lunes, 25 de agosto de 2008

Exorcismo en el PRI

El mismo traje con distinta etiqueta

El surrealismo político mexicano no tiene fin. Bajo el supuesto de que las mayorías populares son menores de edad, se recurre al analfabetismo funcional como fórmula de gobernabilidad. Si para el PRI cambiar de caballo sin cambiar de jinete es sinónimo de cambio, para el pueblo de México es ni más ni menos que la misma gata con un nuevo revuelco.

Soslayar que objetivamente la crisis del sistema de partidos políticos en el país tiene profundas raíces éticas y morales, pretendiendo convencer que otro será el traje con simplemente adosarle a la prenda una nueva etiqueta, o es ingenuidad o el PRI de espaldas a la historia confirma, una vez más, su desprecio a la inteligencia.

Bastaron escasos 25 minutos para en Aguas Calientes adosar la nueva etiqueta. No más el anteponer intereses personales a la unidad del partido. La Revolución Mexicana y sus demonios, fue exorcizada. Beatriz Paredes, teniendo como fondo la celestial música de las porras de Peña Nieto y Herrera Beltrán sentenció: “El PRI es la corriente histórica que puede articular la libertad de mercado con el ejercicio responsable del estado social de derecho y la defensa irrenunciable de la soberanía”. El salinismo vuelve por sus fueros…

Ulises Ruiz y Mario Marín, gobernadores preciosos, validaron la ceremonia. Manuel Bartlett y su grupo crítico, fue acallado. Se planchó previamente el traje y la XX Convención Nacional del PRI, terminó en paseo turístico con cargo al erario público para los 3,900 delegados. Así es el México surrealista de siempre.

Lo que queda en el aire es la interrogante: ¿Qué debe entender la militancia tricolor por socialdemocracia? ¿En que se diferencia de la democracia cristiana del PAN? Más si aún no tiene claro que se debe entender por democracia en el PRI.

De existir una izquierda organizada y congruente, frente al pragmático gatopardismo electorero diría: Ni un voto al PAN, ni un voto al PRI. Desafortunadamente esta no existe. Nuevamente cartucheras al cañón, quepan o no quepan, aunque me mantengo en lo dicho: el bipartidismo en México, sueño guajiro de la reacción.

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