martes, 11 de agosto de 2009

PRD. Para que insistir en su rescate

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Hace unos días el ameritado maestro Jorge E. Lara de la Fraga en artículo de su autoría publicado en “Diario de Xalapa”, se pregunta: ¿Qué haremos con el PRD?

Sin militar en dicho instituto político, a decir verdad podría afirmar que para cualquier persona en su sano juicio le respondería: Nada. Nada que a estas alturas se pueda hacer por un partido político en agonía que se propuso devorarse a sí mismo. Reconociendo la relevancia que en su momento tuviera para la vida política de México, a mi juicio cumplió su ciclo histórico tras haber perdido el rumbo inicial, dejando de ser referente legítimo para la izquierda electoral y social de este país.

Convertido en alcahuete de una camarilla de falsos redentores y huestes de tribus canibalescas sin mayor propósito e interés que no sea el disputarse cuotas de poder, cargos de elección popular, y obsceno disfrute de prerrogativas derivadas de aportaciones fiscales de los contribuyentes, el partido del sol azteca marcha a la deriva, de espaldas a las mejores causas del pueblo de México y sumiendo a lo mejor y más respetable de su militancia en un laberinto cuya única salida es un tobogán que conduce a la nada.

Se habla de dientes para afuera de una “refundación”. Tras este falso propósito se oculta el gatopardismo de las camarillas que secuestraran al partido. Cambiar para seguir igual, o peor. Conservándose en el mismo costal la corrupción acumulada de oscuros intereses bajo el resguardo de las visibles cabezas de la antropofagia tribal y las nobles y honestas intenciones de aquellos militantes que ingenuamente confían en que es posible recuperar para la izquierda nacional lo que ya de hecho es un cadáver viviente.

Como expresión vernácula de tal pretendida refundación, en Veracruz se sigue la misma tónica. La misma gata con un nuevo revuelco, bajo la conducción de dirigentes, ex dirigentes y “líderes morales” que prestos se apuntan como “salvadores del partido”, al margen de la base y con el mismo propósito de siempre: medrar a costillas de la necesaria participación en la vida política de aquellos ciudadanos que se identifican con la izquierda o centro izquierda. Las mismas caras, las mismas mañas, reunidos para llegar a un arreglo cupular en el que a nombre de la unidad ninguna de las tribus resulte raspada en el nuevo reparto de la estructura burocrática.

Honestamente estimado Maestro, no basta con recomenzar partiendo de cero cuando se carece de honestidad intelectual para reconocer que el PRD dejó de significar paradigma de lucha y compromiso. El Partido está muerto, como opción electoral y como referente de la izquierda histórica de este país. No vale la pena, frente a la crisis que afecta ya a la mayoría de la población, perder el tiempo en su rescate.

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