jueves, 29 de mayo de 2008

Reforma energética. El gran ausente

Apunte para: gobernantes.com, Our Words In Resistance ; revoluciones ; Revista Análisis Político


Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

La primera impresión que en lo personal me deja el sexto foro del debate en el Senado de la República, convocado para discutir sobre la "Importancia del sector energético en el desarrollo nacional y regional", es que no respondió a cabalidad a las expectativas esperadas de este.


Si bien los señores gobernadores pusieran sobre la mesa nuevos elementos que enriquecen el debate, como el tema del federalismo, el medio ambiente, y los daños colaterales a la población derivados de la explotación de petróleo y gas, y se diera entrada en el confrontado posicionamiento hasta hoy observado a una tercera postura, neutra y desprovista de apasionamientos, referida al interés de los “estados petroleros” y asumida por el priísta Fidel Herrera Beltrán, tocó al Jefe de Gobierno del Distrito Federal encargarse de reiterar nuevamente el acotar la discusión a los terrenos aún no superados, de la constitucionalidad o inconstitucionalidad de las reformas a la industria petrolera propuestas por Calderón Hinojosa.


Y no podía ser de otra manera. Hasta hoy el debate ha sido dominado, en primer término, en contra o a favor, por la presunción de la intencionalidad privatizadora de las reformas propuestas, en el marco de lo dispuesto por la Carta Magna. Y por otro, la clara ausencia de un marco referencial que en materia de planeación de mediano y largo plazo, ubique sectorial y regionalmente a la industria pilar de la economía nacional, y a la propia intervención de los gobernadores y Jefe de Gobierno del D.F., en el ámbito de lo que se pretendiera debatir.


Frente a la carencia de un auténtico plan nacional de desarrollo, con horizontes de mediano y largo plazo, del que se deriven en congruencia propósitos, objetivos, estrategias y metas por alcanzar en sus vertientes sectorial y regional, explícitamente consensuadas en el orden nacional, el ámbito de discusión se reduce al marco del ejercicio presupuestal anual y, en el mejor de los casos, a un plan sexenal federal que no necesariamente coincide en tiempo, intenciones y propósitos, con los planes de desarrollo particulares de cada una de las entidades federativas. En este sentido, la apreciación del gobernador de Veracruz, cobra vigencia: el “debate es una Torre de Babel”, cuando menos en lo que a desarrollo nacional y regional se refiere.


A tal carencia habría que agregar la de un sistema nacional de evaluación, que transparente y de confiabilidad y certeza, cuantitativa y cualitativa, a logros y rezagos en la búsqueda de objetivos y propósitos sectoriales y regionales de crecimiento y desarrollo.


El contra que se evalúa y que se evalúa, en lo referente a las tareas del desarrollo de mediano y largo plazo, constituyen ausencia sustantiva que restringe posibilidad alguna de ubicar racionalmente, en los ámbitos sectorial y regional, los alcances, potencialidades y limitaciones, de la principal industria estratégica de México. En términos prácticos, se debate en abstracto y cada gobernador, cada entidad federativa, y el Jefe de gobierno del Distrito Federal, armado de su visión particular del conjunto, habla según le está yendo en la feria, incluyendo propósitos inmediatistas de interés político.


Para efectos de lo que se pretende con el debate nacional, lo aportado no fue suficiente, o cuando menos eso se percibe. La discusión entró en un círculo vicioso y quedó trunca, por lo que quizá a ello se debiera el que la Comisión de Energía anticipara la conclusión de evento. Lo que se rescata el día de hoy, es la convicción reiterada de que el sector energético carece de rumbo definido y que, toda reforma a Pemex tendiente a modernizarle, pasa necesariamente por liberarla de su secuestrador: la Secretaría de hacienda.

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