miércoles, 14 de mayo de 2008

El Campo Mexicano. Esperanzas por votos

Apunte para Newsver

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce


La situación que vive actualmente el campo mexicano frente a la crisis mundial alimentaria, me recuerda una kilométrica reunión de trabajo del ex presidente Luís Echeverría, con la Unión de Ejidos Colectivos “Lázaro Cárdenas del Río”, del Plan Chontalpa en Tabasco.


Convocados los delegados de los 22 ejidos colectivos de los municipios de Cárdenas y Huimanguillo, para discutir problemática y rumbo a seguir en materia de producción de carne, leche, plátano, caña de azúcar, arroz, cacao, coco, y aprovechamiento forestal; así como de la operación de la central de maquinaria, aserradero, beneficios de arroz y cacao, tiendas ejidales y transporte de carga y de pasaje suburbano, responsabilidad de la Unión de Ejidos; infraestructura hidráulica, caminos de acceso, investigación y extensión agrícola, vivienda y centros educativos, a cargo de la Comisión del Grijalva; el ejercicio de las líneas de crédito refaccionario y de avío, a cargo del fideicomiso responsable del plan integral de desarrollo, y el funcionamiento de las clínicas del IMSS, en presencia de Echeverría uno a uno se fueron desahogando los temas agendados.


Destacando el hecho de que agricultores, técnicos, y funcionarios públicos, responsablemente se avocaran a tratar los temas en cuestión, sin que en ningún momento la reunión con el presidente de México tomara tinte político alguno.


Fue hasta el final de los trabajos y tras escuchar el mensaje presidencial, que Juan Córdoba Candelero, presidente del comisariado de la Unión, a nombre de las 22 asambleas generales de los ejidos colectivos, le expresó a Luís Echeverría lo siguiente: “Sr. Presidente, los cinco mil campesinos y sus familias, aquí representados, confiamos en el gobierno que usted dignamente preside; aceptamos de buen grado el programa de colectivización ejidal y nos hemos organizado para llevarlo adelante, bajo la condición de que en el Plan Chontalpa los campesinos deberemos decidir democráticamente en asamblea, que, donde y cuando sembrar, auxiliados, eso sí, por el personal técnico de la Comisión del Grijalva, el Fideicomiso, nuestros asesores de Reforma Agraria y Delegación de la campesina, pero no sometidos a estos. No aceptamos la demagogia como respuesta a nuestros problemas, y con toda honestidad le manifestamos que nos hemos trepado al tren de su gobierno, de la CNC y del PRI, porque este nos lleva a donde queremos llegar, pero una vez que este tome un camino que no nos convenga, en ese mismo momento nos bajamos y esperamos otro que nos acerque a nuestro destino…”.


Las palabras de Juan Córdoba Candelero calaron en el presidente Echeverría. Hasta el final de su mandato el tren transitó por la vía esperada por los ejidatarios del Plan Chontalpa. Bajo la conducción del Comisariado de la Unión de Ejidos, el ambicioso proyecto del trópico húmedo llegó a ser ejemplo de organización social de y para la producción en México y América Latina. Un buen número de técnicos e hijos de ejidatarios, se capacitaron en Yugoslavia, Israel y Cuba; la Universidad de Chapingo abrió el Centro de Posgraduados en terrenos del Plan. El modelo de colectivización ejidal, planeación integral de desarrollo micro regional, y de organización en Uniones de ejidos y Asociaciones rurales de interés colectivo, a partir de la experiencia tabasqueña, se hizo extensivo a buena parte del territorio Nacional.


El tren se detuvo con el arribo de José López Portillo a la presidencia, y definitivamente cambió de rumbo con Miguel De la Madrid y Carlos Salinas de Gortari. Abandonado a su suerte, cancelado el crédito y la asistencia técnica, infiltrado por políticos priístas y ahogado en demagogia electoral, el Plan Chontalpa dejó de ser lo que era.


Actualmente difícilmente los 22 ejidos colectivos, en vía de privatización y sometidos a la reproducción del sistema económico dominante, se pueden diferenciar de otros ejidos del país. La producción y productividad cedieron el paso al asistencialismo oficial de subsistencia y la política electoral substituyó a la organización social colectiva; se abandonó la infraestructura hidráulica, y cinco mil familias, a pie de vía, esperan en vano un nuevo ferrocarril que les conduzca a un mejor destino.


Si esto pasó con “el niño mimado del régimen”, que podemos esperar frente a la crisis alimentaria que amenaza a México, de la mayoría de los campesinos que en este país nunca tuvieran igual fortuna y que hoy sobreviven atenidos a una caridad oficial, que se vale de programas asistencialistas para intercambiar esperanzas por votos.


Y todavía, algunos políticos se adornan, hablando de apoyo al campo y blindaje alimentario, para latir con fuerza y “vivir mejor”.


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