domingo, 27 de septiembre de 2009

Oaxaca. No confundir gimnasia con magnesia

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El énfasis con el que los medios de comunicación masiva destacan los encabezados de algunas notas periodísticas, muchas de las veces no guarda congruencia con la información en sí pero cumplen con el propósito de atraer la atención del lector. Sin embargo, sobran ocasiones en las que los encabezados están encaminados a propiciar anticipados juicios de valor para que la información que se da a conocer se atienda con previo prejuicio.

Caso paradigmático de esto último en las últimas semanas se puede observar en tratándose del controvertido tema de “Juanito” el de Iztapalapa, que, gracias a un mal intencionado manejo mediático, ha hecho del personaje lo mismo expresión viviente de la mediocridad de la vida política nacional que motivo de escarnio para con el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador. Ocultando la razón sustantiva del origen y contexto de la elección del hoy delegado electo, que se sustenta en una ley electoral recesiva, la corrupción y mala fe que priva tanto en el IFE como en Poder Judicial de la Federación, y en el hecho inobjetable de que en escasos quince días, AMLO volcara la intención del voto de los habitantes de una de las delegaciones más pobladas de la ciudad de México a favor no de “Juanito”, sino de la Sra. Brugada, enmendándole la plana al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación..

Lo mismo se está observando en el manejo que la prensa veracruzana aplica a la alianza del PRD y posiblemente Convergencia con el PAN, en el vecino estado de Oaxaca. Favoreciendo los medios al PRI y estigmatizando a la izquierda electoral, sin atender al contexto dentro del cual se da eso que se ha dado en llamar “aberración ideológica”. Para quienes no estén lo suficientemente informados, el sólo encabezado de la nota que da cuenta de las declaraciones de un dirigente del PRI en el estado, induce al prejuicio y a la aceptación tácita de que efectivamente tal alianza es una “aberración”, como si el pragmatismo que domina en la vida político electoral no fuera el común denominador. ¿O acaso el PRI no acaba de aliarse al PAN y a los verdes, para avalar la designación del nuevo procurador general de la República propuesto por Calderón?, ignorando el sentir de la opinión pública y su propio rechazo al régimen calderonista.

Sin pretender darle la razón a la sin razón cotidiana del pragmatismo de una buena parte del PRD, no podemos dejar de lado que en el caso específico de Oaxaca persiste en la mayoría de la población, sin distingo partidista, la convicción plena de que hay que echar del gobierno al PRI, representado en la entidad por Ulises Ruíz y su camarilla. Convicción puesta de manifiesto hasta el cansancio por la también mayoría de los mexicanos que por cierto, tienen también puesta la mira en el (des) gobernador de Puebla.

La pretendida alianza no es un asunto ideológico ni puede juzgársele como tal; pragmáticamente, la alianza es reflejo de una expresión de la voluntad popular en contra del sátrapa gobernante, y sujeta a la aceptación plena de un candidato único que responda a las expectativas del pueblo oaxaqueño. Bajo esta óptica, ni puede considerarse aberrante ni mucho menos como algo inaudito y generalizado que deba someterse a un sesudo análisis, como el que ya realizan algunos columnistas que en sus elucubraciones pretenden extrapolar maliciosamente el fenómeno a Veracruz.

Y digo, maliciosamente, porque no se oculta el miedo del priísmo a que en nuestra entidad pudiera construirse una alianza del PAN no con el PRD controlado desde palacio de gobierno, sino con Convergencia. No olvidemos que si en su momento esta alianza se hubiera dado de no haberla rechazado Dante Delgado, Fidel Herrera Beltrán no sería el gobernador de Veracruz.

Las circunstancias son otras. Oaxaca no puede compararse con Veracruz, ni en lo político ni en lo social. Como tampoco se puede comparar a un repudiado Ulises Ruíz con Fidel Herrera Beltrán cuyo cacicazgo es ilustrado y que es bien visto cuando menos por un tercio del electorado. La correlación de las fuerzas electorales en nuestra entidad se manifiesta en un cierto grado de equilibrio en el que dependiendo de quienes sean nominados como candidatos a la gubernatura, el voto popular lo mismo puede beneficiar al PRI en una si aberrante alianza con el partido verde, que al PAN o incluso a Convergencia.

Así que no adelantemos vísperas. En Oaxaca la última palabra la tiene su pueblo. En el Veracruz de hoy, se percibe que la última palabra la tendrán las bacinicas en una guerra sin cuartel.

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