martes, 8 de julio de 2008

Rosario Ibarra: Amigo Evo

Our Words In Resistance, julio 7 de 2008

Perdón Evo Morales por llamarte amigo sin haberte conocido, y perdón también “por hablarte de tú”, que según dicen los “finolis”, es falta de educación. Pero quiero decirte que desde que oí de ti por vez primera, supe que podríamos ser amigos, aunque “jamás de los jamases” nos hubiésemos encontrado o nos pudiéramos ver en ese espacio de tiempo que indica lo imposible.


Además, me atrevo a “tutearte” porque me importa más lo que solía decir mi amadísimo padre, que lo que opinen todos los “finolis” del mundo. Él -mi padre- afirmaba en una interrogación: ¿por qué no tutearnos, si le hablamos de tú al Padre Nuestro? ¿Cómo la ves?… Yo creo, que desde tu sitial de dignidad y de sencillez, no le pondrás objeción alguna a estas nimiedades.


Quizá nunca te enteres de lo que aquí te digo, pero me ensancha el alma poderlo expresar.. Amé a tu patria “porque la amé de lejos”, como dijo un poeta mexicano, pensando en la nuestra, porque él estaba en otro suelo. Amé a tu patria porque aquel ciudadano del mundo que se llamó Ernesto Guevara se fue a suelo boliviano para luchar por él y tal vez, ¿por qué no?, para morir en tierra digna.


Sentí una pena intensa, se llenó mi alma de conmiseración, una vez que un entrañable amigo visitó Bolivia y volvió contrito, dolorido, indignado. Rosario -me decía- esto no debe de ser, tenemos que luchar para acabar con la miseria que ha inundado al mundo y que mata a los niños cuando su vida empieza apenas.


Fíjate, me contaba indignado, en México los pobres o nosotros mismos, no tan pobres, vamos a los mercados y compramos la mitad de una papaya o de una enorme y jugosa sandía de las que se cosechan en esta tierra pródiga, mientras que en los mercaditos callejeros de La Paz, allá en Bolivia, la gente compra. ¡un cuarto de jitomate! Lo vi y no lo podía creer, y seguía con su pena y su indignación hablándome del insulto que aquello significaba, de la maldad de los gobiernos que pretendían vender la riqueza de aquella tierra (o ya la habían vendido) y pretendían (o ya lo habían hecho) obedecer las órdenes obtusas de un gobierno extranjero, que se creía y se sigue creyendo el dueño del mundo.


¡Ay, amigo Evo, creo conocerte! He leído sobre tu niñez y juventud; he repasado en mi imaginación lo que pudiste vivir y sufrir en aquellos años de pobreza extrema de tu amado pueblo; he visto, con los ojos de la mente, tu capacidad de lucha, tu decisión de alzar como un estandarte los anhelos ancestrales de tu raza, el reclamo de siglos que contigo, junto al indomable “poder del pueblo”, como tú mismo lo dices, nada ni nadie podrá enfrentar.


En México, hay miles, tal vez millones que sufren de esa hambre que corroe las entrañas, que destruye, que asesina. pero también hay otra hambre, tan terrible y tan dañina como esa: la falta de justicia; estamos hambrientos de ella, la pedimos, la exigimos y luchamos por ella desde hace muchos años. pero los gobiernos perversos se fingen sordos y ciegos para no saber de nuestros reclamos. Y creo que no lo ignoras, en todo el continente, en este, en el que uno de los hombres más bondadosos del mundo llamó “Nuestra América”, han existido, para vergüenza de la especie humana, seres aborrecibles, abominables, que han cometido terribles crímenes que tienen a más de 90 mil hogares sumidos en la más profunda tristeza. Sí, desde el río Bravo hasta La Patagonia se lloran las “desapariciones”. tú lo sabes, porque Bolivia tiene su cuota de dolor también.


Pero también, aparte de esa hambruna que corroe las almas que buscan justicia, está el otro dolor: la pena ingrata que dan las decepciones; la frustración ante la falta de cumplimiento de lo prometido. Los ecos de la perorata de los candidatos hacen estallar los tímpanos; lastiman la mentira, la demagogia, el escarnio del engaño premeditado y toda la larga cauda de falsedades cuidadosamente calculadas que han sembrado infinita tristeza en muchos pueblos hermanos a todo lo largo y ancho de esta América (¿Nuestra?).


Nombres de nuevos presidentes van y vienen; la esperanza -que siempre vivirá en las almas que sufren- crece y florece cada vez que “hay cambios”. pero éstos, los cambios, no son tales, nunca llegan, porque son simulación y mentira. Y junto a los nombres de los que han llegado al poder, son sepultados por inútiles, por malignos, por valerse de esa esplendorosa esperanza de los pueblos para trepar al poder. y llegando a él, dilapidan la fe que los pueblos depositaron en ellos, la tiran, abominan de ella y se ensucian, sin que esto parezca importarles, porque pesa más el botín de la reciprocidad del coloso cuyos mandatos acatan. ¡Pobres títeres, míseras marionetas, ridículos saltimbanquis que la Historia exhibirá en la podredumbre de sus mediocres espíritus. allá ellos!


Tú, amigo Evo, tienes algo que ellos no conocen, lo he visto en tus actos y lo he percibido en tus gestos y en tus palabras: la dignidad de la sangre que corre por tus venas, la sangre robusta de los dueños primeros de toda esta tierra. Además, la dulzura y la mansedumbre que hizo poeta al rey Netzahualcóyotl, aquel “coyote de ayuno” que sufrió el dolor de ver morir a su padre por manos asesinas; aquel monarca que fue bueno para su pueblo. Tú eres de ese “tronco” del que escribía José Martí y estoy segura de que tú sí sabrás cumplir las promesas que hagas a tu pueblo. Muchos seres que sufrimos estamos contigo, amigo Evo.


http://rosarioibarra.blogspot.com/2006/01/amigo-evo.html

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