miércoles, 7 de mayo de 2008

Ocaso del sol azteca. ¿Qué sigue?

Apunte para: gobernantes.com

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce


Incapaces de dirimir diferencias en santa paz, “chuchos” y “lopezobradoristas” formalizan el divorcio anunciado. Los primeros se quedan con estructura, registro y prerrogativas, en tanto que los segundos con el cincuenta más uno de la militancia y el mote de “violentos e intolerantes”, que no es poca cosa.


Si como dice Manuel Camacho Solís, el conflicto pudo haberse resuelto con un volado, muy al estilo de los aguerridos parroquianos que frecuentaban la vieja pulquería del Nogales veracruzano conocida como “Las glorias de cantinflas”, los plazos se agotaron, el golpe está dado y Acosta Naranjo, en nombre de “los chuchos”, se hace de la estructura partidista.


Del matrimonio de conveniencia al divorcio forzado, el PRD queda en el recuerdo de las buenas conciencias de una izquierda lastimada, dolida, y hasta ahora incapaz de lograr utópica unidad en torno a objetivos, propósitos y estrategias comunes. El partido que de los sótanos de la clandestinidad partiera para llegar a constituir la segunda fuerza electoral del país, se derrota a sí mismo en el 19 aniversario de su corta existencia, en vísperas de la elección federal intermedia del 2009. Paradójico, el sol azteca se apaga en un momento histórico que le fuera favorable; la debilidad manifiesta del PAN en el poder formal y un PRI que pendularmente bandea entre el centro y la derecha, no terminan de convencer a la ciudadanía.


Se cierra el ciclo histórico. El futuro de la izquierda en su opción electoral, con apego a las reglas de la decencia impuestas por el viejo régimen, está en el aire. El bipartidismo camaral recomendado por nuestros vecinos del norte, se impone. La vida política nacional se decanta y a los embates de la derecha clerical, reaccionaria y expresión del capitalismo salvaje, se les da patente de corzo para establecer la venta de garaje. Lo que queda de la riqueza nacional está en subasta.


Víctima de sus propias contradicciones, engolosinado con las mieles del poder, que como migaja electoral le ofrecieran en bandeja de plata, acotado por la realidad de un sistema que impone límites, el reformismo burocrático de la izquierda institucionalizada se margina de la historia.


Para Jesús Ortega y Nueva Izquierda, “…ha llegado el momento de refundar y construir el PRD moderno democrático y progresista que México necesita en el siglo XXI, dejando atrás a la izquierda con vocación de marginalidad y de oposición”. Renuncia tácita a la memoria histórica y al futuro. De espaldas a la izquierda social, el PRD a que Ortega hace alusión, no pasará de ser simple cascarón.


Se abre otro ciclo, otro plazo histórico para la izquierda en México. La obligada autocrítica de la militancia deberá honrar memoria y razón. De la experiencia vivida y hoy acumulada al hilo conductor de la historia nacional, se parte para la construcción desde abajo de un nuevo partido que retome los anhelos populares. La tarea inmediata de luchar por la preservación del domino de la Nación sobre sus recursos energéticos, es sin duda punto de partida y centro dinamizador para ascender a un nuevo estadio de conciencia y organización. La izquierda tiene futuro, el lastre quedó atrás.

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