con vías a integrar un nuevo partido, auténtico representante de la izquierda bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, con objetivos y estrategias de mediano y largo plazo.


La estrategia de coyuntura, mal analizada y peor instrumentada, pone hoy a la izquierda institucional en franca indefensión frente a la reacción, arrastrando, de paso, a la izquierda social aglutinada en el Movimiento en Defensa del Petróleo y la Economía Popular, que no tendrá oportunidad de manifestarse en las urnas de manera consecuente. Tal error estratégico de Izquierda Unida, prolongará la agonía del sol azteca y la permanencia de los “chuchos” al frente de la estructura, a la par que alejará en el tiempo al movimiento social del logro de sus objetivos, perdiéndose y diluyéndose en la protesta callejera. Espero no sin cierto pesimismo, estar equivocado en mis apreciaciones. En julio próximo las urnas darán la respuesta.


Por lo pronto, mañana Domingo y con la presencia de la representación de todos los municipios del país, habrá de tener lugar un nuevo lleno completo en el Zócalo de la Ciudad de México con motivo de la Asamblea Nacional de Evaluación de las Acciones en Defensa de la Economía Popular, convocada por Andrés Manuel.


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