viernes, 6 de marzo de 2009

Los pobres no comen cemento

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce


Son varias las voces que alertan sobre la ineficacia de las precampañas de quienes aspiran a una diputación federal. No prenden en la ciudadanía, afirman, sin preguntarse las razones de fondo y partiendo de la falsa premisa de que al ciudadano común debería interesarle lo que digan o dejen de decir quienes, a estas alturas, ni siquiera tienen el status de candidatos; más aún cuando éste no fue consultado previamente sobre las designaciones de los beneficiarios señalados desde las cúpulas de partidos políticos, en los que la mayoría de los mexicanos no confía. La crisis del sistema político nacional es del dominio público y eso se refleja indiscutiblemente en pre campañas y campañas electorales.


En nuestro país el 40 por ciento de la población está en condiciones de pobreza o pobreza extrema, y los índices siguen creciendo, sin que se perciba esperanza alguna en la posibilidad de que la tendencia se revierta, como tampoco se observa la más mínima voluntad de cambio en la clase política que detenta el poder formal. Luego, ¿cabe esperar que los pre candidatos, ayunos de propuestas, de ideas y de un bien ganado historial de compromiso de servicio a la comunidad, sean recibidos con los brazos abiertos y campanas al vuelo por los presuntos votantes? Seguramente y así lo confirma la realidad, la ciudadanía no está dispuesta de buena gana a participar más en la inacabable farsa en la que no triunfa el mejor, sino el menos peor de un abanico de opciones en el que domina la mediocridad, el oportunismo, y la simulación.


En nuestra entidad, gobernada por el PRI, ni siquiera el voto duro tradicional se conmueve. Se da por sentado que los ahora designados por el gobernador como pre candidatos, serán los candidatos a ratificar en un simulado proceso democrático, así como llamados a triunfar en las urnas. Luego para qué movilizarse por anticipado.


En este contexto de indiferencia ciudadana, llama la atención que algunos panegiristas de la fidelidad, afirmen que el “efecto Fidel” será determinante para que el tricolor triunfe nuevamente en las urnas en julio próximo; confirmando que para el voto duro, lo mismo da Chana que Juana; lo relevante para alcanzar la victoria es la obra de gobierno, así como la imagen de Fidel Herrera Beltrán, su popularidad y su varita mágica.


Sin embargo, para tales voceros en su afán por quedar bien con el gobernante, no pasa por su cabeza que los pobres y los miserables no comen cemento. Puentes, carreteras, tractores, y parafernalia en torno a la obra pública, promoción de la inversión, machacona propaganda, y baños de pueblo, no satisfacen el hambre en el cada vez más complicado día a día de la mayoría de los veracruzanos. Tampoco en el corto plazo alimentan esperanza en quienes tiempo ha la han perdido. El PRI ganará en las urnas no por el “efecto Fidel”, sino por el voto de castigo al PAN y al PRD o, en el peor de los casos, por el voto en blanco del abstencionismo que favorecerá al voto duro domesticado del tricolor. Y aún así, no existe garantía válida ni para el PRI ni mucho menos para sus adversarios que aún no tocan fondo en sus broncas internas, para que la población privilegie la participación política y apoyo a pre candidatos y candidatos, por sobre sus ingentes necesidades de cotidiana subsistencia. Pesa demasiado el entorno nacional, al que no es ajeno Veracruz, en el que los efectos nocivos de la crisis económica y la pérdida de credibilidad y confianza en las instituciones republicanas van en aumento, sin que falsas promesas y cuantiosos recursos destinados al proceso electoral, modifiquen la tendencia.


pulsocritico@gmail.com

http://pulsocritico.com

0 comentarios: