viernes, 14 de marzo de 2008

Políticas pobres para beneficiarios pobres

Apunte para Newsver

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El Dr. Hilario Barcelata (Reforma Fiscal y desarrollo económico en México, Finanzas públicas para el desarrollo, La economía mexicana frente a la globalización, Veracruz, el dilema del crecimiento económico, entre otras obras del autor), reputado como uno de los pocos investigadores serios al servicio de la administración pública veracruzana, nos ilustra sobre temas por demás relevantes en el marco de la economía nacional y estatal. Sujeto al espacio que le destinan los diversos medios y al nicho de lectores al que estos se dirigen, su aporte se nos brinda en cápsulas que, no por ello, dejan de reflejar con toda objetividad la realidad económica de una entidad federativa que como Veracruz, es considerada por propios y extraños como rica en recursos naturales; con una variedad de climas, calidad de suelos, y vocación productiva de una población especialmente laboriosa; a lo que habría que agregar su envidiable ubicación geoeconómica, con relación a los principales mercados del país y de nuestro vecino del norte. Y que sin embargo, no está a la altura de sus potencialidades.

En una de sus últimas cápsulas, enriquecida con cuadros estadísticos bien sustentados, el Dr. Barcelata hace referencia a las empresas que asentadas en la entidad en número de 330, participan en la exportación de bienes y servicios. Y aunque en dicho aporte no señala el valor de la producción exportada, si se destaca que del total únicamente 197 acceden a los programas institucionales de apoyo al comercio exterior, reflejando la aún limitada vinculación entre el sector exportador y las autoridades encargadas del fomento y apoyo a la actividad. Llamando la atención el alto nivel de concentración geográfica de la producción exportada y limitado aprovechamiento del potencial productivo en el ámbito regional.

“Las empresas exportadoras de Veracruz se ubican primordialmente en el sector de la producción de alimentos elaborados y bebidas, en donde se ubica el 55% de ellas. En cambio, el 7% pertenecen al sector textil y de confección y otro 7 % a la fabricación de partes industriales. Las empresas exportadoras productoras de químicos representan el 4% del total, así como las productoras de bienes mecánicos. Es decir, el 81% de las empresas que exportan en el estado se concentran en sólo 6 actividades económicas. Otros 15 rubros de actividad concentran el resto de las empresas que participan en el comercio exterior.”, nos dice el Dr. Barcelata, al mismo tiempo que resalta que
”…las empresas exportadoras se concentran en un reducido número de municipios, lo cual resta posibilidades al sector exportador de ser detonador de la dinámica económica estatal. El 22% de este tipo de empresas se ubica en el municipio de Veracruz, un 15% en Martínez de la Torre, el 5% en Orizaba, el 5.6% en Ixtaczoquitlán, el 5% en Papantla, el 4.6% en Xalapa y el 3.6% en San Andrés Tuxtla. Es decir, el 71% del total de las empresas exportadoras del estado se ubican en sólo 8 municipios. El resto se distribuye en otros 27 municipios más, lo cual significa que tan sólo 35 municipios cuentan con empresas ligadas al comercio exterior”.

De las cifras manejadas por el profesional, es de destacarse lo referente a las empresas del sector agropecuario y pesquero que, en un número irrisorio, participan en la actividad exportadora. Y aunque no lo señala el Dr. Barcelata, se intuye que tanto la atención gubernamental focalizada a un número reducido de explotaciones de la actividad primaria con franco acceso a tecnología, financiamiento y nichos de mercado con ventajas comparativas como, en consecuencia, el bajísimo nivel de respaldo a las explotaciones que constituyendo mayoría en el medio rural, aplican su esfuerzo productivo con menores índices de capital, eficiencia y agregado de valor.

Estableciéndose una clara diferenciación entre las políticas públicas orientadas a los productores ricos, y las políticas pobres para beneficiarios pobres del sector agropecuario y pesquero que, dado el potencial existente, bien podrían contribuir de mejor manera a la economía de la entidad.

El ejemplo más palpable de ello es la actividad pesquera que reducida a su expresión de actividad primaria de subsistencia, está prácticamente abandonada y sujeta a la suerte de pescadores pobres, beneficiarios de políticas de fomento y respaldo a la actividad sensiblemente insuficientes, dispersas y de espaldas al potencial que nos ofrece el basto litoral veracruzano. Desvinculada del sector industrial y no como lo exigiría una visión integradora de las cadenas productivas, la pesca acusa un notable rezago al que no se le ha señalado prioridad. Lo mismo tratándose de su aporte al mercado interno que a la exportación. Baste ver lo que sobre el particular contempla el llamado Plan Estatal de Desarrollo y lo que de este se desprende en materia de prioridad, diseño y aplicación de políticas públicas de fomento.

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