domingo, 25 de enero de 2009

¿Cuál democracia?

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Lo que no entienden los cínicos es que el terreno que pisan ha cambiado, que las manidas discusiones políticas que nos han consumido durante tanto tiempo ya no sirven.

Barack Obama

Recién leí una columna periodística en la que el autor manifestaba, como algo digno de destacar, la ausencia de democracia al interior del Partido Acción Nacional. Haciendo referencia al método anunciado por este Instituto Político para la selección de los candidatos a diputados federales, como si ello fuera algo extraordinario y totalmente fuera de lugar en un país en el que la democracia solo figura en los discursos oficiales.

Para nadie es un secreto que todos los partidos políticos en México, con diferentes matices, se valen del mismo método que el que se señala para el PAN, sin que esto modifique la suerte principal. Da igual que los gatos sean blancos o negros, lo importante es cazar ratones, y para eso, la clase política se pinta sola, sin que se modifique en forma alguna la realidad de un sistema de partidos políticos que vive una profunda crisis de representatividad y credibilidad.

Pero más llama la atención, quizá por razones de cercanía, que quienes se prestan al golpeteo por consigna, no tengan empacho en insistir que la lista de presuntos aspirantes del PRI a las diputaciones federales, se está cocinando en el escritorio del “que manda en Veracruz” atendiendo a compromisos diversos con personeros del poder real. Especulándose abiertamente sobre el “palomeo” a que esta sujeta la selección definitiva de precandidatos, barajándose nombres en los medios impresos y electrónicos que pudieran estar en el ánimo e interés del gobernador.

La misma gata, con diferente revuelco, pudiéndose afirmar, sin lugar a dudas, que por lo que respecta a la selección de candidatos a cargos de representación popular, la democracia, a secas, no figura en la metodología electoral partidista. Siendo lamentable el que para la ciudadanía, en su gran mayoría y fuera de los círculos cercanos al poder político y económico, ni le va ni le viene lo que los partidos políticos tengan en gana decidir. Clase política y sociedad civil marchan en paralelo por caminos distintos, sin un punto de encuentro a la vista que le abra espacios a la vida en democracia. La ausencia de cultura política va de la mano de la indiferencia popular, dejando manos libres a una partidocracia que, a su vez, está sometida a los intereses económicos de una oligarquía rapaz, ineficiente e insensible, que ha puesto a México de rodillas frente al mundo.

En este contexto, en términos latos ni los partidos políticos y representantes populares son tales, ni la mayoría de los medios de comunicación se sienten obligados para con la vida en democracia, haciéndose eco del discurso a modo de los gobernantes en turno.

Dejemos pues en libertad a comentaristas y analistas políticos que hagan su juego a manera de catarsis purificadora, señalando la paja en el ojo ajeno, que al fin y al cabo la ciudadanía, con mayor objetividad, atiende a lo sustantivo que, frente a la crisis actual, es preservar la cotidiana subsistencia.

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