miércoles, 24 de septiembre de 2008

Reforma del PRI. Fuga hacia adelante

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Así como en el PRD ya no se sabe si lo que mantiene la unidad en torno a la franquicia son las coincidencias o las diferencias entre una militancia polarizada, en la que prevalece la ausencia de cultura política, y una dirigencia corrupta y carente de visión de largo plazo que se aferra al botín de las prerrogativas, maiceo, y cargos de representación popular, en el PRI no cantan mal las rancheras. La ideología y el compromiso con el país pasan a segundo término, cediéndole el paso al pragmatismo pedestre.

La Asamblea priísta de Aguascalientes al parecer no hizo mella en Veracruz. Siendo mayor el peso específico de la inercia, el pragmatismo no cede el paso a la renovación ideológica y política. Salvo algunos intelectuales que honran al tricolor, como Marcelo Ramírez, todo indica que el cambio de etiqueta le pasó de noche a la mayoría. El debate concluyó para el PRI veracruzano al término de los escasos minutos que bastaran para uncir al partido, una vez más, a la corriente reformista social demócrata que se ostenta como de izquierda remando a favor de la derecha.

El gatopardismo que se le atribuyera a los acuerdos de Aguascalientes, en Veracruz ni a eso llego. El PRI veracruzano ni por enterado se dio del contenido del discurso definitorio y mucho menos del compromiso de cambiar en la forma, adecuando el maquillaje a los nuevos tiempos, para quedar igual en su esencia autoritaria y antidemocrática.

Si para algunos bien intencionados la Asamblea constituyó un paso adelante en la tarea de rescate y reconstrucción del partido, para la mayoría ello le tiene sin cuidado. Pragmáticamente se confía más en el herramental tradicional de los usos y costumbres electoreros, que en adecuar el instituto político a los requerimientos de un país en crisis, que reclama su rescate e inserción en la modernidad por el ancho camino de la vida en democracia.

Para que cambiar si estando como está ya tiene asegurado el triunfo electoral en el 2009 y el 2010. No porque responda mejor a las demandas ciudadanas, ni porque cuente con los mejores hombres y mujeres, o tenga claro el camino a seguir en un país sin rumbo. El triunfo es seguro porque en las actuales condiciones de crisis del sistema de partidos, simplemente se presume no tiene oponente.

Bajo este supuesto, las mejores intenciones de transformación y cambio en el seno del PRI no pasan de ser un buen deseo que anima a honestos militantes, que también los hay. Una vez más el tricolor opta por la fuga hacia adelante, en la que ante la ausencia de voluntad política, y atado a intereses espurios, el tricolor afrontará el futuro sin tocar el lastre que arrastra del pasado.

Así, inercialmente, el PRI veracruzano ganará la elección de diputados federales el próximo año. Pero de ninguna manera se puede afirmar que ello constituya en su momento un avance en la vida democrática de la entidad.

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