viernes, 27 de junio de 2008

Optimismo no compartido

Apunte para: Newsver

J. Enrique Olivera Arce


Xalapa, Ver., 27/06/08.- En tanto que Georgina Kessel, secretaria de Energía, afirmara ayer jueves que la consulta popular que llevará a cabo el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, el 27 de julio, no será tomada en cuenta por el Senado de la República, porque existe ya un compromiso para que al concluir los foros, cinco días antes, se empiecen a dictaminar las iniciativas sobre la forma petrolera, el secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Alberto Cárdenas Jiménez, descartó una crisis de abasto y precio de alimentos en los próximos años, ya que "estamos forzando las reglas de operación" en el campo para aumentar la producción nacional y hay más de 7 millones de hectáreas disponibles que actualmente no se están utilizando.


No sabemos que tan importante pueda ser el sector de la población que quisiera compartir tal nivel de optimismo de las autoridades. Lo cierto es que fuera del pretendido impacto mediático de las declaraciones vertidas por el gobierno federal, ni el Congreso de la Unión tiene ya posibilidades de evadir el peso, tanto de los debates como de la consulta popular que ya prendiera entre la ciudadanía, como condición para la aprobación de una iniciativa de reforma petrolera, como tampoco los ciudadanos confían en una presunta autosuficiencia alimentaria, cuando en la vida cotidiana el mercado apunta en sentido contrario y es bien sabido que los millones de hectáreas que no se están utilizando, están ociosas gracias a las políticas públicas neoliberales aplicadas a rajatabla desde la cúspide del poder y a las cuales no se quiere renunciar.


Si el optimismo de la Sra. Kessel estuviera sustentado en la convicción de la existencia de un plan premeditado de engañar al pueblo de México, y el manifestado por el señor Cárdenas Jiménez en un intento más de confundir a la opinión pública sobre la situación real que guarda el campo mexicano, de antemano podría afirmarse que ni lo uno ni lo otro cuentan con la más mínima aceptación de las mayorías. En el primer caso, porque ya existe un amplio consenso en que no puede ni debe aceptarse una reforma petrolera cocinada en lo oscurito por la partidocracia y bajo consigna dictada desde Los Pinos y, en cuanto al segundo, para nadie es un secreto que con salarios deprimidos y frente a un sector rural desmantelado, la crisis alimentaria no se resuelve ni con populismo demagógico de caridad demócrata cristiana, ni mucho menos con periodicazos.


La tomada de pelo con la que Calderón Hinojosa pretendiera generar confianza entre la población, congelando precios ya previamente incrementados de productos industrializados de escaso consumo popular, y el rechazo mayoritario a que ello diera lugar, basta para darse una idea de cuanto es el optimismo que en la mayoría de los mexicanos despiertan las declaraciones oficiales.


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