miércoles, 3 de diciembre de 2008

A palabras necias, oídos sordos...

Pulso crítico


J. Enrique Olivera Arce


A dos años de distancia, las condiciones de polarización política en que arribara Calderón Hinojosa a Los Pinos, no sólo no han amainado circunscribiéndose al movimiento de resistencia pacífica del lopezobradorismo, van incrementándose a ojos vista en sectores más amplios de la población, ante lo que se considera una pésima conducción del gobierno de la República por parte del panismo en el poder. En tal contexto, el llamado a la unidad de los mexicanos para enfrentar las crisis que aquejan al país, caen en el vacío. Más cuando la intención de la convocatoria implícita y explícitamente guarda estrecha relación con el proceso electoral del 2009, invalidando todo esfuerzo gubernamental por obtener cuantitativa y cualitativamente la participación ciudadana deseada.


Si para algunos ya es suficiente con seis años de gobierno a manos de un idiota, al que la iglesia católica considera inepto mental para contraer nuevas nupcias, dos años de gobierno en manos de un incapaz es la gota que derrama el vaso. La pérdida de credibilidad y confianza en las instituciones de la República está alcanzando su punto más álgido; el horno no está para bollos como para que la población responda a llamados a la unidad en torno a tareas que siendo responsabilidad del Estado, este se manifiesta incapaz de atenderlas con la eficacia y en el tiempo en que la sociedad lo reclama.


Resultando fuera de lugar, por tanto, el que el gobernador de Veracruz, a su vez, convoque a cerrar filas en torno a Felipe Calderón Hinojosa. Y si es bien sabido que tal convocatoria es fruto de un doble lenguaje, con mayor razón resulta inviable el atenderla. No se puede cerrar filas en busca de la unidad con un personaje, cabeza de un partido político al que en la entidad se le tiene declarada la guerra. Somos o no somos, podría decirse parafraseando a nuestro buen amigo Noé Valdés.


A la demagogia que anima el discurso de Felipe Calderón, se corresponde la demagogia de Fidel Herrera Beltrán. Antes que convocar a la población, cabe la autocrítica objetiva y la acción consecuente en ambos personajes. No se puede confiar en gobernantes que soslayando la existencia de un muladar en casa, llaman a limpiar entre todos la casa del vecino. En tanto el Estado mexicano, en sus tres órdenes de gobierno, no emprenda a fondo un combate frontal contra la corrupción y la impunidad en el ámbito del servicio público, los llamados a la unidad y a la concordia son llamadas a misa a los que una población no creyente, bien puede darse el lujo de desdeñar.


¿Por qué habría que renunciarse al movimiento contestatario de oposición, cuando las causas más profundas que le originan permanecen latentes? ¿Para allanarle el camino electoral al PAN y al Sr. Calderón Hinojosa? ¿Para facilitarle al PRI su retorno a Los Pinos? ¿Para que el gobernador Herrera Beltrán legitime la imposición de su sucesor? ¿Para que una vez más se recurra al fraude electoral? Interrogantes, entre otras muchas, cuyas respuestas flotan en el aire, más ahora que pese a la insistencia en ofender la inteligencia de los mexicanos, estos confirman la validez de un imaginario propio en el que, anticipándose al Vaticano, diagnosticaron incapacidad mental a un narcisista que desde el tálamo pre nupcial, aseguraba gobernar a México.


pulsocritico@gmail.com

http://pulsocritico.com

0 comentarios: