miércoles, 9 de abril de 2008

Reforma Energética. El balón está en la cancha del Congreso

Apunte para gobernantes.com

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Tras un largo período de dimes y diretes, la esperada iniciativa de reforma energética, reducida a un paquete de reformas a varias leyes secundarias que eficienticen la operación de Pemex, fue entregada por el presidente Calderón Hinojosa al Senado de la República por conducto de la secretaria de energía. En mensaje a la Nación, el titular del ejecutivo federal resumió exposición de motivos y propuestas concretas para llegarle con eficiencia, eficacia y tecnología de punta al “tesorito”. Insistiendo en que no se contempla ni modificación alguna a la Constitución General de la República, ni mucho menos privatizar un recurso que es y seguirá siendo de los mexicanos. Es más, para ratificar lo dicho, Calderón Hinojosa hizo mención a un capítulo de la propuesta, referente a la expedición de "bonos ciudadanos" que pueden adquirir mexicanos y mexicanas. Costarán, según dijo, 100 pesos, y generarán rendimientos a sus tenedores como los que genere la paraestatal petrolera, individualizando (bursatilizando) el usufructo de la renta petrolera por encima de lo dispuesto en la Constitución de la República.


Lo destacable del mensaje, es que en la exposición de motivos, se reitera lo expresado en el diagnóstico catastrofista ya desechado tanto por el PRI como por el PRD, así como por las ventajas aún no aprovechadas por la paraestatal que ofrece la perforación en aguas profundas del Golfo de México y la construcción de nuevas refinerías que reduzcan la dependencia del extranjero, contribuyan a la preservación del medio ambiente y al impulso al desarrollo integral del país. Ofreciéndose el oro y el moro a partir de recuperar e incrementar la capacidad de extracción y generación de divisas.


“Mientras otros países llevan muchos años explorando aguas profundas para aprovechar la riqueza petrolera, apuntó, en México no hemos podido empezar...”; "México está perdiendo terreno frente a la competencia internacional, de ser Pemex una de las empresas más importantes del mundo, hoy se encuentra en el lugar número 11”; “La producción ha caído y hoy extraemos 300 mil barriles diarios menos que hace tres años. Esto significa que estamos dejando de recibir algo así como 100 mil millones de pesos anuales y con ese dinero hubiéramos podido multiplicar por cuatro el presupuesto del programa Oportunidades, que es el apoyo que se da a las familias más pobres del país”; “La buena noticia, mexicanas y mexicanos, es que sí es posible aumentar la capacidad para encontrar nuevas reservas petroleras, que sí es posible ampliar la capacidad de producción de Petróleos Mexicanos, en beneficio del país”, fueron algunas de las frases con las que Calderón Hinojosa enfatizara lo sustantivo del cuestionado diagnóstico y hoy parte de la exposición de motivos de la iniciativa de reforma.


Nada nuevo bajo el sol, recurriéndose una vez más al manido argumento del patrioterismo ramplón que suele utilizar Calderón Hinojosa; autonomía de gestión, combate a la corrupción y la búsqueda de altos índices de excelencia y productividad, en la administración y operación de Pemex, que en su momento manejara Georgina Kessel, secretaria de energía, frente a los legisladores del PRI y el PAN.


Respecto a las propuestas concretas que a decir de Calderón Hinojosa contempla la iniciativa de reforma Light, estas conforman un decálogo que combina medidas concretas menores de orden fiscal con otras de corte productivista y de eficiencia administrativa, sin tocar modificaciones de fondo a la situación actual de retención de un alto porcentaje de los ingresos de la paraestatal a favor del gobierno federal y de los estados y municipios, que prácticamente ata de manos a Pemex ante la necesidad de reinvertir por cuenta propia en mantenimiento, investigación, tecnología, exploración y extracción del crudo. Así como le impide contar con recursos líquidos para emprender nuevos proyectos de refinación y petroquímica secundaria. Antes al contrario, de antemano anunció que a un mayor volumen de extracción y de refinación, el gobierno estaría en condiciones de disponer de suficientes recursos para impulsar la modernización del país y el abatimiento de la desigualdad y el rezago social, ignorando la necesidad de abatir el creciente endeudamiento de la paraestatal, incluido el lastre de la deuda laboral.


El balón está en la cancha del Congreso. De lo que resulte del análisis de la propuesta calderonista, dependerá el posicionamiento de las diversas fuerzas políticas representadas en ambas Cámaras y del movimiento social que desde la calle tiene algo que decir al respecto. Lo único seguro y sin lugar a dudas, es que ya han sido demasiados brincos estando el suelo tan parejo. De una esperada iniciativa de reforma estructural que contribuyera a la Reforma del Estado mexicano, Calderón apenas ofrece una tímida reforma que, de no mediar otra, más amplia, de carácter fiscal que le acompañe, nos deja igual que al principio del estira y afloja, dejando la puerta abierta a los contratos de servicios múltiples y constatándose el especial gusto de la actual administración federal panista por el gatopardismo.

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