miércoles, 17 de septiembre de 2008

La tormenta perfecta toca ya a nuestra puerta

En Perspectiva

J. Enrique Olivera Arce


Xalapa, Ver.- 15/09/08. El número de problemas torales de la Nación es tal y de tan compleja imbricación que en el buscar solución a un conflicto, abre otro y este a uno más, en un encadenamiento que pareciera indicar que nos enfrentamos a una ya abierta Caja de Pandora; manifestándose incapaz el poder público para afrontar lo que de ella emana, con sensatez, congruencia y eficacia.


En los inicios del mes de enero del año en curso, en estas páginas me permití opinar que el 2008 apuntaba a ser un “año negro” para nuestro país. Las críticas de buenos amigos y algunos lectores no se dejaron esperar. Tremendista fue lo menos que escuché, cuando afirmé en un artículo que: “[…] se le esta dando la bienvenida a un año atípico que, con oscuros nubarrones en el horizonte, anuncia el próximo arribo de lo que los expertos califican ya como la tormenta perfecta en materia económica y social, y cuya gravedad de su impacto no es aún dimensionada del todo en su magnitud. Pese a que el gobierno pretende tapar con un dedo lo que ya no es posible ocultar, uno a uno se van sumando los factores que inciden en la conformación de un todo que podría dar lugar a un verdadero desastre. Los anuncios, tardíos, de lo que viene, no parecen preocupar ni a las autoridades, que insisten en contar con un eficaz blindaje, como a una ciudadanía confiada, en tanto desinformada y ajena a las componendas del poder que han postrado al país a niveles tales que, prácticamente, no sólo se ha desmantelado al Estado mexicano, también se ha hipotecado a toda la Nación”.


Hoy, a unos cuantos meses de distancia, mi percepción parece no haber estado equivocada. Las noticias difundidas por la prensa nacional y extranjera, no son nada alentadoras. Las crisis de los mercados financieros; una creciente desigualdad en ingresos, patrimonios y niveles de bienestar en todo el orbe; la compleja y multidimensional crisis energética y alimentaria; la escalada creciente de la violencia como fórmula de solución de conflictos; y una peligrosa alteración del clima, con efectos desoladores para la humanidad en su conjunto, interactúan entre sí, conformando una trágica realidad que pone en jaque al mundo entero y que el Estado mexicano parece ignorar.

Manlio Fabio Beltrones, presidente de la junta de Coordinación Política del Senado, recién afirmó que en México estamos a punto de formar "la tormenta perfecta" y añadió que eso es lo que hay que evitar, problemas económicos, estanflación y problemas políticos que surgen de una elección tan viciada como fue la de 2006. Además de pobreza extrema que convive con una riqueza insultante y problemas de inseguridad ante la incapacidad de un gobierno que no tiene respuestas.

Su expresión previsora, en efecto, no ha obtenido respuesta del gobierno del Sr. Calderón Hinojosa.

Frente a una crisis omniabarcadora que se alimenta de la debacle de la economía norteamericana y del agotamiento del capitalismo salvaje en su expresión neoliberal, se opta por debilitar aún más al Estado, poniendo a la Nación en una franca situación de indefensión. Lo mismo en el ámbito económico que en el social y político. Al mismo tiempo que se sacrifica la microeconomía, castigando al mercado interno y al consumidor final en aras de un cuestionable equilibro macroeconómico, en lo social se abandona a su suerte a más de 40 millones de mexicanos en condiciones de pobreza; reflejándose tal desatención en una crisis cada vez más notoria de debilitamiento y credibilidad de las instituciones republicanas, que se profundiza con la incapacidad manifiesta del Estado para proporcionar seguridad a la sociedad, y de los partidos políticos para mediar en la administración de riesgos y conflictos generados por el clima de desigualdad, pobreza, exclusión, corrupción e impunidad.

Los riesgos son minimizados o ignorados, adoptándose la política del avestruz, ocultándose tras cortinas de humo. Y si ya de si es difícil y complejo lidiar con cada uno de estos de manera aislada, no me imagino como el Estado mexicano habrá de enfrentarlos, cuando la crisis global indica que estos no son independientes unos de otros, sino que se influyen recíprocamente. Y peor aún, cuando estos deberán ser enfrentados por una administración pública omisa, indolente, y carente de autoridad moral y política para movilizar a la sociedad en pro de respuestas oportunas, coherentes y eficaces.

En nuestro terruño, poco puede hacer Veracruz para mantenerse al margen de esta crisis global y sus nocivos efectos. No se puede evitar así como así -como presupone la administración pública estatal-, lo que ya altera la tranquilidad social y la vida económica de toda la Nación. No basta con mantener cercanía con la población, instrumentar políticas públicas asistencialistas, promover y recibir inversión extranjera, crear nuevas empresas y generar más empleos –de dudosa calidad-, o dictar leyes que teóricamente contribuyan a fortalecer la convivencia entre diferentes. El “efecto mariposa” tocó a México y ya se hace sentir en el bolsillo e inseguridad en el empleo de los veracruzanos. La “tormenta perfecta” ya toca a nuestra puerta.

Rebasamos los primeros ocho meses sin resultados positivos que apunten en sentido inverso. Antes al contrario, el deterioro nacional crece y se acumula en todos los ámbitos embarcado en una espiral de franco retroceso, frente a un septiembre amenazador que bien podría concluir con barruntos de desastre. Si el 2008 no es año negro, poco le falta para serlo.


Publicado en: Revista Análisis Político

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