domingo, 18 de octubre de 2009

La obediencia ciega no siempre es la mejor virtud

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Siempre una obediencia ciega supone una ignorancia eterna”

Anónimo

No causó sorpresa el que el Dr. Carlos García Méndez, en rueda de prensa, expresara su legítima aspiración a ser candidato del PRI a la alcaldía de Xalapa. Desde semanas atrás su nombre circulaba entre los medios de comunicación como uno de los probables aspirante. Podríamos afirmar que la declaración del propietario de la Universidad de Xalapa y secretario de desarrollo económico y portuario en la actual administración pública estatal, fue ampliamente aceptada por importantes sectores de la población.

Carlos García Méndez, hombre de bien, de origen humilde, forjado en la cultura del esfuerzo y sin duda uno de los xalapeños que más ha contribuido a dar respuestas concretas al problema del desequilibrio entre demanda y oferta de educación superior en Veracruz, ante la incapacidad real del sector público para atender a un creciente número de jóvenes que solicitan ser admitidos en la Universidad Veracruzana. A juicio de muchos de llegar a concretarse su aspiración, sería un magnífico candidato del tricolor y, de así determinarlo el voto popular, un buen alcalde para la capital veracruzana, pero, pues nunca falta un pelo en la sopa, a mi juicio el anuncio de su aspiración aunque oportuno y respetuoso dados los tiempos que corren, se da en el contexto de un discurso que para la gran mayoría de los xalapeños carece de credibilidad.

Tanto se ha plegado al manido discurso fidelista, triunfalista y sin sustento real, de un crecimiento económico acompañado de generación de miles de empleos a partir de la promoción de la inversión extranjera y la focalizada política de exportación de bienes y servicios, que al igual que Américo Zúñiga Martínez, también aspirante a la alcaldía, ya no se les reconoce seriedad.

No se puede ocultar el sol con un dedo. La realidad que vive Veracruz y específicamente, su capital, Xalapa, contradice el discurso triunfalista. Se destaca y presume por parte de la administración pública estatal que a nuestro terruño no ha llegado la crisis que sin distingos afecta al planeta entero; que el sector privado mantiene en alto su aportación de capital al crecimiento de la planta productiva; que el número de empleos generados en los últimos cuatro años supera a la media nacional y, que el desempleo ni se ve ni se siente gracias a la acertada política de promoción del desarrollo del gobierno de Fidel Herrera Beltrán. Nada más alejado de la realidad, constatándose cotidianamente que es mayor el número de despidos y de demandantes de trabajo que el número de empleos generados; medianas y pequeñas empresas están cerrando por falta de demanda real y crédito bancario para sostener los negocios y que, las nuevas inversiones, en su mayoría de capital extranjero, se dan focalizadas en unas cuantas ciudades o regiones de la entidad, entre las que no figura el municipio de Xalapa.

No se puede tener credibilidad cuando la realidad que se vive está tan alejada del discurso oficial. De ahí la disyuntiva para quien desee gobernar a una ciudad cada vez más ingobernable: o se acepta la realidad congruentemente con las necesidades reales y sentidas de la población, o se atiende al compromiso con el gobernador del estado, apegándose al libreto dictado desde palacio.

Lo he dicho. Fidel Herrera Beltrán ha demostrado ser un magnífico primer violín, pero no cuenta con orquesta para ofertar al público una sinfonía a la altura de las necesidades de Veracruz. No ha sabido delegar responsabilidades en sus cuadros administrativos de primer nivel, no confía en estos, los trata como empleados a su servicio y les asigna lo mismo subsecretarios, directores generales, secretarias que barrenderos. Tiene más autoridad, iniciativa y libertad de acción un operador político de medio pelo, que un miembro distinguido del gabinete con nombramiento de Secretario. La condición para mantenerse en el cargo, es la obediencia ciega y ese es el caso del Dr. García Méndez. El haber sido obediente y siempre dispuesto a satisfacer los deseos del patrón, es su virtud y al mismo tiempo su lado flaco como aspirante a la alcaldía de Xalapa. Como rector de la Universidad de Xalapa, brillaba con luz propia siendo aceptado y querido en la comunidad, como Secretario de Desarrollo Económico es una sombra más entre el montón de fieles cortesanos.

La aspiración de Carlos García Méndez es genuina, honesta y legítima. Su deseo de servir a los xalapeños es indudable. Conoce bien el municipio, desde abajo, a sus paisanos y a la peculiar idiosincrasia de una sociedad que vive con intensidad cada día de quincena. Es conocido y apreciado en amplios círculos sociales. Eso debería bastarle para ver concretadas sus aspiraciones políticas, ojalá y entienda que para la ciudadanía no siempre la obediencia ciega es la mejor virtud.

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