jueves, 11 de diciembre de 2008

La izquierda en punto muerto

J. Enrique Olivera Arce

La crisis de la izquierda electoral mexicana ya se estancó en un punto muerto. Con el pragmático corrimiento a una postura centrista de lo que queda del PRD, que se inclina pendularmente a la derecha convalidando las tesis neoliberales de la libertad de mercado y respaldando las políticas públicas del calderonato, prácticamente la izquierda histórica se queda sin referente en el sistema de partidos políticos en México. Con la renuncia de la actual estructura a los orígenes ideológicos, doctrinarios y programáticos del partido del sol azteca, la oposición electoral de centro izquierda pierde legitimidad y eficacia en la búsqueda del poder por la vía institucional.


En este contexto, las corrientes que al interior del PRD dicen oponerse a las comandadas por “los Chuchos”, pretendiendo el rescate del partido desde su interior, convalidan a su vez la permanencia en el espectro político nacional de un instituto político que ya no representa a la izquierda; resultando, por tanto, irrelevantes en los esfuerzos de transformación y cambio en la vida política, económica y social de un país sin rumbo.


Como contrapartida, el movimiento social que encabeza Andrés Manuel López Obrador, no se decide a su transformación en un nuevo partido político que aglutine y organice a lo mejor de la izquierda en torno a una estrategia electoral de mediano y largo plazo en la búsqueda del poder. El propio político tabasqueño, manejando los tiempos electorales, se resiste a abandonar las filas del sol azteca; argumentando que no es el momento, sin parar mientes en que lo que está propiciando es la radicalización de lo más atrasado del movimiento ciudadano, abriéndole la puerta a manifestaciones anarquizantes y expresiones “lumpen” que ni se corresponden ni contribuyen a la organización que convoca, anclando a sus seguidores en una visión cortoplacista, de corte electorero, de antemano condenada al fracaso.


En tal sentido vale la pena leer “Organización, partido y movimiento”, de Adolfo Sánchez Rebolledo, publicado en La Jornada en su edición del pasado jueves 4 de los corrientes, que poniendo los puntos sobre las ies, da luz sobre las contradicciones entre el movimiento de resistencia pacífica y la función, objetivos y estrategias de un auténtico partido político de izquierda.


Así las cosas, frente a la crisis en la economía real y en los prolegómenos de las elecciones del 2009, la izquierda da la razón a Jesús Ortega; observando desde el margen como mirón de palo, el desarrollo de un proceso político al que no ha sabido o no ha querido integrarse, perdiendo una oportunidad histórica. Faltaría ver si en la coyuntura y con carácter provisional, el Frente Amplio Progresista, ahora integrado por Convergencia, PT, y el movimiento ciudadano de resistencia pacífica que encabeza Andrés Manuel, tienen la suficiente visión organizativa y programática para glutinar y conducir a las urnas con relativo éxito, en el 2009 y 2012, a la ahora dispersa izquierda social.


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