martes, 4 de agosto de 2009

Veracruz. La realidad real frente a la imagen virtual

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Manipular las opiniones es posible, desde luego, y se hace constantemente, pero nunca se está seguro de cuando la amplificación complaciente del dogma propio comienza a transformarse en paradójica consolidación de la herejía de los adversarios”.

Fernando Savater

Leyendo lo que al gobierno estatal le interesa difundir y lo que de la vida cotidiana de los veracruzanos reflejan los medios informativos, pareciera existir un mundo de distancia entre ambas lecturas. La realidad real, terca como siempre, bien que se encarga de desmentir a la otra, la realidad virtual que se nos vende cotidianamente.

Los discursos de todos los días del Maestro Fidel Herrera Beltrán, contribuyen a lo anterior. Un día sí y el otro también, para quien sienta necesidad de escucharlos, el idílico paisaje de una entidad pujante, próspera, cuyos habitantes viven tranquilos y al margen de la inseguridad y crisis económica que afecta al resto de México, con el que retóricamente se plasma la realidad virtual, referente oficial de rumbo y destino de Veracruz, más que desdibujar a la otra realidad, la real, confirma a esta como verdad objetiva.

Con motivo de la revelación de la placa con la que el Congreso local rindiera tributo a las Leyes de Reforma, en su discurso el Maestro Fidel Herrera Beltrán puso sobre la mesa la contradicción a que nos enfrentamos: “... en la hora actual la injusta distribución de la riqueza y el modelo económico neoliberal agotado, que en sus ciclos provoca más pobreza y angustia es el otro gran enemigo de la salud pública”. Reconociendo, con ello, lo que ya a nivel internacional no pudo seguirse ocultando tras los fracasos de un modelo de desarrollo que dio al traste con la economía mundial. No obstante, la sociedad veracruzana y con ella su administración gubernamental, no hace nada por cambiar de rumbo, vivimos en y para ese neoliberalismo caduco que se niega a reconocer en los hechos que el gran enemigo a combatir, caldo de cultivo y razón de ser del clima de violencia, inseguridad y paralisis del quehacer económico, es precisamente la desigualdad y la pobreza que generan deterioro del tejido social, pérdida de valores, deterioro del nivel de vida de las mayorías, así como el quebranto del marco jurídico en que se sustenta la gobernabilidad.

En el marco de ese modelo neoliberal agotado que nos atara al llamado Consenso de Washington desde hace cinco lustros, México combate efectos sin atacar las causas que hoy tienen al país al borde del desastre. Más de cincuenta millones de mexicanos en condiciones de pobreza o pobreza extrema, sobreviviendo en el margen objetivizan el peso específico de rezagos sociales, estrategias de crecimiento y desarrollo y políticas públicas fallidas que, acompañadas por la ceguera de un sistema político en crisis, conforman la realidad real en contraposición a la imagen virtual que, mediáticamente, se pretende imponer.

Lo que atañe al todo atañe a las partes. Veracruz, nuestro entorno más cercano, vive en carne propia tal realidad nacional. En el discurso se nos pretende aislar, convencernos de que somos ajenos al México que acusa una crisis económica y social que ya trastoca todos los ámbitos de la vida cotidiana. Estamos blindados, se insiste. Finanzas públicas sanas y una política de generación de nuevas fuentes de trabajo que permite que el empleo mantenga su ritmo ascendente. Lo mismo en el medio urbano que en el rural, vamos bien, cuando la realidad, la real, a gritos señala lo contrario.

Se festina lo virtual ignorándose lo real, mientras el mejor testigo, el bolsillo y bienestar de la gente, dice en silencio que el emperador luce en cueros su mejor atuendo.

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