jueves, 22 de enero de 2009

Nueva época para el mundo; aire fresco para Veracruz

Pulso crítico


J. Enrique Olivera Arce


En medio de un escenario internacional marcado por la toma de posesión de Barack Obama como el primer presidente negro en la historia de Estados Unidos, hito histórico considerado ya como el inicio de un cambio de época para la humanidad, México sigue atorado en la encrucijada, sin decidirse al necesario cambio de rumbo que exige el país. La fuerza inercial del modelo neoliberal heredado, superado ya por la realidad internacional, no cede ni se vislumbran visos de voluntad política para emprender nuevos vuelos que impulsen hacia a delante, a una sociedad que pareciera estar condenada al subdesarrollo.


El esperanzador discurso de toma de posesión del demócrata norteamericano, en México no ha tenido hasta ahora mayor respuesta que los lugares comunes con el que de manera reiterada, Felipe Calderón Hinojosa valora nuestra relación con nuestros vecinos del norte y con el resto del mundo. El triunfalismo sin sustento, el evadir el carácter asimétrico entre los dos países, así como la tendencia histórica de sumisión a los designios del país más poderoso del planeta, dominan el discurso. Negando la posibilidad de una autocrítica de fondo de nuestra realidad nacional, que nos predisponga al cambio que anuncia la nueva época en puerta. Actitud inercial que a su vez da la espalda a la percepción de un reacomodo en marcha en la correlación de fuerzas políticas y económicas que definen la ruta de la transición democrática.


Así, en tanto celebramos el triunfo de un proceso democrático que permitiera por primera vez el arribo de un hombre de color dispuesto a modificar el anquilosado statu quo de un conservadurismo a ultranza, dominante en la sociedad norteamericana, al mismo tiempo en México nos preparamos para un proceso electoral antidemocrático y autoritario, que por principio y sin distingos partidistas, da la espalda a toda expectativa de participación ciudadana y al necesario cambio de modelo de país que la realidad exige.


En nuestro terruño, esta realidad se refleja cotidianamente. Las inercias del pasado se recrean en el presente, reproduciéndose tanto las viejas formas de hacer política como, en lo económico la visión estrecha de inversionistas locales que todo tienen, menos imaginación, sentido moderno del emprendimiento, y voluntad para correr los riesgos que demanda la actual crisis global. Incidiendo ello en forma negativa en las expectativas de desarrollo de una sociedad que arrastra el pesado lastre de la pobreza y la desigualdad.


De ahí que para muchos veracruzanos, la concentración de varios miles de priístas que respondieran a la capacidad de convocatoria de Héctor Yunes Landa, compartiendo el pan y la sal el pasado sábado en Boca del Río, se considere bocanada de aire fresco para la vida política de la entidad. No porque ello constituya un cambio en sí, ni porque el discurso sufriera modificación alguna que apuntara a cambios sustantivos largamente esperados en la estructura y propósitos del PRI en Veracruz. Para quienes percibieran la relevancia de la reunión en torno a la asociación política denominada “Alianza Generacional”, lo que en esta ocasión cuenta es un principio de ruptura de la falsa unidad monolítica de que presume el PRI, abriéndose espacios de participación para un auténtico reacomodo de las fuerzas políticas y corrientes diversas de opinión al interior del partido. Lo que sin duda habrá de incidir en un esfuerzo por democratizar la vida interna del tricolor, así como influenciar a otras corrientes hoy opositoras en Veracruz a operar en el mismo sentido.


Por lo pronto, para observadores acuciosos de la vida política en Veracruz, ha quedado claro que para el 2010 y posiblemente para el 2012, aún lejano, no va ser fácil para el gobernador Fidel Herrera Beltrán el mantener la unidad en torno a su proyecto político personal. Al inicio de su quinto año al frente de la administración pública estatal y del priísmo veracruzano, las ya agitadas aguas del reacomodo y surgimiento de nuevas corrientes políticas presumiblemente ajenas a la “fidelidad”, parecen estarle ya enmendando la plana. Lo que ahora es simple especulación, podría cobrar validez en el futuro cercano gracias a los nuevos aires que alimentan las expectativas democratizadoras que, para México, ofrece la llegada al poder de un negro talentoso y carismático en camino de transformar al mundo. El tiempo lo dirá.


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