lunes, 20 de abril de 2009

Calderón Hinojosa, mirón de palo

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Apenas el 30 de marzo, ante la reina Isabel II en Londres, Felipe Calderón Hinojosa mencionaba que “México está tomando un papel más activo para que la voz de América Latina sea escuchada en todo el mundo”, agregando que “el país ha retomado su liderazgo natural en la región y está llevando su representación a los foros multilaterales” (Milenio.com 31/03/09).


En la Cumbre de Las Américas que recién concluyera, la realidad se ha encargado de desmentirle. En el conjunto de los 34 jefes de Estado reunidos en Puerto España, Calderón Hinojosa fue simplemente mirón de palo. La prensa mundial lo ignoró; ni una nota ni mucho menos una sola fotografía alusiva al cordial encuentro entre Barack Obama y sus pares latinoamericanos, hicieron referencia al presunto liderazgo de México.


Eh ahí el resultado del triunfalismo falaz asumido por Calderón y que debería ser tomado en cuenta por algunos gobernadores que, padeciendo del mismo mal, hacen caso omiso de la terca realidad. Como coloquialmente se dice: más pronto cae un hablador que un cojo y eso, en el manicomio foxista, no se perdona; más pronto que tarde la ciudadanía habrá de cobrarse en las urnas la insanía de quienes no perciben como necesaria tanto a la congruencia como a la honestidad intelectual en la vida política de México.


Nuestro país no sólo ha perdido el liderazgo histórico en el concierto latinoamericano. También ha quedado en evidencia que está solo frente al dinámico proceso de cambio que anima a la mayoría de los países del Continente, incluido nuestro poderoso vecino del norte. Si en algún momento se pensara que Colombia, con el Presidente Uribe, compartía tal soledad, la realidad afirma lo contrario en tanto que el gobierno del país natal de García Márquez, acorralado, se pliega al liderazgo latinoamericano de Brasil y Venezuela.


El neoliberalismo, en el marco de la crisis sistémica global, fue enterrado oficialmente el mes pasado en Londres, y con ello el rumbo unipolar del mundo. Barack Obama y la mayoría de los líderes de los países del Continente así lo entienden y así lo manifestaron en la Cumbre de Las Américas, hablando de igual a igual entre pares; planteando una nueva relación entre diferentes, sustentada en el respeto mutuo, la colaboración compartida, y la libre determinación de cada país para afrontar sus realidades. Para Felipe calderón, el cambio de época para América Latina que de ello se deriva, no pasó más allá de la retórica en una manifestación más de un triunfalismo sin sustento.


No se puede seguir así, con tal nivel de obcecación. México debe contemplarse a sí mismo bajo una nueva óptica, abriéndose a la nueva dinámica de América Latina que deja atrás al llamado Consenso de Washington en la búsqueda de nuevos y más amplios horizontes. Reconocer si, sus fortalezas, pero sin ignorar el lastre histórico de nuestra desigualdad, rezago, pobreza y corrupción que determina lo que hoy somos ante el mundo y ante nosotros mismos como Estado-Nación. No podemos seguir siendo ni el país de Alicia y sus maravillas ni el manicomio nacional que, en su demencia, contempla Vicente Fox.


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