jueves, 18 de diciembre de 2008

Veracruz. Ausencia de cultura democrática

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

De paseo por tierras del sureste, no pude sustraerme a la costumbre. Desde un cómodo ciber recurrí a mis portales de noticias favoritos, entre los que destacan “gobernantes.com” y ”crónica del poder.com”, para enterarme de lo que ahí se escribe sobre los últimos acontecimientos de la política veracruzana. Nada nuevo bajo el sol, la guerra sucia aunque subiendo de tono se mantiene en la misma línea, confrontado un apanicado priísmo fiel con la aún lejana posibilidad de que Miguel Ángel Yunes Linares pudiera acceder en el 2010 a la candidatura panista a la gubernatura del estado. Lo dominante no es ni por asomo el interés más general de los veracruzanos; los dimes y diretes, conservan esencia, sustancia y el mal olor ya previsto en estos menesteres de la política ramplera de espaldas al pueblo.

En este escenario, en el que por cierto al gobernador se le ha visto salirse de sus casillas, perdiendo compostura y mostrando las aristas más débiles de su personalidad, atraen mi atención dos hechos que podrían ser irrelevantes para hombres y mujeres comunes al margen de la clase política, de no ser porque se ratifica una vez más el bajísimo nivel, tanto del Congreso local como de quien se ostenta como secretario general de gobierno en la administración fidelista.

En tanto que en la Legislatura, ignorando a la oposición, los diputados fieles atienden a la consigna dictada, reformando por mayoriteo y al vapor el Código Electoral vigente, adecuándolo a modo para que cumpla con los intereses y expectativas futuras de Fidel Herrera Beltrán, por su parte Reynaldo Escobar Pérez, por consigna o abyecta sumisión, presenta una denuncia por calumnia y difamación en contra del diputado y presidente estatal del PAN, Alejandro Vázquez Cuevas, motivada por los cuestionamientos que en la reciente comparecencia del gobernante ante la representación popular local, formulara en tribuna la bancada panista por lo que a su juicio constituyen irregularidades e inconsistencias en el ejercicio de la administración pública veracruzana.


Dos hechos, a mi juicio reprobables. Más allá de las consecuencias que en los procesos electorales del 2009 y 2010, pudieran derivarse de las reformas al Código Electoral, una vez más se recurre al autoritarismo antidemocrático y a la legislación por consigna, de espaldas al interés más general de la sociedad veracruzana. En tanto que la ya nada extraña conducta del Secretario General de Gobierno, habla por sí misma, tanto de la ignorancia en materia de derecho constitucional del abogado litigante, como de su afán protagónico por mostrarse en el contexto de la guerra sucia declarada, como soldado fiel y leal servidor doméstico del titular del Poder Ejecutivo. Al mismo tiempo que exhiben, a nivel nacional e internacional, la ausencia de cultura democrática en una entidad federativa cuyo gobierno presume se encuentra en el umbral del primer mundo.

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