sábado, 29 de noviembre de 2008

Obama, más amenaza que esperanza para México

En Perspectiva

J. Enrique Olivera Arce

“Espero que el próximo gobierno de Estados Unidos que encabezará el demócrata Barack Obama, tenga suficiente talento y sentido común y no cometa el error de renegociar el Tratado de Libre Comercio para América del Norte”

Felipe Calderón Hinojosa


Si de algo tenemos que estar convencidos es de que los Estados Unidos de América no tienen amigos, tienen intereses. La designación de Hillary Clinton en el Departamento de Estado y la confirmación de Robert Gates, secretario de defensa de la administración Bush, no hace sino ratificar lo anterior, mostrando la intención de Barack Obama de mantener una política exterior agresiva, con el objetivo de restaurar el hoy desquebrajado dominio del imperialismo norteamericano en el mundo.


No podía esperarse otra cosa. Más allá de una política interna llamada a fortalecer el aparato productivo, la capacidad de consumo de las clases medias, y la seguridad social destinada a las capas más desprotegidas de la sociedad norteamericana, tendiente a recobrar confianza, credibilidad y margen de maniobra política frente a la crisis global, el imperialismo no puede renunciar a su hegemonía económica y militar en el resto del mundo; so pena, como afirman prestigiados analistas, de ceder iniciativa geopolítica, energética y comercial frente a China, Rusia, o la India, potencia emergente a considerar.


De ahí que resulte ingenuo esperar que el imperialismo renuncie a sus intereses en México, en nombre de una mal entendida amistad. Como resulta no sólo ingenuo, también ceguera política, el que el Sr. Calderón Hinojosa tratara en Lima, Perú, de enmendarle la plana a Barack Obama, oponiéndose a la revisión de un Tratado de Libre Comercio que ya no le es funcional a los Estados Unidos. Por elemental lógica habría que considerar las prioridades de nuestro vecino en materia de política interna y exterior y no las propias, a partir de los déficits –comercial, fiscal, de inversión, climático, de valores, de igualdad y de responsabilidad- que según el premio Nobel, Joseph Stiglitz, frente a la actual crisis acusa la nación más poderosa del planeta. Subsanarlos y obtener el equilibrio deseable, exige un gran esfuerzo hacia adentro pero también en lo externo, y en ello va por delante el interés nacional por sobre amistad y buena vecindad.


Inversión, empleo, fortalecimiento del mercado interno, y reactivación de los procesos de expoliación imperial de la riqueza en el resto del mundo bajo su hegemonía, a través de una política monetaria y comercial agresiva con el respaldo de la bota militar, dicta la lógica. Bajo este supuesto, es de considerarse que la inversión productiva y las políticas de empleo se concentren en territorio nacional, beneficiando a sus connacionales a costa de la reducción de flujos de capital al exterior y de la mano de obra proveniente del extranjero. En tanto que en el mundo subdesarrollado bajo su dominio, sacarán raja de los demoledores efectos de la crisis global, haciéndose de recursos naturales de países empobrecidos en beneficio del imperio.


México, atrapado entre el coloso del norte y los países emergentes de América Latina que vinculándose a China y Rusia, vienen construyendo su propio espacio frente a los Estados Unidos, con Tratado de Libre Comercio con América del Norte, o sin este, seguirá condenado a repetir su historia de país dependiente, expoliado, de rodillas en un permanente estado de subdesarrollo, víctima de sus propias contradicciones internas y la ceguera y corrupción de sus gobernantes.


Bajo esta óptica, la administración de Barack Obama, es más amenaza que esperanza para México. O aprendemos a rascarnos con nuestras propias uñas, rescatando con honestidad, trabajo y defensa de lo más caro de nuestros intereses nacionales, a un país que se hunde más cada día, o seguiremos atados a nuestro destino manifiesto hasta que se reviente el hilo por lo más delgado.


pulsocritico@gmail.com

http://pulsocritico.com


0 comentarios: