jueves, 15 de enero de 2009

Poco duró el gusto...

En Perspectiva

J. Enrique Olivera Arce

Ante los efectos de la crisis global, y los impactos autóctonos, los que surgen de las contrahechuras de la economía mexicana, el gobierno federal escogió no una estrategia que permita eficazmente combatirla, sino una que parezca que la combate. Eligió la ruta de la simulación, y contó para ello con las "fuerzas vivas de la sociedad".

Miguel Ángel Granados Chapa


Lo que se esperaba fuera una prolongada y tersa luna de miel a partir del “Acuerdo a favor de la Economía familiar y el Empleo”, signado por la cúpula política y empresarial del país a propuesta de Felipe Calderón Hinojosa, a escasos quince días se da por concluida por falta de voluntad política y sensibilidad social, retornando las aguas al nivel previo al pretendido maridaje.


Así, lo que de primera intención pareciera un sólido consenso en torno a la estrategia calderonista y su contraparte veracruzana para enfrentar el “catarrito” ya etiquetado como “tormenta perfecta”, terminó en uno más de los clásicos dimes y diretes, confrontaciones mediáticas y culpas para con “los bueyes de mi compadre”. Todo a partir de las declaraciones del Secretario de Hacienda en relación al tratamiento del precio del diesel, que se mantiene con su tendencia al alza, y con ello, el desmentido de las buenas intenciones del pacto en defensa de la economía familiar.


Por si fuera poco, no conforme con el balde de agua fría respecto a la política hacendaria en materia energética, Cartens de manera por demás inoportuna, tras haberse sostenido a lo largo de 2008 en su apreciación de lo que para nuestro país representaba la crisis global, anuncia a bombo y platillo que el crecimiento económico para el 2009 será del cero por ciento. Anuncio a su vez considerado como “optimista” por el Banco de México, cuyo titular estima que el crecimiento estará por debajo de lo previsto por la Secretaría de hacienda. Ambos presupuestos, a su vez, echan por tierra la viabilidad del incremento y defensa del empleo formal e incluso, el abatimiento de la inflación y con ello la defensa del poder adquisitivo del salario.


El presunto consenso cupular, terminó por subordinarse a la realidad, reduciéndose el acuerdo a uno más de los anuncios mediáticos triunfalistas del gobierno. Ni la clase política ni la empresarial pudieron substraerse a los términos fríos con los que la crisis condiciona a un país subordinado a la economía norteamericana. Conciliar el interés de las mayorías con las exigencias de una economía exportadora de materias primas, e importadora de bienes de capital, intermedios y alimentarios, no entró en los cálculos de quienes diseñaran la estrategia contra cíclica de 25 puntos del calderonismo. Mucho menos en el diseño del decálogo veracruzano, que se ha topado ya con la resistencia inercial de la propia administración pública estatal.


A ello habría que agregarle el condicionamiento de la clase política a las exigencias de un año electoral. Todos los partidos políticos, sin excepción, están preocupados y ocupados más en la próxima elección de diputados federales e incluso en la presidencial del 2012, que en la repercusión de la crisis global en la economía familiar y en la defensa del empleo, dejándole a la sociedad civil una tarea que debería involucrar a todos. Paradójicamente, esto habrá de reflejarse en las urnas; pudiéndose prever un voto masivo de castigo, frente al notorio divorcio entre el sistema de partidos políticos y una ciudadanía llamada a pagar los platos rotos de la imprevisión, improvisación y ausencia de sensibilidad social del gobierno y su clase política.


Desde estas líneas, enhorabuena por el regreso de Carmen Aristegui a la radio nacional.


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